¡LIBRES...!

El camino hacia la esclavitud nunca se olvida.  Ese camino queda grabado en la mente  y en los recuerdos de todos nosotros...

¿Cómo olvidar aquella cita juvenil que solo nos trae recuerdos amargos y dolorosos? ¿O qué tal decir que nos trae recuerdos vergonzosos? El camino hacia la esclavitud del pecado es algo que nos duele en el alma. Quisiéramos no volver a recordar cuando la lluvia está cayendo y nos encierra no solo en casa sino también en los recuerdos de lo que pasó aquella vez que estaba lloviendo a cántaros...

Alguien dijo que recordar es volver a vivir... Y es cierto. Volvemos a revivir aquellos momentos en que fuimos cegados por la tentación, por el deseo, por la mirada o por los oídos... Es por eso que hay tantos recuerdos escondidos en las cavernas de nuestra mente pugnando por salir a flote a la primera provocación... Una canción del pasado, una esquina de la calle donde vivíamos cuando pasó, una tienda en donde hicimos otras cosas, una excursión a la playa, una noche de luna, una fiesta de cumpleaños en donde probamos el primer beso...

Pero hay otro camino que nunca se olvida: El camino a la libertad... Bueno, más que un camino es una salida.  Los grilletes se abren y tal vez por primera vez, nace la libertad... Y, si somos sinceros, no queremos volver atrás. No queremos volver a tener en nuestras muñecas los grilletes que nos aprisionaban y que nos mantenían esclavos. No ahora. Ahora somos libres... ¿Recuerda su experiencia cuando fue liberado? ¿Donde estaba usted la noche que fue a la reunión de aquella iglesia en donde encontró su libertad en Cristo? ¿Recuerda la voz del Padre cuando le llamó hijo o hija? ¿Quien caminó con usted por el pasillo el día que fue libre? ¿Todavía puede revivir la escena? ¿Puede sentir los nervios de aquel momento y la emoción de encontrarse con su Amigo Jesus...?

Eso espero.  Espero que se hayan grabado para siempre en su alma el momento en el que el padre le levantó en la oscuridad y le guió por el camino.  Es un recuerdo como ningún otro.  Porque cuando Èl nos hace libres, somos verdaderamente libres...

Las personas que han sido esclavas describen con claridad el momento de su liberación...

¿Puedo contarle el mío? Desde siempre había estado buscando al Dios que me hablaban los poetas. Al Dios que me hablaban los griegos y los religiosos. Pero una noche, como a las siete de la noche busque refugio en una Iglesia cerca de mi colonia. Entrè sin que me invitaran y me senté en la parte de atrás. Empezaron los cantos pero yo no sabia nada de las letras ni la música. Iba con ansias en mi corazón y en el bolsillo de mi camisa mi paquete de cigarrillos del cual iba a tomar uno cuando terminara la reunión... Era verano y hacia mucho calor en el templo. Un hombre ya entrado en años empezó a hablar de Dios, de la salvación y de los que necesitaban entregarse al Señor para ser libres de su estilo de vida. Puse toda la atención por pura cortesía y educación, pero cuando hizo el llamado, sentí como una mano me levantaba de mi silla y me hizo caminar por el pasillo. Iba lleno de sudor por la vergüenza y al mismo tiempo por el deseo de llorar y derramar mi corazón a los pies del hombre que estaba llamándome... Yo no sabía que no era él sino Jesus... Desde aquel momento todo cambió. Los grilletes que me ataban al mundo y al pecado se abrieron y sentí "eso". Sentí que era libre. Al salir del templo, tiré el paquete de cigarrillos y hasta el día de hoy, hace 38 años no he vuelto a probar nada de eso... Fui libre. Libre de muchas cosas y hoy recuerdo perfectamente ese camino...

¿Lo recuerda usted...? ¿O aún sigue recordando su escabroso camino por el pecado...?

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