¿FELICES...?

No quiero ser un aguafiestas ni ave de mal agüero, pero este escrito es para quienes piensan que el fin de la vida del cristiano es ser feliz...

Nada más lejos de la verdad... En su Biblia usted nunca encontrará ni una sola referencia a que Dios quiere que seamos felices. No señor. Eso es un invento de los predicadores que quieren congraciarse con sus ovejas para que vayan por el mundo en busca de la felicidad...

Dios lo que quiere es que seamos bendecidos. Ser bendecidos y ser felices son dos cosas muy distintas. A saber:

La felicidad es efímera. Es producto de tener un montón de cosas materiales, dinero, fama, un buen trabajo, una esposa bonita y joven, un pastor multifacético y otras cosas más... Pero vea bien la lista. Todo eso pierde su significado ante la realidad de la vida. Nada de lo que mencioné arriba sirve para solucionar los momentos críticos que llegan gratuitamente para madurarnos y hacernos entender el verdadero significado de la vida en Cristo...

La bendición, por el contrario, no tiene nada que ver con las cosas materiales. Es el nivel espiritual el que cuenta. Usted no lee que Jesus diga en su Sermón del Monte: "felices los que lloran...". Èl dice: "Bienaventurados los..." Tres veces dichosos. No tres veces felices. En una vida llena de bendiciones usted verá siempre una sonrisa a flor de labios no porque esté llena de cosas materiales sino porque su dicha y alegría provienen de su relación con el Padre... Allí radica la razón de la bendición. El Señor se lo prometió a Abraham: "Te bendeciré y serás bendición"...

Les voy a contar una parábola. Lucado la menciono en uno de sus libros pero yo le he cambiado algunas cosas: Un pez ha sido arrojado fuera del mar y esta en la playa revolcándose y haciendo malabarismos para regresar a su lugar: el agua... Pero imaginemos que tratamos de suavizarle el problema al pececillo y hagamos algo a su favor: Pongámosle un TV plasma de última generación para que se sienta feliz. No lo hará. Entonces pongamos un reloj Rolex en su cintura. Tampoco será feliz. Amueblemos un poco su pedazo de playa y una alfombra persa para que la arena no le moleste tanto y pueda estar tranquilo. No será posible. El pez seguirá revolcándose en la arena tratando de respirar para vivir... Se siente morir a cada segundo que pasa...

¿Por qué no puede ser feliz si le hemos llenado de cosas que el mundo ofrece para aquellos que buscan la felicidad? ¡Ah! muy sencillo. El pez no fue creado para vivir fuera del agua. Su elemento vital, lo que le da vida, lo que le bendice es vivir en el agua...

Así es con nosotros los hijos de Dios. Los que somos discípulos de Cristo no podemos ser felices fuera de su entorno. Cada día que no hablamos con el Padre, cada servicio que no acudimos a la iglesia, cada vez que no leemos nuestra Biblia, cada vez que no oramos antes de comer, cada segundo que pasa y no le damos una alabanza a nuestro Creador nos hace revolcarnos de ansiedad y angustia porque no estamos en nuestro elemento... Cuando las arenas del mundo nos alcanzan y quieren sacarnos de nuestro ambiente espiritual, nos ahogamos y asfixiamos porque nos falta nuestro verdadero motivo de vivir: La Bendición de estar cerca de nuestro Señor y Salvador Jesus...

Eso es lo que nos hace vivir plenamente. Realizados. Bendecidos. Dichosos... Eso y nada más.

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