NO OLVIDEN
¡Gracias! Gracias a todos mis lectores que han acompañado esta página hasta este día... Estamos a punto de terminar otro año. Otro año que se nos va dejando una estela de experiencias que cada uno de nosotros sabe de qué se tratan...
Sè que hubo momentos de dolor. De tristeza y de agonía para algunos... Sè que muchas lágrimas mojaron almohadas y pañuelos y otras rodaron a la deriva cuando resbalaron sobre las mejillas de quienes las derramaron cayendo sobre los regazos como mudas palabras que no se pudieron expresar de otra forma más que con esas perlas que humedecieron sus semblantes...
Porque las lágrimas son palabras silenciosas que expresan de mejor manera los sentimientos humanos. Hay lágrimas de dolor. y de miedo. Pero también de alegría... Hubo lágrimas de despedida de alguien que traspasó las fronteras de la vida o de la tierra... Lagrimas de gozo al ver nacer a un niño o la alegría de cantar una canción del pasado que nos llevó de vuelta a aquellos tiempos de nuestra juventud y que al doblar aquella esquina encontramos el fuego juvenil de los primeros amores que despertaron en nuestros corazones emociones nuevas y ardientes que quedaron grabadas a fuego en nuestros corazones...
Porque por muy evangélicos que nos creamos, aún quedan resquicios en algunos de nosotros las notas que resuenan en el tocadiscos de nuestro corazón la música con la que fuimos estudiantes de la primaria, aprendiendo no solo las tablas de multiplicar sino también aprendimos a besar, a abrazar y ser amados... o rechazados... En los ecos del tiempo repercuten los acordes de aquellos cantantes que nos hacen recordar tiempos idos y silenciosos que con el paso del tiempo no se oxidan ni se olvidan... Moody Blues, en mi caso... ¿Y en el suyo...? ¿No los estoy ofendiendo con escribir estas lineas? Espero que no. No soy de los que ocultan las cosas bellas de la vida. Las he vivido a plenitud y tengo buenos y malos recuerdos de mi juventud que son los que me hacen revivir las emociones que brotan ahora en palabras escritas en el teclado de esta computadora...
Pero viene un nuevo año... "Volverán", como escribió Becker, las "oscuras golondrinas" y volveremos quizá a llorar. Volveremos a reír. Volveremos a sentirnos solos y abandonados. Volveremos a quedarnos sin amigos y sin aquellos que nos ofrecieron su amistad para siempre pero lo olvidaron a la primera prueba... Volveremos a sufrir algún desengaño, alguna traición y uno que otro punzón en el alma...
Pero...
Cuando vengan esos tiempos, cuando se repitan esos episodios no olvidemos algo: No olvidemos quienes somos. De Quien somos. Así, con mayúsculas. No olvidemos a Quien pertenecemos. No olvidemos qué somos. Porque por sobre todas las miserias de la vida, somos hijos e hijas de Dios. Nuestro Padre seguirá en su Trono observando nuestros pasos, nuestras amarguras y sinsabores, recogiendo nuestras lágrimas y derramando su Ternura sobre nuestras vidas... Porque sí, solo porque sí, porque somos sus hijos... Porque le pertenecemos. Porque somos hermanos de su Hijo Jesus...
Sè que hubo momentos de dolor. De tristeza y de agonía para algunos... Sè que muchas lágrimas mojaron almohadas y pañuelos y otras rodaron a la deriva cuando resbalaron sobre las mejillas de quienes las derramaron cayendo sobre los regazos como mudas palabras que no se pudieron expresar de otra forma más que con esas perlas que humedecieron sus semblantes...
Porque las lágrimas son palabras silenciosas que expresan de mejor manera los sentimientos humanos. Hay lágrimas de dolor. y de miedo. Pero también de alegría... Hubo lágrimas de despedida de alguien que traspasó las fronteras de la vida o de la tierra... Lagrimas de gozo al ver nacer a un niño o la alegría de cantar una canción del pasado que nos llevó de vuelta a aquellos tiempos de nuestra juventud y que al doblar aquella esquina encontramos el fuego juvenil de los primeros amores que despertaron en nuestros corazones emociones nuevas y ardientes que quedaron grabadas a fuego en nuestros corazones...
Porque por muy evangélicos que nos creamos, aún quedan resquicios en algunos de nosotros las notas que resuenan en el tocadiscos de nuestro corazón la música con la que fuimos estudiantes de la primaria, aprendiendo no solo las tablas de multiplicar sino también aprendimos a besar, a abrazar y ser amados... o rechazados... En los ecos del tiempo repercuten los acordes de aquellos cantantes que nos hacen recordar tiempos idos y silenciosos que con el paso del tiempo no se oxidan ni se olvidan... Moody Blues, en mi caso... ¿Y en el suyo...? ¿No los estoy ofendiendo con escribir estas lineas? Espero que no. No soy de los que ocultan las cosas bellas de la vida. Las he vivido a plenitud y tengo buenos y malos recuerdos de mi juventud que son los que me hacen revivir las emociones que brotan ahora en palabras escritas en el teclado de esta computadora...
Pero viene un nuevo año... "Volverán", como escribió Becker, las "oscuras golondrinas" y volveremos quizá a llorar. Volveremos a reír. Volveremos a sentirnos solos y abandonados. Volveremos a quedarnos sin amigos y sin aquellos que nos ofrecieron su amistad para siempre pero lo olvidaron a la primera prueba... Volveremos a sufrir algún desengaño, alguna traición y uno que otro punzón en el alma...
Pero...
Cuando vengan esos tiempos, cuando se repitan esos episodios no olvidemos algo: No olvidemos quienes somos. De Quien somos. Así, con mayúsculas. No olvidemos a Quien pertenecemos. No olvidemos qué somos. Porque por sobre todas las miserias de la vida, somos hijos e hijas de Dios. Nuestro Padre seguirá en su Trono observando nuestros pasos, nuestras amarguras y sinsabores, recogiendo nuestras lágrimas y derramando su Ternura sobre nuestras vidas... Porque sí, solo porque sí, porque somos sus hijos... Porque le pertenecemos. Porque somos hermanos de su Hijo Jesus...
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