EN LA NECESIDAD
Mateo 4:2 “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre”
Vamos a ver uno de los trucos màs finos que usa Satanàs para arruinarnos la vida. O para tratar de hacerlo. Porque este ángel caído no descansará hasta hacer que tomemos decisiones que después lamentamos, lloramos de vergüenza o humillación ante nuestros actos impulsados por la necesidad misma.
Me gusta ver un programa sobre las acciones que hacen en los aeropuertos para detener el flujo de drogas en otros países. Lo que me impresiona es ver a los que detienen con cargamentos que los narcos les impulsan a arriesgarse a llevar en sus maletas. Hasta que ya son arrestados y descubiertos, lloran, gimen, se lamentan y se confiesan unos ignorantes al haber aceptado llevar esos encargos. ¿El motivo de todos en común? La pobreza. La necesidad. La enfermedad de una madre. La necesidad de unos hijos por tener pan en su mesa. La mayoría confiesa que lo hacen para ganar un dinero que de otro modo no pueden hacerlo. Empujados por la necesidad, obedecen a los narcos para ganar lo que necesitan.
Ese es el método que el Diablo usa con aquellos que se vulneran cuando están en alguna necesidad. Y fue lo que pasò con Jesus. Lea bien el pasaje citado arriba: “…entonces tuvo hambre…” El Diablo nos tentará a hacer cosas reprochables cuando tenemos necesidad de algo. A Jesus le dijo: Si eres hijo de Dios, dile a estas piedras que se conviertan en pan. A usted o a mi nos dirá que le digamos a ese pecado que se convierta en nuestro pan para saciarnos el hambre. Hambre de besos. Hambre de amor. Hambre de un matrimonio. Hambre de un abrazo que después se convierte en adulterio. Hambre de una palabra de aliento. De una mirada de admiración. Hambre de aplausos, de elogios y de palabras bonitas.
Es como dicen algunos cristianos para justificar su pecado de adulterio: Mi esposa no me da nada y yo necesito hacerlo. Y, de paso, encuentra un líder o consejero con el mismo problema y lo que le recomienda es su cínico adulterio con alguna hermanita de las que son víctimas de sus mentiras. El hambre justifica el pecado. Para el hombre, pero no para Dios. Ante el Señor no hay nada que justifique que yo robe para saciar mi hambre dice proverbios. Mucho menos que arrastre a otras personas a la desgracia y el dolor por un momento de debilidad.
El hambre es mala consejera. Es por eso que las familias tienen que conocer la Verdad de la Palabra de Dios para no caer en situaciones que degradan su relación. Señoritas con hambre de ternura y se entregan en brazos de hombres que las humillan, las golpean y las ultrajan. Pero asombrosamente, soportan toda clase de insultos con tal de no seguir sufriendo soledad y abandono. Como me expresó una hermana en una ocasión en que me pidió consejo porqué su esposo la golpeaba y humillaba. Le pregunté por qué no lo abandonaba y su respuesta me abrió un panorama de lo que sucede en el océano del alma femenina muchas veces. ¿Y què hago sin èl? fue su respuesta. Ya no supe qué decirle. El hambre de esta mujer por tener a su lado a un hombre que llenara sus vacíos màs profundos la obligaba a pagar el precio que el otro quería.
Satanàs es astuto y sabe también que tenemos necesidades tan profundas que no se limitan solamente a cosas como comida, vestido y abrigo. También necesitamos de personas que nos amen, que nos muestren empatía y nos hagan sentir útiles o vivos. Y cuando no nos refugiamos en el Señor Jesus que está dispuesto a llenar cualquier necesidad del corazón humano, fácilmente caemos y cedemos ante sus ofrecimientos espurios y tramposos.
Es por eso que nos urge encontrarnos con Jesus. La gente no necesita ser evangélica. Lo que necesita es una relación íntima y personal con Jesucristo. Que lo conozcan en toda su dimensión. Que lo puedan ver como Padre, como Amigo y como Esposo. Lamentablemente la iglesia se ha convertido en una cueva de Adulam en donde las personas se convierten en evangélicos religiosos que no conocen la verdadera intención del Evangelio de Jesucristo. De otra manera no hay explicación para que dentro de sus cuatro paredes haya tanto pecado descaradamente.
Jesus no permitió que en su necesidad el Diablo lo venciera. Sì, lo tentó. Sì, le presentó una opción a saciar su necesidad. Pero Jesus contraatacó con la Palabra: No solo de pan vivirá el hombre Satanas. Debemos preguntarnos si eso es verdad para nosotros.
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