¡CÒMO ME GUSTARÍA...!

No estoy descubriendo el agua azucarada, pero debo empezar este escrito recordando que la vida tiene carreteras en las que muchas veces caemos sin darnos cuenta en alguna de sus curvas y nos encontramos de pronto con algo que viene contra nosotros...

Una deuda inesperada. Sin estar preparados nos llega una nota de alguna parte diciendo que tenemos veinticuatro horas para cancelar una cuenta que se nos había archivado en alguna gaveta de la mente y el departamento jurídico esta listo para embargarnos lo que puedan...

Una enfermedad que nos toma por sorpresa. Creemos que es una simple fiebre y de pronto, a la una de la mañana nos agravamos y sin saber cómo y por qué, resultamos en la cama de un hospital...

El hijo empezó con un pequeño dolor de estómago. Lo lógico: algo comió que le cayó mal. Alka Seltzer con agua y listo... Pero no funcionó y el dolor aumentó hasta que nos dicen que es apendicitis y que hay que operar ya. Sin demora. ¡Ah! y la operación cuesta Quinientos Dólares americanos. Billete sobre billete. No aceptan tarjeta de crédito...

La casa ya está completa para la familia. Cada quien disfruta de su privacidad. Sin previo aviso suena el teléfono y alguien al otro lado de la linea dice que la abuelita quiere pasar quince días con ustedes y que viene en camino desde el cantón cargada de sus cosas personales. Gallinas, patos, el perro con todo y garrapatas... Alguien tiene que dormir en la sala. Que se prepare. Todos se hacen el quite pero no hay manera de evitarlo. Primero la abuelita... recuerden que es mi mamá...

¡Cómo me gustaría decirles que todo se arreglará! Que no se preocupen, que de algún lugar llamaràn para decir que el dinero de la operación viene en camino. Que la deuda no era de ustedes sino del vecino. Que no era apendicitis sino un simple retortijón, que les reintegrarán el dinero cancelado. Que la abuelita se perdió en el camino porque agarro otro bus...

¡Cómo me gustaría decirles eso!

Pero no puedo. No puedo mentirles porque las curvas en el camino nos agarran por sorpresa. Son las curvas que nos hacen llorar de pena. Que nos traen la aflicción al alma y a la familia. Son los baches del camino que provocan que el hogar se tambalee. Son los caminos rurales de la vida que tienen muchas piedras y nos hacen tropezar sin darnos cuenta. Cuando abrimos la boca y en lugar de decir palabras sabias decimos palabras necias...

¡Cómo me gustaría decirles que aguanten lo más que puedan...! Que Dios esta en control de todo y que Èl suplirá para pagar el hospital, el banco y encargarse de la abuela y del apéndice del niño... Que dejen todo en las Manos del Señor. "Sì, pastor Berges, es cierto. Pero... ¿Cuando responderá el Señor? Es el hospital dice que ya. La abuelita viene en camino. La fiebre no baja. Y necesitamos al Señor ¡Ya!".   Aquí es en donde entra en juego la paciencia. Esa hermana de la fe que nos hace bajar los brazos, sentarnos con la cabeza entre las manos apoyados en las piernas sentados en una silla solos, sintiéndonos abandonados y sin esperanza...

Por más que yo trate de decirles que tengan paciencia mis palabras no consolarán su aflicción. Porque el milagro lo necesitamos hoy. Pero Dios, que todo lo ve, sabe que hemos encontrado una curva que fue Èl precisamente quien la puso en nuestro camino para ver qué hacemos... Porque así como Èl la puso, así nos ayudará a transitarla... Así que no puedo decirles lo que me gustaría... Solo decirles que Dios esta en control de todo. Tanto de ustedes como de mí mismo. Porque yo también he enfrentado esas curvas que me hacen detenerme a la orilla del camino, apagar el motor y dejar que Èl actúe... Y, ¿saben qué? Nunca me ha dejado allí por mucho tiempo... Lo mismo hará por ustedes... Apaguen su motor y estacionense a la orilla del camino. Cuando vuelvan a ver, la carretera estará en recta...

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS