EL QUÉ DIRAN
Juan 12:42-43 “Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en El, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga”
Bueno, ¿y qué tenía de especial la sinagoga para que estos fariseos no dejaran entrar a aquellos que confesaban que eran seguidores de Jesus?
Un poco de historia nos puede ayudar a entender sus motivaciones.
En los tiempos del Segundo Templo, la sinagoga era un lugar de reunión no solo para leer la Torá sino también para celebrar fiestas, jugar ajedrez, reunir a los gobernantes para tomar decisiones en cuanto a la Ley de Dios, celebrar bodas y, en una palabra, era como se dice hoy, el club social de la colonia. En ese lugar se reunían los pobres a recibir sus canastas de víveres como ayuda social, los ricos para debatir sus negocios y los fariseos a discutir sus puntos teológicos. En suma, era el lugar obligado para estar unas horas con la élite del gobierno eclesiástico. Allí recibían premios, reconocimientos y toda clase de aplausos por sus logros.
Entonces ya estamos listos para comprender por qué tenían miedo de expresar abiertamente su simpatía por Jesus. Si lo hacían público, los fariseos los expulsarían de la sinagoga y ya no gozarían del reconocimiento de la flor y nata de los encargados del Templo: “Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios”
¿Lo ve claro ahora? Y, por pura curiosidad, pregunto: ¿Se parecen esos tiempos a los actuales? ¿Será que todavía hay alguien por allí que no confiesa abiertamente que es un seguidor de Jesus por miedo “al que dirán”? ¿Por miedo a que lo ridiculicen por ignorante? Le dejo la pregunta para que usted mismo la responda.
SOLI DEO GLORIA
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