GETSEMANÌ

Hay lugares en donde se libran batallas dolorosas. Hay lugares en donde se pelean batallas que nos desgarran el alma y nos dejan en pedazos el corazón...

Hay lugares en donde nuestros sueños son bombardeados con los cañones del infierno y nos los destrozan de un solo tajo. Hay lugares en donde nuestras batallas parece que están perdidas antes aún de empezar...

Esos lugares son los más oscuros de nuestras vidas. Son los momentos en los que no vemos la luz al final del túnel, en donde la noche carece de estrellas y el horizonte se hace más y más lejano...

Son esos momentos en los que nos sentimos tan solos aunque estemos rodeados de gente. De gente como nosotros. Hundidos hasta el cuello de soledad e infortunio... Son los momentos oscuros porque las deudas nos ahogan, la enfermedad nos amenaza, el dolor no nos abandona, el sueño nos es negado, el hambre se disipa, el frío cala hasta los huesos y el amor se enfría... Los brazos que antes nos daban calor ya no están, y si están no se dan cuenta de nuestra necesidad de ser cobijados para recibir un poco de sustento para nuestras almas...

No se preocupen... estamos en un Huerto...

Me imagino que eso fue lo que vivió Jesus en su Getsemanì. El Padre le dijo "No" a su petición de ayuda. Y Jesus aceptó la respuesta.  En algún momento durante esa vigilia, a media noche, un ángel misericordioso visitó  el cuerpo exhausto del hombre en el huerto.  Al levantarse, la angustia desaparece de sus ojos.  Su puño se relaja.  Su corazón deja de pelear... La batalla se ha ganado.  Tal vez haya usted pensado que se ganó en  el Gòlgota. Pero no fue así. Tal vez haya considerado que el sepulcro vacío fue la señal de la victoria. No lo fue tampoco. La batalla final se ganò en Getsemanì. En ese huerto ingrato que fue testigo del dolor más grande que el universo haya observado. Las estrellas apagaron su brillo y la luna ocultó su rostro ante la vergüenza de ver al Perfecto e Inocente Cordero de Dios sudando gotas de sangre pidiendo un poquito de misericordia... Y le fue negada...

La señal de la conquista es Jesus, en paz, entre los olivos.  Entregado por entero a la voluntad de su Padre. Los labios resecos. Las manos temblando y su cuerpo húmedo de tanto sudar su dolor. Solo los árboles de ese huerto fueron mudos testigos de la batalla más ingrata que se haya librado...

¿Todo por quien? Por nosotros. Por usted. Por mí. Por los que aún no han llegado. Por los que aún no han nacido.  Por los que aún lo rechazan.  Por los que todavía lo insultan y lo escupen...

Por eso, cuando todos le rechazan, Cristo le acepta.  Cuando todos le abandonan, Cristo le encuentra.  Cuando nadie se interesa por usted, Cristo le reclama como suyo.  Cuando nadie está dispuesto ni siquiera a darle la hora, Jesus le dará palabras eternas...Somos, entonces, fruto de una batalla. Somos el botín de guerra entre la Luz y las tinieblas. Somos el fruto de una conquista. Somos el trofeo de Dios a través de la batalla de su Hijo en el Getsemanì...

¿Y usted...? ¿Está pasando por un huerto este día? ¿Está usted sudando gotas de amargura por algo que no logra entender? ¿Quizá esta usted batallando contra algún vicio que no logra dejar? ¿Por una pasión prohibida que no logra abandonar?  ¿Por una opinión médica que la asusta y le mete el temor hasta el fondo de su herido corazón? Entonces Getsemanì es por usted. Allí se ganó lo que usted, yo y muchos más hemos perdido... Allí se ganó nuestra victoria... Ría entonces de gozo...

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