EL TACTO

Es el sentido mas utilizado por todos nosotros... En el Jardín del Edén, por ejemplo, tocar y comer del árbol del bien y del mal fue fatal porque obedeció a la instigación del diablo a través de la seducción de los ojos para los propósitos de la carne, lo cual resultó en la muerte...

Ahora, el Señor nos invita a tocar las puertas de sus Misericordias por el triunfo sobre la carne y el fin de la muerte en la Cruz del Calvario.  Por eso, tomar el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal era creerse con el derecho a la determinación propia... Ahora, tocar al Creador hace posible que podamos reconocerlo como el autor de nuestra vida y destino...

De todos los sentidos, el tacto es el que más ansiamos satisfacer.

Desde que nacemos, lloramos por alimento y por los brazos de un ser que nos ama.  Un masajista terapeuta sabe por què los masajes son importantes para las personas mayores que viven solas: para la mayoría de ellas, es la única vez que alguien las toca...

Una caricia nos consuela y nos protege.  El tacto es una de las facultades más importantes que tenemos, ya se trate en el campo físico o psicológico.  Nuestros cuerpos nos duelen, sentimos dolor.  Sostenemos la mano o besamos el rostro de una persona porque la amamos.

Otros sentimientos provienen de saber o imaginar algo.  Por eso, las buenas o las malas noticias, cada una a su manera, producen una reacción física en el cuerpo.  La química y la fisiología de nuestros cuerpos y mentes responde a la relación que tenemos con el portador de las noticias o con las personas objeto de la noticia.  ¿No se ha preguntado por què cuando alguien visita a un enfermo en un hospital o en su cama lo primero que hace es tocarlo? ¿No se ha dado cuenta que cuando vamos a un funeral lo primero que hacemos es ponerle una mano en el hombro o en la espalda al doliente?  En ese sentido, nuestros sentimientos se ponen en sintonía con la realidad que conoce nuestra mente...

La secuencia es la siguiente: realidad=nuestro conocimiento de la realidad=nuestra reacción a esa realidad... Por eso sabemos cómo juzgar la reacción normal de una persona a cierta realidad.

Por eso, tratar de diseccionar los sentimientos es una utopía, porque, como dice la sabiduría popular: hay algunas cosas que hay que vivirlas y no describirlas. Y, claro, sabemos por què, porque somos criaturas que sentimos...

No sentir, entonces, es estar muerto en todo el sentido del término.  Sentir es estar vivo.

Hoy, en la era del pragmatismo evangélico, el pueblo de Dios se ha aislado tanto de los demás que se han negado el privilegio de dar y recibir un buen abrazo, un buen apretón de manos, un beso respetuoso en la mejilla y una buena y agradable palmada en la espalda... Nos hemos vuelto cristianos insensibles a los sentimientos y nos estamos muriendo en vida...

Jesus le dijo a Tomás: "Ven, mete tu dedo en mi llaga. Ven, toca las huellas de los clavos en mis manos. Ven, toca mi cuerpo, y te darás cuenta que estoy vivo, que he resucitado..."


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