RAPSODIA

El otoño es una estación muy bella... Es una estación muy bella en la naturaleza y en la vida. Las hojas empiezan a caer para renovarse una por una... Los árboles se desprenden de ellas y quedan desnudos bajo el escrutinio de los que les rodean...

El otoño es una estación opulenta y romántica, de follajes de oro y cielos de púrpura en que se ven morir las últimas rosas y se acarician los últimos sueños...

En el otoño de la vida no solo vemos menos, también vemos belleza. Las estrellas refulgen con su más nítida blancura y el resplandor de la luna nos envuelve con su frío manto que nos cobija y nos hace soñar con lo que fue o lo que pudo haber sido...

Es la tarde de la vida...

Todo el dolor de la juventud, las emociones y los besos que se dieron en esa época están ya lejos, tan lejos que se pierden en la perspectiva de los recuerdos, cercanos a la zona del olvido...

El otoño es a la vida lo que los años a los que vivimos en esa estación... El corazón se niega a olvidar el hermoso recuerdo del pasado que llenó nuestras almas, que rebasó nuestros anhelos y que nos hizo vivir extasiadamente aquellos momentos difíciles de olvidar...

Quien no vive ardientemente el otoño de la vida, el atardecer de la existencia y no se deleita en estos años, como dijo Salomon, esos días pueden parecer horribles. Ajados por el tiempo. Ojos que se cierran, manos que tiemblan, piernas que se debilitan, labios que no besan, sonrisas que se convierten en muecas de dolor y de amargura...

El otoño del corazón no tiene nada que ver con el otoño de los recuerdos. El gozo de haber vivido apasionadamente, de haber amado y haber sido amado no tiene parangón alguno con el tiempo de la última parada en la vida... El otoño es hecho con restos de naufragios de la vida, que el oleaje de la vida misma trajo un día a nuestras playas el romance hecho canción...

Eso es lo que veo en el hermoso libro de Eclesiastés... El otoño del Rey más sabio de todos los tiempos y que quiso, antes de dejar este mundo, hablarnos sobre lo hermoso y lo frágil de la existencia humana. Salomon nos llena en esas páginas con su magistral pluma y nos transporta a la realidad de la vida misma. "Antes que lleguen los días malos..." ¿Acaso hay días malos para quienes han dado todo? ¿Acaso hay recuerdos malos para quienes enviaron una mirada llena de amor y de romanticismo cuando los ojos se posaron en aquellos ojos que brillaron como miosotis llenos de pasión? ¿Acaso puede haber días malos para la madre que acunó hijos en su mocedad? ¿Acaso puede haber recuerdos malos en un corazón que entregó el último trago del elixir de su juventud...?

Creo que no. Para quien conoce el amor y no hablo del amor humano, sino el Amor de Cristo, el otoño es una estación que nos llena de ternura, de emoción y de paz... El otoño es música para nuestros oídos... Es una rapsodia que resuena día y noche en la tranquilidad de nuestros sueños como una sinfonía de arpegios hermosos y compases que saltan del pentagrama del corazón...

Jesus transforma "los días malos" de Salomon en dias hermosos para vivirlos a plenitud...

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