AMIGO

Cuando usted lee el Evangelio de Juan lo primero que se dará cuenta es que este escritor no lo trata como Alguien que no se puede definir...

"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios" Para Juan, el Verbo era y es Alguien que se puede tocar. Que se puede palpar. Que se puede sentir... Ese era Jesus para Juan...

No era Alguien inalcanzable. Estaba a la distancia de un toque de los dedos. Quizá por eso a Juan le gustaba recostarse sobre su talith, su manto de oración, para estar más cerca de su corazón... Conocer el corazón de Jesus era para este discípulo una meta. Y lo logró...

Para Juan, Jesus era ante todo, un compañero leal. ¿Era el Mesias? Sì.  ¿Era el Hijo de Dios? Por supuesto. ¿Un hacedor de milagros? Eso también. Pero más que nada Jesus era un amigo.  Alguien con quien podría ir de excursión, a bañarse al río o contar estrellas en una noche de luna...

Simple.  Para Juan, Jesus no era un tratado sobre teología. No era un exigente de cultos extraños ni de sacrificios sobre aguantar hambre, mucho menos era alguien que les obligaba a vivir en un desierto. Jesus era un amigo...

Bueno, pero, ¿Qué se hace con un amigo? También es bastante sencillo: Se permanece fiel a su lado...

Quizá por eso Juan fue el único de los doce que estuvo en la cruz.  Fue a decirle adiós a su amigo. Aunque nos lo explica en su escrito, él aún no había logrado entender del todo lo que su amigo estaba haciendo pero sin embargo allí estaba... a lo lejos, pero cerca de su amigo...  Para Juan, su amigo más cercano estaba en problemas y por eso vino a a ayudar. Decirle sin palabras: "Aquí estoy..."

¿Puedes cuidar a mi mamá?

Por supuesto. Para eso son los amigos...

Juan nos enseña que la relación más sólida con Jesus no es necesariamente algo complicado.  Nos enseña que los hilos más fuertes de lealtad no se tejen con complicaciones sino con amistades.  Amistades perseverantes, desinteresadas, gozosas...

Y eso es precisamente lo que nos falta a muchos de nosotros.  Aunque vamos a la misma iglesia, cantamos los mismos coros, oramos las mismas oraciones y escuchamos el mismo sermón, cuando de amistad se trata estamos en cero.  Juan y Jesus eran sobre todo amigos. Y creo que es un buen momento para examinar nuestra teología. Especialmente los pastores y líderes que enseñamos las vidas de Jesus y de Juan. No hemos reparado en este detalle en la experiencia del apóstol por eso no estamos dispuestos a imitarlos. Nos complicamos en exégesis, hermeneùticas y teologías y olvidamos lo más fácil y sencillo: Ser amigos... Necesitamos empezar de nuevo. O quizá sea más correcto decir, necesitamos nacer de nuevo... ¿No les parece mis amigos...?

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