NOMBRES


Ayer empecé a hablarles de Abram... Un paradigma de lo que Dios hace para que todos sepamos que si vamos a levantar la mano y pasar al frente y repetir la oración que el pastor nos dice que hagamos para aceptar lo que la Voz de Dios dice, estemos preparados porque, si hicimos la oración sinceramente y aceptamos el Señorío de Jesus sobre nosotros... No volveremos a ser los mismos...

Se lo garantizo.

Nos van a cambiar la vida. El rumbo. El matrimonio. Las finanzas. El carácter. Los hijos. Cuando nos veamos al espejo después de un buen tiempo veremos un rostro que no conocíamos... Ya no seremos los mismos. Tendremos el privilegio de parecernos al Hijo de Dios. Porque los hijos se parecen a los padres. Y si Dios es su Padre, usted tiene, ¿se lo repito? tiene que parecerse a Èl... (¿A quien se parece usted entonces? Se lo dejo como deber).

A Abram le sucedieron varias cosas en su periplo después de haber salido de Ur. Abandonó todo. Le creyó a Dios y le fue contado por justicia. Dios lo vio con buenos ojos. Eso me dice que el niño Abram fue enseñado a obedecer. De manera que siendo ya viejo,  cuando la Voz lo llama, no duda en decir: "Heme aquí". Lo que traducido a nuestro lenguaje significa: "¿Qué manda...?"

Y sale... En una mano toma sus pertenencias y en la otra la mano de su amada esposa Saraì. Va rumbo a un destino desconocido. No sabe a donde se dirige pero allí lo vemos: caminando y caminando tomado de la mano de Dios y sin soltar la de Saraì... Y empiezan los cambios. 

Primero lo primero:  El nombre. Ya no te llamarás Abram. Ahora le vamos a agregar una H. Esa letra hace un mundo de diferencia. Ahora serás Abraham. "Padre de multitudes".  Y como tu nombre será padre de multitudes, tendrás hijos. No me digas que ya estás viejo. Para Mì, el Señor, no hay nada imposible. Ah, y también le cambiaremos el nombre a tu esposa. Saraì significa "Princesa" pero a ella no le agregaremos sino le quitaremos. Le vamos a quitar la "i" para que sea Sara, "Matriarca". Porque de su vientre saldrán reyes y gobernadores. Ah, y que no se ría de lo que estoy diciendo porque muy pronto verá que lo que Yo prometo lo cumplo...  

Y aqui estamos. Dice Pablo que los que somos de la Fe, somos hijos de Abraham... Ahora surge una pregunta: ¿Le han cambiado a  usted el nombre? Quizá antes le llamaban la divorciada. O el fracasado. Tal vez le decían el tonto, el ignorante, el bueno para nada, la mediocre. O quizá le decían que usted iba a terminar mal. Que no iba a pasar de "zope a gavilán" que era el pobre de la familia. Que fue la que nunca estudió... Y muchas linduras más que se acostumbra decir en muchas familias... Pero lo que sí sé, es que desde el momento en que usted también dijo: ¿Qué manda? empezaron a sucederle cosas que ojo no vio ni oído oyó: Lo primero que le cambiaron fue su nombre...

Ahora usted tiene un nombre nuevo. O le quitaron una letra o le agregaron otra. Solo falta una cosa: Que usted lo crea... Abraham y Sara lo creyeron. Yo lo he creìdo. Créalo usted también. 

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