RACIOCINIO

Juan 9:2 "Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?"

Es una afección del alma humana...

Buscar culpables para explicar lo que le pasa a gente buena. Como con Job y sus amigos, somos muy inclinados a acusar a los que sufren de alguna injusticia que la vida les hace buscando racionalmente una explicación...

Conozco algunos pastores que han sido enseñados erróneamente que si uno de ellos no tiene una iglesia grande, con un edificio grande y mucha gente que se congregue allí es porque tiene algún pecado... la ingratitud de esos pastores me asombra... Los que sí tienen esa clase de templos se sienten orgullosos de hacerse creer ellos mismos que porque no tienen pecado Dios los bendice. A los pequeños no. Algo tienen escondido para que el Señor los tenga tan menguados...

"En cambio yo, mire usted, como Dios me ha bendecido... " Craso error. Mala interpretación de la Voluntad perfecta de Dios.  ¿No han leìdo, pastores queridos, la parábola de los talentos? Jesus nos la cuenta y nos dice que a todos se les entregaron talentos de acuerdo a su capacidad... ¿Tiene usted capacidad para manejar miles de almas? Gòcese y preocupese porque al que mas se le da, más se le demanda.  Y recuerde: Los talentos los da el Señor por pura gracia y ¿acaso el ciego, aún sin haber nacido ya había pecado? ¿O habían pecado sus padres para que el hijo naciera ciego?

Esto es una prueba de los analistas del pecado ajeno. Alguien tuvo que haber pecado para que el hijo o el nieto naciera ciego. Causa y efecto, así de simple...

Si ellos tienen un templo grande es porque están agradando a Dios. Los otros no. Tienen, como decimos en Guatemala, la cola machucada... Podría pensarse que es el joyero el que debiera inspirar al carpintero.  Sin embargo, sucede lo contrario según Isaías 41:7 RV60: "El carpintero ánimo al platero"

El menor al mayor. El insignificante al que se creía mucho. Se supone que en el raciocinio humano y orgulloso, el joyero tiene más cachè que un carpintero. Pero en el Reino de Dios las cosas funcionan al revés...

Es el carpintero el que inspira al que trabaja el oro. Es la humillación del orgulloso y pretensioso...

En el ministerio, señores pastores que todo lo saben, no son los grandes los que valen ante Dios. Son los humildes. Los que se humillan ante Su Presencia. Son los que no sacan a relucir sus títulos ni anteponen siglas antes de sus nombres. Y no los ponen porque no los tienen. Y nos los tienen porque los únicos títulos que necesitan son los que Dios les da: siervos del Dios Altísimo...

¿Què piensan ahora del raciocinio evangélico y pastoral...? ¡Curioso!, ¿verdad?

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