DISFRACES 1

Nos gustan los disfraces. Desde que fuimos niños hasta la edad adulta nos volvemos expertos en disfrazarnos... Nos disfrazamos de felicidad. Nos pintamos la sonrisa cada día en nuestros labios pero al entrar a casa se borra por completo. Nos disfrazamos de que estamos satisfechos pero cuando estamos solos y se nos cae el disfraz mostramos nuestra inconformidad...

Disfrazamos nuestro matrimonio de felicidad pero la verdad es que no lo somos totalmente. Siempre hay algo que falta: besos. Amor expresado. Ternura. Abrazos. Un te amo... Pero los demás no se dan cuenta porque lo disfrazamos muy bien...

¡Ah! Pero en donde somos más expertos en el disfraz es en la iglesia... Cuando llaman al altar para ser ministrados no pasamos porque estamos bien disfrazados de que nada de lo que el predicar dijo es para nosotros... Nos ponemos el disfraz que dice: "aquí no pasa nada...", cuando en realidad somos los más necesitados... Cantamos, oramos, levantamos las manos y ponemos ojos de santidad... Todo un disfraz...

Cuando yo era niño aprendì en mi escuela primaria a hacer máscaras. Me enseñaron a prensar el papel periódico, a darle forma a la careta y a pintarla con colores alegres. Cuando llegó el examen me hicieron que me la pusiera para ver como me quedaba. Me ajusto a la medida porque mi papá me ayudó a hacerla al tamaño de mi cara... Ajustò perfectamente. Tenía una larga y hermosa sonrisa pintada de rojo y todo fue del agrado de mi maestra... Gané el examen... Desde entonces aprendí lo que es una máscara. Y un disfraz... Hoy no me olvido de aquella experiencia. Allí nació mi arte para el disfraz...

Desde que Eva cosió las hojas de higuera a la medida de Adan, hemos escondido nuestras verdades. Y con cada generación hemos perfeccionado el arte.  Hemos aprendido a tener la capacidad para meter nuestras cinturas tamaño leñador en pantalones tamaño bailarina... O, como las geishas chinas, aprendemos a caminar en zapatos más pequeños para lucir pies pequeños.

Somos maestros del disfraz.  Se conducen autos para impresionar.  Se compran jeans para representar una imagen.  Se compran adornos para ocultar un pasado.  Se cambian los nombres.  Se levantan pesas.  Se inventan historias.  Se compran juguetes.  Se profesan logros. Se inventan títulos. Se estudian carreras que no servirán para nada. Se trabaja hasta altas horas de la noche...

Y se ignora el sufrimiento.  Y con el tiempo, la verdadera identidad queda en el olvido.  Con el tiempo se nos olvida quien en realidad somos. O mejor dicho, somos lo que decimos ser. Aunque sea ficción. Aunque sea un disfraz que oculte nuestras realidades. No somos fracasados, solo inexpertos. No somos abusadores, solo explosivos. No somos mediocres, solo es que no nos ha llegado el momento. No somos pobres, solo es que la fortuna no nos ha sonreído... Nos disfrazamos como los héroes de las historietas. Como Hulk que cuando se enoja se pone verde y destruye todo a su paso, pero cuando pasa la ira vuelve a ser el buen hombre de la oficina... O como Dorian Grey, cuando nos vemos al espejo cambiamos de imagen sin darnos cuenta que un día se revelara nuestro verdadero yo... Nos podemos disfrazar ante todos... Menos ante Jesus. Èl nos hizo. Èl nos conoce. Èl sabe...

Por eso dice: Clama a mi y yo te responderé y te mostraré quien en realidad eres. Solo clama...

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