¿PREGUNTAS...?

Somos adictos a las preguntas...

Cuando alguien nos ofende, lo primero que queremos saber es quién es esa persona para ofendernos o para hacernos sentir mal... ¿Nos conocemos, acaso? ¿Sabe ese insolente con quien está hablando? ¿Conoce algo de mí para que me falte el respeto? ¿Hemos comido en el mismo plato para que me trate de "vos"?  Los chapines somos adictos a todo eso cuando alguien nos trata de manera ofensiva... Somos inquisitivos por naturaleza...

Como pastor he ministrado muchas veces a las queridas damas cuyo esposo las engaña con otra mujer... ¿Como es? ¿Quien es? ¿Qué te dio que yo no te haya dado? ¿Cómo la conociste? ¿La conozco? ¿Por qué le diste a ella lo que me pertenece...? Y podemos seguir con la lista de preguntas...

Solo para quedar en lo mismo: Sin respuestas. Solo con un hondo pesar porque no podemos saber lo que motivó a la otra persona a dejarnos heridos o lastimados en medio del camino... Y no nos queda más remedio que tragarnos el dolor, esconder nuestro orgullo y seguir el camino. Para bien o para mal debemos continuar con el teatro de la vida...

Ese error no lo cometió David cuando está frente al gigante Goliat.

He examinado cuidadosamente el capítulo de 1 Samuel 17 y he hecho una lista de las observaciones que David confeccionó respecto a Goliat. Y solo encontré una pregunta. Solo una. Tomé nota que no se puso a averiguar cosas intrascendentes, cosas que no le iban a abonar en nada en el encuentro con la realidad y la dolorosa confrontación con ese gigante...

Lo unico que encontré fue un comentario, chabacano si quiere, relacionado con Goliat. No hubo preguntas. No hubo una investigación previa al encuentro. No estudió para nada todo lo relacionado a su enemigo. Sin preguntas acerca de las aptitudes de Goliat, su edad, su clase social o cociente intelectual.  David no pregunta nada sobre el peso de la lanza, el tamaño del escudo o el significado del tatuaje de alambre de espinos tatuado en el bíceps del gigante...

David no piensa en cuantos metros pueda medir el gigante. No averigua su árbol genealógico. No se pone a estudiar el color de sus ojos ni el de su cabello. El enemigo de la colina no tiene nada de importancia para David. No le interesa saber por qué es gigante. De que raza viene. Su ADN es intrascendente para el rubio pastor. No quiere saber su grado militar ni sus estudios superiores, si es que los ha tenido. No le interesa saber si tiene títulos ni diplomas ni en qué universidad estudio...

David no es chapìn ni salvadoreño. David es un imberbe y crédulo pastor que confía no en los títulos ni diplomas ni grados culturales. David solo piensa en una Persona. Y esa persona no es Goliat. David piensa más en Dios que en la grandeza del gigante. David les da una buena lección, señoras curiosas... Si en algún momento le entran dudas, piense, como David más en Dios que en la contrincante... Se evitará muchas cóleras y muchas lágrimas... David solo piensa en una pregunta:
 1 Sam. 17:26 "¿Quién es este filisteo incircunciso para desafiar a los escuadrones del Dios viviente?" Eso es todo. ¿Quien te crees que eres para insultar a mi Dios? O dicho de otra manera: ¿Quien te crees para tratar de destruir mi matrimonio? O mis finanzas? O a mis hijos? O a mi esposo? O a mi casa...? Ponga usted el adjetivo y Dios le dará la respuesta... Y deje que la piedra del Señor desarme y destruya ese gigante que se ha levantado contra su casa, su fe, su familia o su sueldo...

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