ANSIEDAD

Es un temor de baja intensidad.  Un malestar, una intranquilidad.  Un viento frío que no deja de soplar.  Se instala en el alma y el cuerpo se dobla amenazando con quebrarse. Es un sentimiento de derrota. Es ese "algo" que no sabemos explicar pero nos asusta cuando sentimos la boca seca. El pulso tiembla. Los ojos se nublan y el corazón palpita más rápido de lo normal...

No se trata tanto de la tormenta, sino de la certeza de que una se aproxima... Siempre acercándose... Los días soleados son meramente un interludio.  No puede usted relajarse. No puede bajar la guardia. La paz siempre es temporal, de corta duración.

Es en esos momentos en que usted no se ríe como antes... No disfruta del sol... Ya no canta cuando hace sus labores... Y, cuando otros lo hacen, usted se extraña y desea preguntar: "¿Acaso no ve mi situación? ¿Cómo puede estar tan tranquilo viendo las nubes que amenazan mi vida?" ¿Que tal si dejo mi ventana abierta? ¿Què tal si no recibo mi aumento? ¿Què tal si no podemos pagar la renta de este mes? ¿Què tal si a mis hijos se les tuercen los dientes y no puedo pagarles un odontólogo para que les pongan aparatos? ¿Què tal si eso los amarga y por eso pierden empleos, puestos de importancia y amistades...?

La ansiedad es una inquietud. Es una sospecha, un recelo.  Es la vida en un tono menor con preocupaciones mayores.  Es estar perpetuamente parado en el filo de la navaja... La ansiedad y el miedo son primos, pero no son idénticos.  El miedo ve una amenaza.  La ansiedad se la imagina. El miedo grita: "¡Corre, huye!" La ansiedad dice: "¿Què tal si...?

El miedo resulta en luchar o huir.  La ansiedad crea miseria y desolación.  El miedo es el pulso que palpita cuando vemos una serpiente enroscada en nuestros sueños. La ansiedad es la voz que nos dice: Nunca, nunca jamás, por el resto de tu vida, camines descalzo en la grama.  Podría haber una serpiente... en alguna parte" Y nos roba el privilegio de vivir en la vida que Jesus nos vino a dar...

Las personas ansiosas son justo eso: Gente que pierde el aliento debido a las angustias de la vida. Pierden la esperanza. Se hunden como el barco que naufraga. Se dejan llevar como las hojas sueltas al viento. Se abandonan y se niegan a seguir...

Cualquiera pensaría que los cristianos estamos exentos de la ansiedad.  Pero no es así.  Nos han enseñado que la vida cristiana es una vida de paz y, cuando no sentimos paz, asumimos que el problema es interno.  Entonces, no solo nos sentimos ansiosos, ¡sino que también nos sentimos culpables por estar ansiosos! El resultado es una espiral descendente de preocupación, culpa, preocupación, más culpa, más preocupación y así hasta el agotamiento...

Pablo lo vivió. Por eso nos dejó un consejo que èl mismo aplicó a su propia experiencia. Léalo con cuidado. Filipenses 4:6 "Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios" Inquiétense menos habría sido un desafío. O Inquiétense los jueves o viernes. O inquiétense solo en épocas de angustia severa".  No. La Escritura dice claramente: No se inquieten por nada. Nada. Cero. Nulidad absoluta.

La presencia de la ansiedad es inevitable, pero la prisiòn de la ansiedad es opcional... ¿Què escoge usted hoy? ¿Vivir ansioso y creer lo que que dice Pablo?


Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS