DEVALUADOS
Esa fea palabra no solo se aplica a los artículos comprados a buen precio pero que al momento de salir del almacén ya no valen lo mismo. Están devaluados. Muchas personas se han encontrado dolorosamente con este concepto: compran algo caro y cuando lo quieren devolver ya no les regresan lo que pagaron. Su producto fue devaluado. Así son las cosas...
Especialmente con las personas. Sufren devaluación. Dependiendo de su cultura, su educación o la familia de donde provienen. Si usted tiene un buen apellido tiene valor. Si tiene un par de títulos universitarios, tiene valor. Si usted es madre soltera sufre devaluación. Si su apellido se repite en cada esquina de la ciudad usted no vale lo mismo...
Y eso hiere el alma. Quebranta el corazón. Nos hace sentir humillados. ¿Entonces yo no valgo por lo que soy sino por quien soy? Así es mi querido lector. Son las leyes de la vida. Y la vida hay que saber vivirla... Especialmente la vida emocional...
Usted va a solicitar un empleo y debe ir preparada para que la devalúen. Se encontrará con un Goliat que está preparado con su lanza y su jabalina para tirarle directo al corazón. Como es en ese lugar en donde brotan nuestras emociones, es el lugar preferido por este gigante para herir, para lastimar y para hacer sentir a la gente que no tienen ningún valor...
Este Goliat no dispara balas. Dispara insultos. Dispara tristeza. Dolor y lágrimas. Este gigante no toma vidas, toma sonrisas. Se roba el gozo y la paz. No ocasiona heridas en el cuerpo pero ataca la fe... Destruye sueños y esperanzas. Enferma corazones.
¿Alguna vez le atacaron de esa forma? La dejaron herida sin siquiera brotar una gota de sangre. No fueron heridas visibles sino invisibles. Las cicatrices se llevan por dentro. No se notan hasta que alguien toca en ese punto y hace que usted recuerde y brote sangre internamente. Es cuando se apaga la sonrisa. Se apaga la luz de los ojos. El rictus de dolor apenas se nota en la comisura de los labios y un cierto color gris asoma en el rostro...
Son las relaciones estropeadas. Su "ex" le reclama por qué anda con otro hombre cuando él ya no tiene derecho a nada sobre usted. Son los cielos oscurecidos y muy nublados cuando la esperanza se escapa como la neblina de la mañana. Son esas noches de frío y soledad que le desafían cada mañana a que salga a ver si puede con el cúmulo de dolor que sangra por dentro...
Y usted puede ver a tanta gente paradas en las esquinas esperando el bus para otro día de rutina. Veales los ojos: Están apagados. Sin brillo. Sin luz. Veales las manos, juguetean con la moneda del pasaje sin que se den cuenta. Note como se quedan viendo al infinito sin ver nada. Observe su caminar: lento, sin deseos de seguir, con deseos de abandonar. Observe a la señora con un gran bolso lleno de esperanzas y vacío de amor. Note como sus mejillas están resecas por el tiempo que ha pasado sin recibir un beso...
Son los devaluados. Los que perdieron el valor. Los que una vez escucharon la peligrosa frase: "No vales nada..." ¡Ah! pero le tengo una buena noticia: A ellos vino Jesus. A los devaluados por la vida. Jesus vino precisamente a ellos para darles el valor de ser llamados hijos de Dios... ¿Acaso no es maravilloso nuestro Dios entonces...? Los que nada valíamos, ahora valemos. ¿Nuestro precio? ¡La Sangre de Cristo...! ¡Vamos! Levántense entonces y sonrían. Amen. Abracen. Digan algo hermoso. Ustedes valen. Caminen con garbo. Levanten la vista. Saluden con alegría. Disfruten su café matutino. Gocen... Ustedes son hijos de Dios...
Especialmente con las personas. Sufren devaluación. Dependiendo de su cultura, su educación o la familia de donde provienen. Si usted tiene un buen apellido tiene valor. Si tiene un par de títulos universitarios, tiene valor. Si usted es madre soltera sufre devaluación. Si su apellido se repite en cada esquina de la ciudad usted no vale lo mismo...
Y eso hiere el alma. Quebranta el corazón. Nos hace sentir humillados. ¿Entonces yo no valgo por lo que soy sino por quien soy? Así es mi querido lector. Son las leyes de la vida. Y la vida hay que saber vivirla... Especialmente la vida emocional...
Usted va a solicitar un empleo y debe ir preparada para que la devalúen. Se encontrará con un Goliat que está preparado con su lanza y su jabalina para tirarle directo al corazón. Como es en ese lugar en donde brotan nuestras emociones, es el lugar preferido por este gigante para herir, para lastimar y para hacer sentir a la gente que no tienen ningún valor...
Este Goliat no dispara balas. Dispara insultos. Dispara tristeza. Dolor y lágrimas. Este gigante no toma vidas, toma sonrisas. Se roba el gozo y la paz. No ocasiona heridas en el cuerpo pero ataca la fe... Destruye sueños y esperanzas. Enferma corazones.
¿Alguna vez le atacaron de esa forma? La dejaron herida sin siquiera brotar una gota de sangre. No fueron heridas visibles sino invisibles. Las cicatrices se llevan por dentro. No se notan hasta que alguien toca en ese punto y hace que usted recuerde y brote sangre internamente. Es cuando se apaga la sonrisa. Se apaga la luz de los ojos. El rictus de dolor apenas se nota en la comisura de los labios y un cierto color gris asoma en el rostro...
Son las relaciones estropeadas. Su "ex" le reclama por qué anda con otro hombre cuando él ya no tiene derecho a nada sobre usted. Son los cielos oscurecidos y muy nublados cuando la esperanza se escapa como la neblina de la mañana. Son esas noches de frío y soledad que le desafían cada mañana a que salga a ver si puede con el cúmulo de dolor que sangra por dentro...
Y usted puede ver a tanta gente paradas en las esquinas esperando el bus para otro día de rutina. Veales los ojos: Están apagados. Sin brillo. Sin luz. Veales las manos, juguetean con la moneda del pasaje sin que se den cuenta. Note como se quedan viendo al infinito sin ver nada. Observe su caminar: lento, sin deseos de seguir, con deseos de abandonar. Observe a la señora con un gran bolso lleno de esperanzas y vacío de amor. Note como sus mejillas están resecas por el tiempo que ha pasado sin recibir un beso...
Son los devaluados. Los que perdieron el valor. Los que una vez escucharon la peligrosa frase: "No vales nada..." ¡Ah! pero le tengo una buena noticia: A ellos vino Jesus. A los devaluados por la vida. Jesus vino precisamente a ellos para darles el valor de ser llamados hijos de Dios... ¿Acaso no es maravilloso nuestro Dios entonces...? Los que nada valíamos, ahora valemos. ¿Nuestro precio? ¡La Sangre de Cristo...! ¡Vamos! Levántense entonces y sonrían. Amen. Abracen. Digan algo hermoso. Ustedes valen. Caminen con garbo. Levanten la vista. Saluden con alegría. Disfruten su café matutino. Gocen... Ustedes son hijos de Dios...
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