LA CORDERITA

"Pero el pobre no tenía más que una corderita que él había comprado y criado, la cual había crecido junto con él y con sus hijos. Comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su seno, y era como una hija para él. Vino un viajero al hombre rico..."

Esta historia es una de las más hermosas que he podido encontrar en la Biblia. Me habla de un amor tan tierno y profundo que un padre puede tener por su corderita. La corderita nos habla de ternura. Nos habla de vulnerabilidad. Nos habla de dependencia. De refugio. De fragilidad...

Este pobre, dice el profeta Natan a David, tenía una única corderita, era el gozo de su vida, era el tesoro que tanto cuidaba, era su ser más querido que dormía en sus brazos, disfrutaba sus risas, su gozo era verla cada dìa como era de hermosa, se divertía con ella...

Cuando era niña y caía en tierra èl se daba prisa por levantarla, cuidarle su herida y sanarle sus dolores y secarle sus lágrimas. Cada noche, cuando llegaba la hora de dormir, la tomaba tiernamente en sus brazos y la llevaba a su cama en donde esperaba que se durmiera con tranquilidad, sabiendo que su padre velaría por su seguridad...

La peinaba cuando se iba a la escuela, cuando sonreía, sus ojos brillaban y ese brillo era la luz de su amante padre... Su corderita era su amada hija. Era quien endulzaba sus días en la vejez. Era quien le brindaba momentos de felicidad y gozo al verla crecer sana y salva de todo depredador abusivo. Era el  motivo de su vida. Era su universo...

Seguramente caminaba con ella cuando iba al río o cuando se dormía en las tardes de lluvia entre sus brazos. Le gustaba darle de comer en sus manos y le acariciaba su cabeza con ternura infinita...

"...Pero un dìa llegó un hombre..."

Y ese hombre le cambió la mente. La enamorò y le propuso cambiar de casa. Ahora ya no viviría con su tierno y amante padre, ahora vivirá con usted. Sì, con usted que se atravesó en el camino de ese padre y su corderita y usted la ha convencido para que ahora sea suya. Que sea su corderita. Y el padre, confiado, espera que su corderita que tanto cuidó con esmero y amor, usted la trate mejor todavía. Que cuando tenga sueño, ella se duerma en sus brazos. Que cuando tenga tristeza, usted la consuele. Que cuando pierda el rumbo, usted la guíe con ternura. Que cuando tenga hambre usted la sustente como su padre solía hacerlo.

El pobre, que le dio su única corderita, espera que usted la mime, que la aprecie y que la cuide. Que le seque sus lágrimas de dolor o tristeza. El padre espera que usted la ame dulcemente y con ternura. Que la ame no por lo que ella haga por usted sino por lo que ella es en su esencia: Mujer. Por su valor. Por lo que Dios hizo al crearla a su Imagen y Semejanza.

A usted le han encargado la preciosa alma de su corderita, tan valiosa desde antes de la fundación del mundo. Tù, mi querido nieto Kevin, a quien dedico este escrito, le debes a Dios el cuidado del alma de tu prometida. le debes a sus padres de ella el cuidado y el amor de su hija que con tanto esmero cuidaron para que tú, "el viajero" se la lleve y ahora sea tuya. Que sea tu compañía. Que sea tu motivo de trabajar duro para darle el cobijo que ella necesitará. Tù, amado Kevin, tendrás que buscar en la intimidad de tus oraciones el secreto para mantenerla viva y vibrante. Para evitar en lo posible hacerla llorar de tristeza pero sí de gozo. Sus padres confían en que tú serás merecedor de ella. Que ella sea el único motivo de salir cada mañana a buscar el pan para que en su mesa no falte nada... Que ella sepa que en las madrugadas, mientras ella duerme plácidamente, tú te presentas ante el Trono de la Gracia para buscar la sabiduría de lo alto para atenderla y hacerla feliz... Dios te ayudará, no lo olvides.  Porque al final de tu camino, habrá una pregunta que te harán al igual que a mí: ¿Què hiciste con mi corderita...?



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