PARA PONERNOS A PENSAR


No eduque a sus hijos para ser ricos. Edúquelos para ser felices y para que vean el valor de las cosas y no su precio. No eduque a sus hijos para ser exitosos, eduquelos para que sean santos. El dinero vendrá como consecuencia.

No eduque a sus hijas para ser solo profesionales de alto nivel. Edùquelas también para ser señoras de su casa. Quien no sabe obedecer no sabe mandar. Cuando tengan servidumbre no sabrá como endulzar el café de su esposo y la muchacha se llevará el premio.

Edùquese, edùquese y aprenda todo lo que pueda. Como los judìos, aparte de tener un título profesional aprenda también un oficio para que cuando no haya trabajo de lo que aprendió, tenga como ganarse el pan honradamente.

Si está estudiando una carrera universitaria, recuerde que ese título le servirá si mucho para cuarenta años. ¿Y después qué? Si no cultiva su relación con Dios no tendrá de qué tomarse cuando vengan los días malos.

 Que sus hijos aprendan que no pueden hacer que nadie los ame, sino dejarse amar. Que lo más valioso en la vida no es lo que tenemos, sino a quien tenemos. Que una persona rica no es quién tiene más, sino quien necesita menos, y que el dinero puede comprar todo, menos la felicidad. 

Había una persona que tenía que regresar a su casa en un tren muy viejo. Antes de abordarlo, se le acercó un hombre y le dijo que estaban estrenando un tren lujoso y por el mismo precio. Se acercó esta persona al tren nuevo y se dio cuenta de que éste se dirigía en sentido opuesto al de su casa. De haber subido, se hubiera alejado  de su casa, más de lo que ya estaba. ¿De qué le hubiera servido subir a ese tren, si éste lo alejaba de su finalidad?. (Michan Mercado)

No es lo mismo tomarnos un café en compañía de un buen amigo, que tomarnos el café en el velorio de ese amigo. Tenemos que aprender que la verdadera amistad son pequeños actos de bondad en esta vida. En la funeraria lo que hacemos es consolar a quienes lo perdieron. 

El amor, ¡Ah, el amor! puede ser un océano de paz o de tormentas. Puede ser un aroma a cielo o un olor a infierno. Puede ser un abrazo que le de calor o un abrazo que lo asfixie. El amor puede ser un bálsamo a su alma o una herida en su corazón. Pero siempre es el amor. 

La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor, sino de lo que pasa dentro de nosotros. Se mide por el espíritu con el cual enfrentamos los problemas de la vida. Es un asunto de valentía; ¡es tan fácil sentirse deprimido y desesperado! 


La felicidad es un estado de ánimo; no somos felices en tanto no decidamos serlo. No consiste en hacer siempre lo que queremos, sino en querer todo lo que hacemos. Nace de nuestro corazón, en nuestro trabajo, y de hacerlo con alegría y entusiasmo. No tiene recetas; cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación. No es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida. Los sufrimientos nos pulen el alma, mientras que las alegrías le dan brillo. Lo que pasa es siempre lo mejor. 

Hace años, ¡Gloria al Señor! decidí amar lo que hago, es por eso que no necesito imitar ni desear lo que otros hacen. Estoy contento con quien soy. 

Goza mientras vivas, disfruta tu día; vive la vida al máximo; sácale el mejor provecho a lo que posees. ¡Es más tarde de lo que crees! 


Los sueños son la esperanza perenne de nuestra vida y la energía que nos hace vivir. ¡Alégrate con ellos! 

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