SINGULARES

Entre mis cosas guardo algunas mancuernillas que uso cuando me pongo ropa de vestir. Algunas son caras y otras baratas, pero todas tienen un valor intrínseco muy especial. Algunas las he comprado yo y otras me las han regalado. Todas me gustan y las voy rotando a medida que pasa el año...

Pero entre todas mis cosas, hay un regalo que tiene un valor muy pero muy especial. No tiene precio, tiene valor. Y es muy especial porque fue mandado a hacer especialmente para mí. No estaba en una vitrina al mejor postor. No fue hecho en serie. Quien me lo mandó hacer fue una mujer muy grande en amor, en atención y en esmero. Se ocupó de que se hiciera a mi medida, a mi gusto y además de todo, le mando poner mis iniciales para hacerme saber que fue hecho exclusivamente para mí. No puedo regalarlo porque habría que dañarlo al quitarle mis iniciales. Es una esclava de oro. Me la regaló mi mamá. Es el único recuerdo que tengo de ella además de los recuerdos emocionales por supuesto.

Esa esclava es singular. Unica en su clase. No puede ser reemplazada. Cada eslabón fue escogido con sumo cuidado. Sus soldaduras son perfectas para que duren años. Cada inicial fue grabada con esmero y afecto...

Y, aunque casi no la uso para evitar perderla, no ha perdido nada de su valor. Es valiosa no por su función, sino por su creadora: Mi amada madre...

Eso deber ser lo que tenía en mente el salmista cuando escribió: "Tù me formaste en el vientre de mi madre" Sal. 139:13.

Piense usted en esas palabras. Fue formado. No fue producto de un accidente. No fue el resultado de una producción en masa. No es el producto de una linea de montaje. Fue deliberadamente  planificado, especialmente dotado y amorosamente ubicado sobre esta tierra por el Maestro Artesano.

En una sociedad que tiene muy  poco espacio para segundas categorías, eso constituye una buena noticia.  En una cultura donde la puerta de la oportunidad solo se abre una vez y luego se cierra de un golpazo, eso constituye una revelación.  En un sistema que determina el valor de un ser humano según las cifras de su salario o la forma de sus piernas, el color de sus ojos y sus diplomas, permítame que diga algo: El plan de Jesus es motivo de gozo.

Jesus nos vino a anunciar que se avecina un nuevo reino... un reino donde el valor de las personas no se atribuye según lo que hace, sino según a quien pertenecen...

Eso nos hace especiales. Por dos motivos: Quién nos hizo y de quien somos. Como mi esclava de oro. La hizo mi mamá. Y me pertenece. Tiene mi nombre en letras. No puede usarla nadie más que yo...

Eso me da la certeza de que nadie puede disponer de mi vida sino el Unico que tiene derecho a hacerlo: Mi Hacedor. Porque Èl me hizo para Su Gloria... Somos singulares... ¿Lo puede ver...?

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