RECORDAR

He estado cometiendo un tremendo error al orar al Señor... Lo confieso con mucha pena y vergüenza porque a pesar de todos mis años de cristianismo, ministerio, conocimiento y otro montón de papeles que tengo guardados en algún lugar, no había comprendido algo...

Pero empecemos por el principio...

En mis oraciones "santas" siempre le decía al Señor: "Señor, tú sabes quien soy. Tù sabes cuantos pecados he cometido y creo que recuerdas la vez pasada que hice esto, lo otro y esto otro... Por favor perdona esas cosas feas que hice en el pasado y permíteme empezar de nuevo..." Debo decir que mis motivos eran puros y mi corazón estaba siendo agradecido con el Señor por perdonarme y olvidar mis caídas y errores... Solo que estaba tan equivocado como creer que la luna es de queso...

¿Cuando lo descubrí? Cuando me di cuenta que estaba usando la palabra "recuerdas". En algún momento de mi confesión me di cuenta que estaba siendo incrédulo ante el Señor. Creyendo que le estaba hablando bien, comprendí que le estaba fallando ¡otra vez!.

Fue cuando recordé algo que está escrito. Recordé sus palabras, están en Hebreos 8:12: "PUES TENDRE MISERICORDIA DE SUS INIQUIDADES, Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS."(LBLA). ¡Vaya! esa fue una sorpresa agradable y esclarecedora para mí. Dios no solo perdona mis errores. También los olvida. Borra la pizarra. Destruye la evidencia. Quema la película. Vacía la computadora...

Èl no recuerda mis pecados. Aunque es capaz de todo, eso es algo que se niega a hacer.  Se niega a guardar una lista de mis errores.  Cuando le pido perdón no saca una tabla con sujetapapeles y dice: "Pero si ya te he perdonado quinientas veinte veces por eso".

Èl no recuerda. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones...

El problema con mi oración era que el que no olvida el pasado soy yo, no el Señor. Usted todavía recuerda. Porque usted es como yo. Todavía recordamos quienes éramos antes de llegar al Señor y ese dedo acusador nos acompaña aunque estemos en Su Presencia. No es Èl, somos nosotros. En el sótano de nuestros corazones están los fantasmas de los pecados del ayer.  Pecados que hemos confesado, errores de los que nos hemos arrepentido, daños que nos hemos esforzado por reparar... Y aunque ahora somos diferentes, los fantasmas persisten. Aunque hemos cerrado la puerta del sótano, todavía nos persiguen. Flotan para buscarnos, espantan nuestra alma y nos roban el gozo.  Nos susurran sin palabras y nos recuerdan aquellos momentos en los que olvidamos de quién somos hijos...

Por eso ahora, que me presento ante el Señor cambié mi forma de orar... Ahora le digo algo diferente: "Señor, puedo contar contigo. Por favor, cuenta tú conmigo..." Y ya no recuerdo nada más, solo que soy su hijo y Èl es mi Padre. Eso es todo...

Comentarios

  1. Buenos días Pastor Berges!
    Hay un capítulo muy especial que yo leo seguido... Capítulo 51 del libro de Salmos, CONFORME A LA MULTITUD DE tus piedades borra mi rebeliones.... LÁVAME MÁS Y MÁS DE MI MALDAD , Y LÍMPIAME DE MI PECADO! ... Que peticiones las del Salmista....
    Bendiciones Pastor y nuevamente Dios confirma su palabra...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS