TRAGEDIA

Cuando el dolor toca a la puerta de nuestra alma... Cuando las lágrimas pugnan por salir de los ojos ya casi yertos, glaucos, grises y secos de tanto gemir dìa y noche a causa de la tristeza que llena las almas de los seres humanos, cuando la angustia se apodera de la esperanza y la sofoca con sus garras malolientes, cuando el cuerpo tiembla como una hoja que está a punto de abandonar la rama que la sustenta...

Cuando los labios tiemblan de dolor ante la sed que inunda la garganta, cuando la lengua se pega al paladar, cuando las manos temblorosas por la proximidad del final, cuando el aliento se agota y ya casi no queda nada en què esperar, cuando el horizonte se pone gris porque la esperanza que termina y los sueños se abortan porque la vida se agota...

Cuando ya no queda nada en què apoyarse, cuando los brazos débiles, cansados y agotados por el caminar por la vida ya no ofrecen fuerzas, cuando las estrellas ya no brillan en el cielo, cuando las nubes negras ocultan el resplandor de la luna, cuando los gorriones ya no emiten sus gorjeos, cuando el viento pulula alrededor nuestros y la tierra amenaza con tragarnos, cuando todo se ha perdido, todo se ha esfumado como el vapor de la tierra en las primeras horas...

Cuando la fe está a punto de extinguirse como la llama del candil que se agota, cuando toda esa tragedia humana llega a nuestra alma es cuando un grito de angustia surge de lo más profundo del corazón dolorido y ese grito de dolor silencioso llega hasta el Trono de Dios es cuando se enciende en  el horizonte un cálido viento que trae nuevamente color a la vida... Llega algo o alguien con una palabra de aliento para decirnos: "No todo està perdido". "Aún hay esperanza...". "Todavía vuelan las golondrinas y el canto del ave no ha terminado, el susurro de los rosales no se ha terminado ni el perfume de las amapolas se ha secado..."

Así está el anciano Job. Sentado sobre los restos de sus sueños. Sentado sobre las cenizas de su tragedia. Todo se ha terminado. Todo se ha consumido por la tragedia que ha visitado su vida... A lo lejos llegan tres figuras que en el horizonte de su dolor parecen tres sombras desconocidas que lo van a visitar. Supieron de su dolor y como buenos amigos han hecho un largo viaje para llevarle algo de esperanza. Algo que inspire su fe, algo que le haga saber que aún hay color en el caleidoscopio de la vida...  Es Dios visitando a su amigo. Es Dios vestido de hombre. Es Dios bajando de su Trono al polvo de la tierra para darle consuelo y abrigo y esperanza a su amigo que sufre, que llora y que se angustia por lo perdido...

El cielo semejaba oro puro, la arena parecía dorada, el aire se estremecía en la dorada penumbra, las colinas estaban como aureoladas y las plantas del jardín refulgían. En aquella atmósfera embebida de luz dorada, el hombre sentado en el polvo, bajo los mirtos semejaba la estatua de alguien agonizante, de un hombre abandonado, solitario, perdido, aplastado por un dolor mortal... Los visitantes hicieron una pausa y lo contemplaron consternados.  Èl no los había visto o su presencia le resultaba indiferente... Pero era Dios-hombre. Dios comprendiendo que el dolor purifica. El dolor hace crecer. El dolor tiene su significado en los Planes Divinos... Por eso ha bajado del Cielo para ponerse a la altura de su criatura... Jesus tomó nuestro dolor. Nuestra tragedia, nuestra angustia... Por eso comprende cuando nos sentimos así. Usted no está sola. Usted no está solo... Jesus le ha visitado también... Solo créalo y vívalo y siéntalo...

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