TRISTEZAS
"...reza por mis tristezas..." dice el verso de mi juventud... La tristeza es un sentimiento que nos llega a todos. Nadie está exento de vivirla y llevarla a cuestas. Es un momento de dolor y sufrimiento extremos que nos hunde en una vorágine de aislamiento en donde nadie más entiende nuestros dolores...
Escuché la triste historia de una familia en donde su hijo de cuatro años murió de leucemia. Era un niño robusto cuando nació. Era el milagro hecho realidad de la pareja que me lo contó. De pronto en su cuna, en vez de juguetes de peluche y motivadores de movimientos, empezò a llenarse de jeringas, agujas, frascos de sueros y tubos de oxigeno...
Poco a poco el niño fue cayendo en un abismo de dolor. Los padres empezaron a perder las esperanzas de que su hijo tanto tiempo deseado y amado les fuera dejado en sus brazos y en su mundo. Y así fue. Su universo se resquebrajó cuando el niño dejó de respirar. Todo se perdió. Cuatro años apenas y una noche que el niño se quedó dormido en su cuna, despertó en el cielo...
Y los padres despertaron a su dura realidad. La tristeza se adueñó no solo de sus vidas sino también de su hogar. Empezó un largo y lento caminar por el valle de sombra de muerte.
¿Está usted pasando por la misma sombra? ¿Sus ojos están leyendo esta historia que se repite día a día y que posiblemente en su vida también sucedió algo parecido? ¿Sus dedos también tocaron una vez el rostro helado y pàlido de un familiar que abandonó este mundo? Los ojos que recorren estas líneas, ¿contemplaron también el cuerpo sin aliento de un esposo, una esposa o un hijo o un padre? ¿Va usted por el valle? Si no, este escrito puede parecer innecesario. Siéntase libre de dejar la lectura. Aquí estará archivado para cuando lo necesite...
Sin embargo, si es así, debe usted saber que el bolso negro de la tristeza es difícil de llevar. Es difícil de cargar porque no todos entienden su pesar. Al principio sí. En el funeral. En el hospital. Junto al sepulcro. Pero no ahora, no entienden que la tristeza permanece. Tan silenciosamente como una nube se interpone entre usted y el sol de la tarde, los recuerdos se deslizan entre usted y el gozo y le dejan en una sombra helada. Para la tristeza no hay advertencia. No hay avisos. Basta el olor de la colonia que usaba su ser amado, o un verso de una canción o de un poema que le gustaba, y usted está otra vez en la triste despedida...
¿Por qué la tristeza no se aparta de usted? Porque sepultó más que a una persona. Sepultó algo de usted mismo. Quizá no en un féretro pero sí en el olvido de la vida. En la tumba de su corazón quedó el amargo recuerdo de una traición. El amargo adiós a aquel amor de su juventud. A sus años de vigor y fuerza. Al cabello negro que ahora tiene hebras blancas. A la piel tersa y suave de su rostro que ahora muestra las arrugas del tiempo. A la firmeza de sus manos que ahora tiemblan con la edad...
¿Por què permanece la tristeza? Porque usted trata con algo más que recuerdos: lucha con mañanas no vividas aún. No solo está luchando contra la tristeza: lucha contra la desilusión. Lucha contra la ira, contra el enojo, el recuerdo de aquella bofetada cuando niña o aquel abuso de un familiar borracho, o un golpe bajo cuando se enamorò de la persona equivocada...
Pero no somos los únicos, amigos mìos. Jesus ya lo vivió: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte..." Y sus amigos no lo entendieron. Prepárese: Tampoco lo entenderán a usted. Solo Jesus entiende su tristeza. Porque él la vivió para saber que se siente estar triste. Por eso le envía este escrito. Para que usted deje la tristeza que le inunda el corazón en las Manos del que todo lo puede...
Escuché la triste historia de una familia en donde su hijo de cuatro años murió de leucemia. Era un niño robusto cuando nació. Era el milagro hecho realidad de la pareja que me lo contó. De pronto en su cuna, en vez de juguetes de peluche y motivadores de movimientos, empezò a llenarse de jeringas, agujas, frascos de sueros y tubos de oxigeno...
Poco a poco el niño fue cayendo en un abismo de dolor. Los padres empezaron a perder las esperanzas de que su hijo tanto tiempo deseado y amado les fuera dejado en sus brazos y en su mundo. Y así fue. Su universo se resquebrajó cuando el niño dejó de respirar. Todo se perdió. Cuatro años apenas y una noche que el niño se quedó dormido en su cuna, despertó en el cielo...
Y los padres despertaron a su dura realidad. La tristeza se adueñó no solo de sus vidas sino también de su hogar. Empezó un largo y lento caminar por el valle de sombra de muerte.
¿Está usted pasando por la misma sombra? ¿Sus ojos están leyendo esta historia que se repite día a día y que posiblemente en su vida también sucedió algo parecido? ¿Sus dedos también tocaron una vez el rostro helado y pàlido de un familiar que abandonó este mundo? Los ojos que recorren estas líneas, ¿contemplaron también el cuerpo sin aliento de un esposo, una esposa o un hijo o un padre? ¿Va usted por el valle? Si no, este escrito puede parecer innecesario. Siéntase libre de dejar la lectura. Aquí estará archivado para cuando lo necesite...
Sin embargo, si es así, debe usted saber que el bolso negro de la tristeza es difícil de llevar. Es difícil de cargar porque no todos entienden su pesar. Al principio sí. En el funeral. En el hospital. Junto al sepulcro. Pero no ahora, no entienden que la tristeza permanece. Tan silenciosamente como una nube se interpone entre usted y el sol de la tarde, los recuerdos se deslizan entre usted y el gozo y le dejan en una sombra helada. Para la tristeza no hay advertencia. No hay avisos. Basta el olor de la colonia que usaba su ser amado, o un verso de una canción o de un poema que le gustaba, y usted está otra vez en la triste despedida...
¿Por qué la tristeza no se aparta de usted? Porque sepultó más que a una persona. Sepultó algo de usted mismo. Quizá no en un féretro pero sí en el olvido de la vida. En la tumba de su corazón quedó el amargo recuerdo de una traición. El amargo adiós a aquel amor de su juventud. A sus años de vigor y fuerza. Al cabello negro que ahora tiene hebras blancas. A la piel tersa y suave de su rostro que ahora muestra las arrugas del tiempo. A la firmeza de sus manos que ahora tiemblan con la edad...
¿Por què permanece la tristeza? Porque usted trata con algo más que recuerdos: lucha con mañanas no vividas aún. No solo está luchando contra la tristeza: lucha contra la desilusión. Lucha contra la ira, contra el enojo, el recuerdo de aquella bofetada cuando niña o aquel abuso de un familiar borracho, o un golpe bajo cuando se enamorò de la persona equivocada...
Pero no somos los únicos, amigos mìos. Jesus ya lo vivió: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte..." Y sus amigos no lo entendieron. Prepárese: Tampoco lo entenderán a usted. Solo Jesus entiende su tristeza. Porque él la vivió para saber que se siente estar triste. Por eso le envía este escrito. Para que usted deje la tristeza que le inunda el corazón en las Manos del que todo lo puede...
Comentarios
Publicar un comentario