HERMANOS
Cuando mi hermano mayor y yo estábamos en primaria, le regalaron para navidad un trompo. Lo estuvimos jugando en la acera frente a nuestra casa toda la mañana de ese día y tomamos experiencia en hacerlo bailar en cada jalón que le dimos a la cuerda...
En algún momento del juego, mi hermano me dijo que lo iba a lanzar más lejos para ver si podía hacerlo bailar... No tuvo tanta fortuna pues el trompo salió volando hacia la ventana de uno de los vecinos y ya sabe, el ruido de vidrios rotos llenó el silencio del momento... No tardó el dueño de la casa a salir y preguntar quién iba a pagar el vidrio roto.
En ese momento negué que fuera mi hermano. Cambié mi apellido y dije que yo era un visitante de otro paìs... Pero algo sucedió detrás de nosotros...
Nuestro papá salió a ver qué había sido ese ruido y habló con el vecino... Entre sus palabras pude escuchar las siguientes: "Sì, ellos son mis hijos". "Sì, yo pagaré por el error"...
Jesus dice lo mismo de usted. Sabe que erró el blanco. Sabe que no puede pagar por sus errores. Pero Èl sí puede. Puesto que fue libre de pecados, Èl puede hacerlo. Lo dice 1a. de Juan 4:10 "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" Y Hebreos 2:11 "Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual El no se avergüenza de llamarlos hermanos" ¿Ya lo vio? Èl nos llama sus hermanos. No hace lo que yo hice. No nos niega delante del padre. No se avergüenza de nuestros yerros. Al contrario, responde por ellos porque sabe que nosotros no podemos pagar los vidrios rotos...
Jesus no se avergonzó de David. No se avergonzó de Absalòn. Ni de Judas. Ni de Pedro. Tampoco se avergüenza de usted. Èl le llama hermano, le llama hermana... Ahora, la pregunta que surge es: ¿Lo llama usted a Èl, Salvador? O, más aún: ¿Lo llama Señor? ¿No se avergüenza usted de Èl cuando llega el primo con su maleta llena de regalos a su casa? ¿No se avergüenza de dar gracias al Señor por la mesa en el restaurante delante de los meseros?
Tome unos momentos para responder estas preguntas. Quizá nunca lo haya hecho. Tal vez no sabía usted cuánto le ama Cristo. Ahora lo sabe. Jesus no negó a David. Tampoco lo negara a usted. Simplemente espere el final y verá como lo reciben en la Casa del Padre: Con bombos y platillos y Jesus sonriendo de presentarlo ante el Padre...
Porque basta una palabra de Jesus al Padre y Dios hará otra vez lo que hizo con David y muchos más como él: le buscarà, le redimirà y le utilizarà.
Esa es mi esperanza y mi fe. Yo no puedo pagar los vidrios que he dejado rotos a lo largo de mi caminar... Pero Jesus sí pudo y puede hacerlo. Aunque yo siga quebrando vidrios, mi Hermano Mayor responderá por mí... Y lo hará por usted también...
En algún momento del juego, mi hermano me dijo que lo iba a lanzar más lejos para ver si podía hacerlo bailar... No tuvo tanta fortuna pues el trompo salió volando hacia la ventana de uno de los vecinos y ya sabe, el ruido de vidrios rotos llenó el silencio del momento... No tardó el dueño de la casa a salir y preguntar quién iba a pagar el vidrio roto.
En ese momento negué que fuera mi hermano. Cambié mi apellido y dije que yo era un visitante de otro paìs... Pero algo sucedió detrás de nosotros...
Nuestro papá salió a ver qué había sido ese ruido y habló con el vecino... Entre sus palabras pude escuchar las siguientes: "Sì, ellos son mis hijos". "Sì, yo pagaré por el error"...
Jesus dice lo mismo de usted. Sabe que erró el blanco. Sabe que no puede pagar por sus errores. Pero Èl sí puede. Puesto que fue libre de pecados, Èl puede hacerlo. Lo dice 1a. de Juan 4:10 "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" Y Hebreos 2:11 "Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual El no se avergüenza de llamarlos hermanos" ¿Ya lo vio? Èl nos llama sus hermanos. No hace lo que yo hice. No nos niega delante del padre. No se avergüenza de nuestros yerros. Al contrario, responde por ellos porque sabe que nosotros no podemos pagar los vidrios rotos...
Jesus no se avergonzó de David. No se avergonzó de Absalòn. Ni de Judas. Ni de Pedro. Tampoco se avergüenza de usted. Èl le llama hermano, le llama hermana... Ahora, la pregunta que surge es: ¿Lo llama usted a Èl, Salvador? O, más aún: ¿Lo llama Señor? ¿No se avergüenza usted de Èl cuando llega el primo con su maleta llena de regalos a su casa? ¿No se avergüenza de dar gracias al Señor por la mesa en el restaurante delante de los meseros?
Tome unos momentos para responder estas preguntas. Quizá nunca lo haya hecho. Tal vez no sabía usted cuánto le ama Cristo. Ahora lo sabe. Jesus no negó a David. Tampoco lo negara a usted. Simplemente espere el final y verá como lo reciben en la Casa del Padre: Con bombos y platillos y Jesus sonriendo de presentarlo ante el Padre...
Porque basta una palabra de Jesus al Padre y Dios hará otra vez lo que hizo con David y muchos más como él: le buscarà, le redimirà y le utilizarà.
Esa es mi esperanza y mi fe. Yo no puedo pagar los vidrios que he dejado rotos a lo largo de mi caminar... Pero Jesus sí pudo y puede hacerlo. Aunque yo siga quebrando vidrios, mi Hermano Mayor responderá por mí... Y lo hará por usted también...
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