ESFUERZO
Dan. 11:32 RV60 "mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará."
En esto estamos metidos muchos. No lo podemos ni negar ni evitar... La prueba de nuestra fe nos llegará en cualquier momento. En el instante menos esperado. En el mes que menos deseamos. En las circunstancias menos soñadas...
En mi congregación muchos hombres se me acercan para decirme que ore por ellos porque están pasando alguna tribulación financiera... Pareciera como si el cielo de los cristianos se haya vuelto de bronce de repente. Parece como si Dios ya no escucha las oraciones de sus hijos... Veo en sus ojos desesperación. Angustia. Puedo leer en sus rostros recibos vencidos. Rentas sin pagar. Refrigeradores vacíos... Esposas desesperadas. Hijos sin calzado. Hijas sin ropa interior...
¿Què hacer y què decir en momentos como estos? Bueno, como pastor, me quedan algunos versos que me se de memoria para darle aliento a esos compañeros de infortunio para brindarles un poco de consuelo: Dios proveerá hermano. No desesperes. Dios es bueno, Èl no te ha olvidado. Dios sigue en su Trono, no te aflijas...
Pero... ¿realmente son palabras que mis hermanos desean escuchar? ¿Son frases sacadas de último momento para callar su ansiedad por unos momentos? ¿Con esas palabras seré capaz de calmar sus tormentas? Creo que no. Y, ¿saben por què? Porque yo también soy hombre. Soy esposo. Soy responsable de llevar el alimento a mi casa. Soy el responsable que a mi esposa no le falte nada. Soy el obligado a llevarla al súper con su lista de necesidades, sacarme la billetera y cancelar a la cajera el consumo que ella haga... ¿Y lo cumplo así como lo escribo? ¡Absolutamente no!
Pero eso no es posible aún para mí... Y es que los varones de mi congregación se acercan al pastor, al hombre de Dios, al que toca el Cielo con la punta de sus dedos, al hombre que puede hablar con Dios cara a cara y recibir la última revelación que Dios ha querido darle a su pueblo... Se acercan al súper hombre que camina en santidad, al hombre que con una sola oración hace que Dios se olvide de todo y de todos y le ponga atención...Y, sobre todo, que le responda... "usted, pastor, que Dios le escucha, ore por mí..."
Pues lo lamento, mis queridos hermanos hermanas... Porque yo también paso lo mismo que ustedes... Mi cielo se cierra de pronto. Dios se esconde de mí y parece que se ha olvidado de mis necesidades. Hoy mismo le he dicho que por favor tenga misericordia de mí, que ya no esté tan callado, que no guarde silencio, que me haga una señal que me está escuchando porque parece que se ha ido de mi lado... ¿Quieren ustedes, por favor, orar por mí...?
Y es cuando viene a mi mente el consuelo de su Palabra: "mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará." Entonces, la pregunta no es ¿provee Dios? Sino, ¿lo conozco? Porque si lo conozco como creo que lo conozco, tengo que esforzarme. Tengo que luchar contra la duda. Tengo que seguir como si nada. Tengo que cerrar mis ojos y permitir que Èl cumpla su Voluntad en mi vida... ¿Lo conozco? Entonces tengo que esforzarme en no dejar que esos recibos que están pendientes me hagan dudar. Tengo que esforzarme en no ofenderlo con mis dudas y reproches... Si conozco a mi Dios tengo que saber esperar. Porque sé que Èl ha prometido estar conmigo todos los días... Tengo que seguir creyendo en Èl. Además... ¿A quien más tengo en los cielos, si no a Èl...?
En esto estamos metidos muchos. No lo podemos ni negar ni evitar... La prueba de nuestra fe nos llegará en cualquier momento. En el instante menos esperado. En el mes que menos deseamos. En las circunstancias menos soñadas...
En mi congregación muchos hombres se me acercan para decirme que ore por ellos porque están pasando alguna tribulación financiera... Pareciera como si el cielo de los cristianos se haya vuelto de bronce de repente. Parece como si Dios ya no escucha las oraciones de sus hijos... Veo en sus ojos desesperación. Angustia. Puedo leer en sus rostros recibos vencidos. Rentas sin pagar. Refrigeradores vacíos... Esposas desesperadas. Hijos sin calzado. Hijas sin ropa interior...
¿Què hacer y què decir en momentos como estos? Bueno, como pastor, me quedan algunos versos que me se de memoria para darle aliento a esos compañeros de infortunio para brindarles un poco de consuelo: Dios proveerá hermano. No desesperes. Dios es bueno, Èl no te ha olvidado. Dios sigue en su Trono, no te aflijas...
Pero... ¿realmente son palabras que mis hermanos desean escuchar? ¿Son frases sacadas de último momento para callar su ansiedad por unos momentos? ¿Con esas palabras seré capaz de calmar sus tormentas? Creo que no. Y, ¿saben por què? Porque yo también soy hombre. Soy esposo. Soy responsable de llevar el alimento a mi casa. Soy el responsable que a mi esposa no le falte nada. Soy el obligado a llevarla al súper con su lista de necesidades, sacarme la billetera y cancelar a la cajera el consumo que ella haga... ¿Y lo cumplo así como lo escribo? ¡Absolutamente no!
Pero eso no es posible aún para mí... Y es que los varones de mi congregación se acercan al pastor, al hombre de Dios, al que toca el Cielo con la punta de sus dedos, al hombre que puede hablar con Dios cara a cara y recibir la última revelación que Dios ha querido darle a su pueblo... Se acercan al súper hombre que camina en santidad, al hombre que con una sola oración hace que Dios se olvide de todo y de todos y le ponga atención...Y, sobre todo, que le responda... "usted, pastor, que Dios le escucha, ore por mí..."
Pues lo lamento, mis queridos hermanos hermanas... Porque yo también paso lo mismo que ustedes... Mi cielo se cierra de pronto. Dios se esconde de mí y parece que se ha olvidado de mis necesidades. Hoy mismo le he dicho que por favor tenga misericordia de mí, que ya no esté tan callado, que no guarde silencio, que me haga una señal que me está escuchando porque parece que se ha ido de mi lado... ¿Quieren ustedes, por favor, orar por mí...?
Y es cuando viene a mi mente el consuelo de su Palabra: "mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará." Entonces, la pregunta no es ¿provee Dios? Sino, ¿lo conozco? Porque si lo conozco como creo que lo conozco, tengo que esforzarme. Tengo que luchar contra la duda. Tengo que seguir como si nada. Tengo que cerrar mis ojos y permitir que Èl cumpla su Voluntad en mi vida... ¿Lo conozco? Entonces tengo que esforzarme en no dejar que esos recibos que están pendientes me hagan dudar. Tengo que esforzarme en no ofenderlo con mis dudas y reproches... Si conozco a mi Dios tengo que saber esperar. Porque sé que Èl ha prometido estar conmigo todos los días... Tengo que seguir creyendo en Èl. Además... ¿A quien más tengo en los cielos, si no a Èl...?
Saludos Pastor!
ResponderEliminarEn la vida de los cristianos, vivir por fe, es un reto para muchos aún. Cada oportunidad que enfrentamos como adversidad es para que el nombre de nuestro Dios sea glorificado!