LLORAR

¡Aquí no queremos llorones...! fue la expresión del pastor de una iglesia a la fui invitado a predicar en algún lugar del planeta... No quieren gente que llore. No quieren gente que haga ruidos de lloros, ni que derramen lágrimas de dolor, tristeza o de alegría...

Son los teólogos de la nueva generación... Los duros de corazón. Los que no se enternecen ante la dulce mirada de un hijo que los admira. O de una esposa enamorada. O de un amigo que le extrañaba hacia mucho tiempo... Me dan lástima porque no lloran con los que lloran ni ríen con los que ríen... Su teología los ha endurecido tanto que se han vuelto insensibles ante las emociones que poco a poco van formando un callo en su corazón y en su interior en vez de amor y ternura hay dureza y frialdad...

Todo lo contrario a Jesus. Creo que no hemos leído bien lo que dijo el Maestro en su evangelio: "Ejemplo os he dado..." Por eso es que en muchas iglesias no se predica el evangelio de Cristo sino el evangelio del pastor...

Marta estaba sentada en un mundo húmedo, nublado, triste y lleno de tinieblas... Su futuro estaba gris. Su esperanza y su hermano muertos. Nuevamente la muerte había llegado a visitarlos. Primero sus padres, ahora su hermanito... Alguien está sentado a su lado y le susurra unas palabras de esperanza... "Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25).

Muchos quieren ver a un Jesus con el ceño fruncido, serio y adusto diciendo estas palabras. Como un regaño. Como un reclamo...

Yo no. No, debido a lo que Jesus hace a continuación.  Llora.  Se sienta en una banca entre Maria y Marta, pone un brazo por encima de cada una y solloza.  Entre los tres se revuelve una ola de tristeza.  Se libera un monzón de lágrimas.  Lagrimas que convierten en reflejos las concepciones de acuarelas de un Cristo caballero... Lágrimas que lavan el alma. Que limpian el corazón...

Jesus llora.  Llora con ella.  Llora por ellas.  Llora con usted. Llora por usted. Y por mí...  Llora para que lo sepamos: el luto no es incredulidad.  Unos ojos inundados no representan un corazón desleal. No quiere decir falta de fe. Una persona puede entrar en un cementerio con la misma certeza de Jesus en la vida después de la muerte, y sin embargo, tener en el corazón un cráter como el de un volcán... Cristo lo hizo.  Èl lloró... ¡Y sabía que dentro de diez minutos Lázaro iba a salir de la tumba...!

Las lágrimas de Jesus le permiten a usted derramar las suyas.  El dolor no significa que no confíe.  Simplemente significa que no puede soportar el pensamiento de otro día sin la presencia de su esposa, su hermano, su amiga en su vida.  Si Jesus da el amor, también comprende las lágrimas.  Por lo tanto sufra, llore, lamente,  pero no sufra, no llore ni lamente como aquellos que no conocen el resto de esta historia...

¿Les cuento algo? En mis oraciones íntimas, cuando estoy en la Presencia del Señor cada madrugada, cuando he recibido un milagro que no merecía y no tengo palabras para agradecerle lo que hace por mí... entonces, en vez de palabras le doy mis lágrimas. Lágrimas de gratitud y agradecimiento... Creo que ellas dicen más que muchas palabras... Jesus me dio el ejemplo. Y yo quiero seguirlo...

Comentarios

  1. Que El SEÑOR lo Siga usando Pastor!, el único que puede saciar y llenarnos de gozo es JESÚS, sabiendo que cualquier necesidad en su tiempo ÉL responderá... "Bienaventurados los que lloran recibirán con suelo del ABBA" ...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS