¡CUIDADO, PASTORES...!

 Exodo 18:6-7 "Y mandó decir a Moisés: Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti con tu mujer y sus dos hijos con ella. Salió Moisés a recibir a su suegro, se inclinó y lo besó; y se preguntaron uno a otro cómo estaban, y entraron en la tienda."

Moisés nos da lecciones tremendas de lo que no debemos hacer muchos pastores o líderes cristianos. Lamentablemente, aún estamos viendo precisamente eso. Lo que no debemos hacer, eso hacemos, en palabras del Apóstol Pablo.

¿Què podemos aprender de la fiesta que Moisés tiene en estos momentos en que Jetro aparece en el campamento en el desierto para llevarle a Moisés a su esposa Sèfora y sus dos hijos? Podemos aprender mucho. Aprendemos de lo que está escrito como de lo que no aparece.

Los silencios de la Biblia son muy interesantes. Dios no esconde la debilidad de sus siervos. Cuando uno de ellos falla, Dios no oculta la realidad precisamente para que los que seguimos sus vidas aprendamos y veamos lo que hicieron y no fue nada agradable. Esta claro que aprendemos más de sus errores que de sus virtudes. Porque si de virtudes se trata es fácil emularlos. Pero sus errores son más ilustrativos de su carácter, de sus ímpetus y sus conductas.

Moisés sale a recibir a su suegro Jetro al que no veía en mucho tiempo cuando se fue a Egipto a cumplir la misión que Dios le dio de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud. Han pasado varios años y llegó el momento de reencontrarse con su familia. Gerson y Eliezer, sus dos hijos habían dejado de ver a su padre desde que los dejó al cuidado de su abuelo, el sacerdote de Madian Jetro. Su esposa seguramente extrañaba la compañía de su esposo. Así que llegó el momento del reencuentro.

Pero, ¿què sucede en ese reencuentro? Aquí es donde vemos la debilidad del hombre que hablaba con Dios cara a cara. Del hombre que sabía como guiar a un pueblo por los caminos áridos del desierto. Al hombre al que Dios le había dado las tablas de la ley.

Moisés sale a recibir a su suegro y dice la Escritura que "se inclinò y lo besó". Pero lo que no veo por ningún lado es que haya besado a su esposa. Ni a sus hijos. Saludó efusivamente a su suegro pero no veo que haya brindado una palabra de amor o cariño a su familia. No los abrazó, no los  besó ni siquiera aparecen en el cuadro.

¿Que sucede?

Esa es la pregunta que nos hacemos muchas veces a nosotros mismos. Estamos tan ocupados en el ministerio, profetizando, cuidando ovejas ajenas, cuidando templos, procurando los fondos necesarios para cancelar recibos de la Iglesia, buscando los mensajes dominicales y otras cosas que nos olvidamos de los nuestros.

Nos olvidamos que además de ser pastores y líderes, también somos esposos, somos padres y somos encargados de una familia. Moisés olvidó todo eso. Se puso tan contento con la visita de Jetro que se pusieron a platicar del ministerio. Se pusieron a hablar de lo que Dios ha hecho con ellos en el desierto que parece que se olvidó de contarle a su familia sus noches de soledad, sus noches eternas de tristeza. No le dijo a Sèfora que la extrañaba. No le dijo a sus hijos que los necesitaba. Nada. No aparecen por ningún lado.

¿Por què en lugar de poner a Josué al frente del pueblo no fue uno de sus hijos quien entrara a la Tierra Prometida? ¿Què pasò con Sèfora, la madre de sus hijos para que más adelante Moisés se casara con una etíope? ¿Què se hizo la esposa de la juventud?

Preguntas que merecen una respuesta. Cuidado pastores. Cuidado maestros de Escuela Dominical. Cuidado estudiantes de teología. Cuidado apóstoles. Cuidado ministros del Altar...


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