CLAMOR
La fe no es fe hasta que es lo único que nos queda...
Derramar el alma no es una oración. No es un momento de intimidad. No es una petición...
Derramar el corazón es un grito del alma, es vaciar el alma, es vernos envueltos en una situaciòn en donde en lo más profundo de nuestro corazón sabemos que a menos que Dios intervenga, no hay salida...
Derramar el corazón es derretirse a los Pies del Señor. Cuando todo se nos va de las manos, cuando las circunstancias nos ahogan y nos asfixian, cuando estamos impotentes y sentimos que estamos rodeados de fuerzas que no entendemos, cuando no sabemos como escapar de ellas, entonces nos postramos, gemimos, abrimos el alma y la derramamos como una oblación delante del Señor...
Eso es clamar...
Moisés ha clamado al Dios del Cielo que lo deje entrar a la Tierra Prometida. Dios ha dicho que no. Pero después de una victoria que Dios le dio en la batalla contra Og y haberles ganado, cuando vio que Dios le había dado la tremenda victoria, Moisés pensò: Esta es la oportunidad para pedirle al Señor que me deje entrar a la Tierra Prometida. Veré si puedo anular el decreto que se ha dado contra mí... Y clamó...
Hay veces que a pesar de los muchos contactos que usted tenga, por muchos recursos que tenga, por muchos amigos y privilegios que usted tenga, siempre habrá algo que no tiene. Es lo que más desea. Pero hay algo que no le permite lograrlo... Son los decretos del Cielo que penden sobre aquellos que deseamos profundamente conocer más de Dios, conocer más de su Misericordia y Bondad...
Entonces clamamos. Derramamos nuestra alma rostro en tierra, inclinamos nuestro rostro entre las rodillas, como Elías y nos entregamos a la Voluntad de Dios...
Dios le dijo a Moisés que no. Èl fue estricto con su siervo. "No me pidas más eso que no voy a concedértelo, Moisés..." fue la divina respuesta...
Pero los tiempos de Moisés fueron diferentes a los nuestros. Hoy, nosotros tenemos acceso a la Bondad y Misericordia de Dios. Podemos anular cualquier decreto que se haya levantado en contra nuestra y pedirle al Señor que derrame sus bendiciones sobre nuestra vida. Hay una razón: En los tiempos de Moisés no había venido Jesus. Hoy, nosotros, tenemos de donde tomar una gota del Amor y la Bondad del Dios que puede y desea quitar de sobre nuestras vidas todo decreto en contra nuestra. "Y condenarás toda lengua que se levante contra ti" dijo el profeta. "Jehovà te bendiga y te guarde" es la bendición sacerdotal de Números 6:24 para nosotros...
Hoy, en el Nombre de Jesus, anulo todo decreto que se haya declarado en contra suya. No hay nada que pueda resistir el Nombre de Jesus, ya que a la mención de Su Nombre, toda rodilla se dobla y todo lo que se nombra debajo del Cielo se humilla ante èl... Feliz dìa entonces...
Derramar el alma no es una oración. No es un momento de intimidad. No es una petición...
Derramar el corazón es un grito del alma, es vaciar el alma, es vernos envueltos en una situaciòn en donde en lo más profundo de nuestro corazón sabemos que a menos que Dios intervenga, no hay salida...
Derramar el corazón es derretirse a los Pies del Señor. Cuando todo se nos va de las manos, cuando las circunstancias nos ahogan y nos asfixian, cuando estamos impotentes y sentimos que estamos rodeados de fuerzas que no entendemos, cuando no sabemos como escapar de ellas, entonces nos postramos, gemimos, abrimos el alma y la derramamos como una oblación delante del Señor...
Eso es clamar...
Moisés ha clamado al Dios del Cielo que lo deje entrar a la Tierra Prometida. Dios ha dicho que no. Pero después de una victoria que Dios le dio en la batalla contra Og y haberles ganado, cuando vio que Dios le había dado la tremenda victoria, Moisés pensò: Esta es la oportunidad para pedirle al Señor que me deje entrar a la Tierra Prometida. Veré si puedo anular el decreto que se ha dado contra mí... Y clamó...
Hay veces que a pesar de los muchos contactos que usted tenga, por muchos recursos que tenga, por muchos amigos y privilegios que usted tenga, siempre habrá algo que no tiene. Es lo que más desea. Pero hay algo que no le permite lograrlo... Son los decretos del Cielo que penden sobre aquellos que deseamos profundamente conocer más de Dios, conocer más de su Misericordia y Bondad...
Entonces clamamos. Derramamos nuestra alma rostro en tierra, inclinamos nuestro rostro entre las rodillas, como Elías y nos entregamos a la Voluntad de Dios...
Dios le dijo a Moisés que no. Èl fue estricto con su siervo. "No me pidas más eso que no voy a concedértelo, Moisés..." fue la divina respuesta...
Pero los tiempos de Moisés fueron diferentes a los nuestros. Hoy, nosotros tenemos acceso a la Bondad y Misericordia de Dios. Podemos anular cualquier decreto que se haya levantado en contra nuestra y pedirle al Señor que derrame sus bendiciones sobre nuestra vida. Hay una razón: En los tiempos de Moisés no había venido Jesus. Hoy, nosotros, tenemos de donde tomar una gota del Amor y la Bondad del Dios que puede y desea quitar de sobre nuestras vidas todo decreto en contra nuestra. "Y condenarás toda lengua que se levante contra ti" dijo el profeta. "Jehovà te bendiga y te guarde" es la bendición sacerdotal de Números 6:24 para nosotros...
Hoy, en el Nombre de Jesus, anulo todo decreto que se haya declarado en contra suya. No hay nada que pueda resistir el Nombre de Jesus, ya que a la mención de Su Nombre, toda rodilla se dobla y todo lo que se nombra debajo del Cielo se humilla ante èl... Feliz dìa entonces...
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