ÈL SABE...
Mat. 26:41 "Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil."
Escribí hace poco que no podemos vencer nuestras debilidades a menos que haya Alguien más poderoso que nosotros para poder hacerlo. Eso explica por qué antes de conocer a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador andábamos en tinieblas, llenos de delitos y pecados. Derrotados por las tentaciones, dando tumbos y siendo marionetas en las manos de Satanàs que nos hundía más y más en el fango y el lodazal de la vida... Por eso nos debiera ser difícil juzgar a aquellos que no conocen la Verdad. Jesucristo es la Verdad. Al no conocerlo a Èl están en su verdad. Y la verdad del hombre es la mentira que nos llevaba a la derrota una y otra vez...
Jesus, como hombre, como el carpintero que había sido, antes de ser Glorificado por el Padre, sufrió todo lo que nosotros sufrimos. Su humanidad rogó ser librada de lo que en su divinidad podía prever. Jesus, el carpintero implora. Jesus, el hombre se asoma al foso oscuro y suplica "¿No puede haber otro camino, Padre...?"
¿Sabía él la respuesta antes de ser hecha la pregunta? ¿Abrigaba su corazón humano la esperanza de que su Padre celestial hubiera encontrado otro camino? No lo sabemos... Pero sabemos que pidió ser librado. Sabemos que rogó una salida. Sabemos que hubo un momento en el que, si hubiera podido, habría dado la espalda a todo el desastre y quizá se habría ido...
Pero no pudo...
No pudo porque nos vio. Exactamente ahí, en medio de un mundo que no es justo. Nos vio lanzados en un río de vida que no pedimos. Porque nadie de nosotros pidió venir a este lugar lleno de llagas y dolores. Nos vio traicionados por aquellos a quienes más amamos. Nos vio con un cuerpo que se enferma y un corazón que se debilita. Nos vio sufriendo por un amor que no pedimos pero se cruzó en nuestro caminar. Nos vio derramar lágrimas de angustia cuando la tentación llega a nuestra vida y no queremos caer en ella. Nos vio siendo tentados más allá de nuestras fuerzas. Nos vio sintiendo la punzada del deseo prohibido de besar aquellos labios que no debemos besar... Nos vio deseando tener en nuestros brazos por solo unos segundos a aquella persona que no nos pertenece... Sentir el olor que despide aquel otro que nos embriaga con su aroma y que no debemos respirar... (¿qué más puedo describir, hermanos y hermanas...?)
Nos vio en nuestro propio huerto de Getzemani y no quiso que estuviéramos solos como lo estuvo él. Èl quería que supiéramos que él también ha estado ahí. Èl sabe lo que es ser traicionado. Sabe lo que es sentirse confundido. Sabe lo que significa debatirse entre dos deseos. Sabe lo que es oler el hedor de Satanàs. Y tal vez, más que nada, sabe lo que es suplicar a Dios que cambie de opinión y oírle responder, con dulzura pero con firmeza: "No".
Sabe lo que es pedirle a Dios que nos quite ese sentimiento prohibido. Que nos lleve a otro lugar en donde no nos encontremos con esas situaciones que nos empujan una y otra vez a fallarle. Le rogamos que quite ese estorbo de nuestro camino. El sabe lo que es pedirle al Padre que nos ayude a no ver lo que no debemos ver... Y tener que escuchar un rotundo "No, no lo haré. Tienes que cumplir con mi Voluntad. Tienes que aprender a obedecer hasta la muerte de tu yo..." Por eso Jesus pidió algo que nos asombra todavía hoy: "Padre, no te pido que los quites del mundo, solo que los guardes del mundo..."¿Le ayuda en algo esto que ha leído para saber que tiene que compartir este mundo conmigo y con muchos más...?
Escribí hace poco que no podemos vencer nuestras debilidades a menos que haya Alguien más poderoso que nosotros para poder hacerlo. Eso explica por qué antes de conocer a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador andábamos en tinieblas, llenos de delitos y pecados. Derrotados por las tentaciones, dando tumbos y siendo marionetas en las manos de Satanàs que nos hundía más y más en el fango y el lodazal de la vida... Por eso nos debiera ser difícil juzgar a aquellos que no conocen la Verdad. Jesucristo es la Verdad. Al no conocerlo a Èl están en su verdad. Y la verdad del hombre es la mentira que nos llevaba a la derrota una y otra vez...
Jesus, como hombre, como el carpintero que había sido, antes de ser Glorificado por el Padre, sufrió todo lo que nosotros sufrimos. Su humanidad rogó ser librada de lo que en su divinidad podía prever. Jesus, el carpintero implora. Jesus, el hombre se asoma al foso oscuro y suplica "¿No puede haber otro camino, Padre...?"
¿Sabía él la respuesta antes de ser hecha la pregunta? ¿Abrigaba su corazón humano la esperanza de que su Padre celestial hubiera encontrado otro camino? No lo sabemos... Pero sabemos que pidió ser librado. Sabemos que rogó una salida. Sabemos que hubo un momento en el que, si hubiera podido, habría dado la espalda a todo el desastre y quizá se habría ido...
Pero no pudo...
No pudo porque nos vio. Exactamente ahí, en medio de un mundo que no es justo. Nos vio lanzados en un río de vida que no pedimos. Porque nadie de nosotros pidió venir a este lugar lleno de llagas y dolores. Nos vio traicionados por aquellos a quienes más amamos. Nos vio con un cuerpo que se enferma y un corazón que se debilita. Nos vio sufriendo por un amor que no pedimos pero se cruzó en nuestro caminar. Nos vio derramar lágrimas de angustia cuando la tentación llega a nuestra vida y no queremos caer en ella. Nos vio siendo tentados más allá de nuestras fuerzas. Nos vio sintiendo la punzada del deseo prohibido de besar aquellos labios que no debemos besar... Nos vio deseando tener en nuestros brazos por solo unos segundos a aquella persona que no nos pertenece... Sentir el olor que despide aquel otro que nos embriaga con su aroma y que no debemos respirar... (¿qué más puedo describir, hermanos y hermanas...?)
Nos vio en nuestro propio huerto de Getzemani y no quiso que estuviéramos solos como lo estuvo él. Èl quería que supiéramos que él también ha estado ahí. Èl sabe lo que es ser traicionado. Sabe lo que es sentirse confundido. Sabe lo que significa debatirse entre dos deseos. Sabe lo que es oler el hedor de Satanàs. Y tal vez, más que nada, sabe lo que es suplicar a Dios que cambie de opinión y oírle responder, con dulzura pero con firmeza: "No".
Sabe lo que es pedirle a Dios que nos quite ese sentimiento prohibido. Que nos lleve a otro lugar en donde no nos encontremos con esas situaciones que nos empujan una y otra vez a fallarle. Le rogamos que quite ese estorbo de nuestro camino. El sabe lo que es pedirle al Padre que nos ayude a no ver lo que no debemos ver... Y tener que escuchar un rotundo "No, no lo haré. Tienes que cumplir con mi Voluntad. Tienes que aprender a obedecer hasta la muerte de tu yo..." Por eso Jesus pidió algo que nos asombra todavía hoy: "Padre, no te pido que los quites del mundo, solo que los guardes del mundo..."¿Le ayuda en algo esto que ha leído para saber que tiene que compartir este mundo conmigo y con muchos más...?
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