SABER RECIBIR, SABER DAR...
Todos sabemos que la esencia de la bondad es brindar generosamente, sin límites, se necesita un enorme nivel espiritual para sobreponerse al instinto que inclina al individuo a apropiarse de la abundancia material y espiritual provenientes del Poder de Dios, en lugar de dirigirlo por completo al servicio del Creador...
Todo lo que tenemos le pertenece a Èl... No podemos decir que algo es nuestro. Nada es nuestro. Ni el aire que respiramos. Todo viene de la Mano de nuestro Buen Dios...
El problema de dar no pertenece al dador: Si el dador es Dios, no existe problema en el dar. El problema aparece si el ser humano no es capaz de recibir. Son nuestras limitaciones las que condicionan la posibilidad de darnos algo de parte de Dios. No nos da porque no sabemos recibir.
Recordemos algo: para poder aceptar lo que el Señor nos da, debemos saber recibir. ¿Estamos abiertos a recibir? ¿Por què tanta gente rechaza la salvación que Dios regala a todos los hombres? Èl dice que no quiere que nadie perezca... entonces, ¿Por què es tan difícil que la gente acepte algo que no le cuesta nada? ¿Serà que no saben recibir? He ahí el axioma: Si no saben recibir, no saben dar...
Les compartiré un secreto que está en las Escrituras: Si sabemos recibir, estamos dando. ¿Què damos al recibir? Damos al dador la felicidad de poder continuar dando. El Señor cumple realmente su visión si puede entregar lo que sus hijos aceptan felizmente recibir dentro de sus límites... Nosotros, pues, también la damos al Señor, indudablemente, no al nivel que Èl nos da, pero sí dentro de nuestras posibilidades. Y aunque el Señor no necesita absolutamente nada de nosotros, nosotros debemos dar, porque somos su imagen... Nos parecemos a El cuando damos. Eso ya lo sabemos.
¿En donde están los otros nueve leprosos que no vinieron a dar? ¿A dar què? ¡A dar gracias! ¡A dar Gloria a Dios por su sanidad! ¿Era importante para Jesus? ¡No! Era importante para ellos. Nueve leprosos no supieron recibir su sanidad, en consecuencia no supieron dar gracias...
De manera que cuando Dios nos da, nosotros, por equivalencia, debemos dar para continuar recibiendo. De lo contrario, si no damos más allá de nosotros mismos, podemos resquebrajar nuestra relación con Dios, así como le sucedió a Adán desde el principio: No fue agradecido por el regalo de Dios y perdió su comunión...
Quien me da es feliz por lo que me da, y si yo acepto con alegría aquello que me da, entonces el dador, al mismo tiempo que da, recibe. Al recibir, estoy proporcionando al dador la felicidad de recibir. Al recibir la vida, proporciono al dador la felicidad de dar continuamente. Tengo que saber dar con límites, porque si doy más de lo que puedo dar estoy desequilibrado...
Dicen los sabios: "Si uno es misericordioso con los demás y no con uno mismo viola el mandamiento" ¿Cual? "Amarás a tu prójimo como te amas a ti mismo..."
¿Què les parece...?
Todo lo que tenemos le pertenece a Èl... No podemos decir que algo es nuestro. Nada es nuestro. Ni el aire que respiramos. Todo viene de la Mano de nuestro Buen Dios...
El problema de dar no pertenece al dador: Si el dador es Dios, no existe problema en el dar. El problema aparece si el ser humano no es capaz de recibir. Son nuestras limitaciones las que condicionan la posibilidad de darnos algo de parte de Dios. No nos da porque no sabemos recibir.
Recordemos algo: para poder aceptar lo que el Señor nos da, debemos saber recibir. ¿Estamos abiertos a recibir? ¿Por què tanta gente rechaza la salvación que Dios regala a todos los hombres? Èl dice que no quiere que nadie perezca... entonces, ¿Por què es tan difícil que la gente acepte algo que no le cuesta nada? ¿Serà que no saben recibir? He ahí el axioma: Si no saben recibir, no saben dar...
Les compartiré un secreto que está en las Escrituras: Si sabemos recibir, estamos dando. ¿Què damos al recibir? Damos al dador la felicidad de poder continuar dando. El Señor cumple realmente su visión si puede entregar lo que sus hijos aceptan felizmente recibir dentro de sus límites... Nosotros, pues, también la damos al Señor, indudablemente, no al nivel que Èl nos da, pero sí dentro de nuestras posibilidades. Y aunque el Señor no necesita absolutamente nada de nosotros, nosotros debemos dar, porque somos su imagen... Nos parecemos a El cuando damos. Eso ya lo sabemos.
¿En donde están los otros nueve leprosos que no vinieron a dar? ¿A dar què? ¡A dar gracias! ¡A dar Gloria a Dios por su sanidad! ¿Era importante para Jesus? ¡No! Era importante para ellos. Nueve leprosos no supieron recibir su sanidad, en consecuencia no supieron dar gracias...
De manera que cuando Dios nos da, nosotros, por equivalencia, debemos dar para continuar recibiendo. De lo contrario, si no damos más allá de nosotros mismos, podemos resquebrajar nuestra relación con Dios, así como le sucedió a Adán desde el principio: No fue agradecido por el regalo de Dios y perdió su comunión...
Quien me da es feliz por lo que me da, y si yo acepto con alegría aquello que me da, entonces el dador, al mismo tiempo que da, recibe. Al recibir, estoy proporcionando al dador la felicidad de recibir. Al recibir la vida, proporciono al dador la felicidad de dar continuamente. Tengo que saber dar con límites, porque si doy más de lo que puedo dar estoy desequilibrado...
Dicen los sabios: "Si uno es misericordioso con los demás y no con uno mismo viola el mandamiento" ¿Cual? "Amarás a tu prójimo como te amas a ti mismo..."
¿Què les parece...?
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