SIN RESPUESTA...

La vida puede ser cruel para algunos, mientras que para otros es placentera. En un lugar del universo brilla el sol mientras en el otro lado hay tinieblas. Tsunamis están arrasando vidas inocentes. Tormentas están destruyendo hogares en las Islas mayores. Asesinos escondidos en las esquinas oscuras de nuestra ciudad están al acecho de sus víctimas... Jóvenes escolares están siendo asesinados solo por vivir en el otro lado de la linea divisoria. Madres que están quedando frustradas y enojadas porque les arrebataron a su hija de quince años para descuartizarla en un barranco... Dolor. Tragedia. Lagrimas. Impotencia...

Eso no es nuevo. Ni es propio de nuestra tierra...

El dolor sin respuesta también llena las páginas de la Biblia.  Pensemos en la historia de Job. Escuchemos a Satanàs hablando con Dios: "Veamos, Dios, te quieres hacer el bueno, pero la verdad es que nadie te ama.  Y nadie te teme en realidad..." (paráfrasis mía). Y Dios le respondió. Le mostró a uno de sus siervos estrella. A uno de sus amigos elite. Le mostró a Job. "¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? No hay en la tierra nadie como él, es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal..." (Job 1:8).

"Claro, dijo Satanàs. No es justo que me digas eso. Èl no cuenta para el trato. Porque has puesto alrededor de ese tipo una fortaleza que lo proteja. Cómo no te va a ser fiel y servir bien si nunca dejaste que pasara nada que sacudiera sus cimientos..."

Usted sabe el resto. Job es llevado gratuitamente a un nivel de pobreza, enfermedad, tragedia y dolor como nunca antes había habido en la tierra. Lleve la cuenta, por favor. Esto significa que todo lo de Job quedó en manos de Satanàs. Todo, excepto su vida. Pero su casa, su negocio y todas sus pertenencias. ¡Incluso sus hijos!. Satanàs se dio un banquete con Job...

¿Qué pensar de esto? Si usted estuviera con los amigos de Job, ¿qué explicación le daría?  Son momentos en que como sus amigos no hay nada más que hacer que quedarse callados. Nos quedamos sin palabras para explicar semejante dolor. Y, ¿qué decir de Juan el Bautista? Fue enviado a vivir en el desierto. Santo a más no poder. Comía grillos y miel. Anunció al Cordero de Dios y lo bautizó. ¿Su premio? Una muchacha vulgar bailó en una fiesta y como pago pidió la cabeza de Juan. Se la dieron.  Dios no hizo nada para proteger al anunciador de su Hijo. Ahora pensemos en Jesus mismo. Poncio Pilato jugó a la lotería con Èl. O Jesus o Barrabás. Jesus el sanador de enfermos. El libertador de demonios. El proveedor de pan. Contra Barrabás el asesino, el mañoso, el ladrón y revolucionario. Usted sabe qué eligió  Pilato... El culpable fue liberado y el inocente condenado...

¿Qué respuesta le damos a esto? ¿Qué le puede usted decir a la vecina que vive junto a su cuadra que le robaron sus pocas pertenencias mientras ella dejaba a su hija en la escuela? O, ¿Qué decirle a la niña que asustaron en el bus cuando le robaron su celular y ahora no tiene como llamar a su padre?  Intente usted procesar el dolor que hay en su vida y en la de aquellos que le rodean y quizá se haga la misma pregunta... y se quede también sin la debida respuesta...

Aquí es donde entra la fe en Jesus. Èl sabe todo. Èl conoce todo. Y de todo nos librará. Aunque por el momento no sepamos las respuestas. Èl ha prometido que al final lo vamos a comprender... Por fe...


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