VENENO

El pecado es algo horrible... Nos destruye por dentro como carcoma... Nuestros huesos se envejecen no por la edad sino por lo corrosivo del pecado...

¿Sabe usted como trabaja Satanàs con nuestras vidas para hacernos caer? Las serpientes venenosas no tienen la capacidad que tiene la anaconda, por ejemplo, de ser serpientes constrictoras. Ellas no tienen ni el cuerpo ni la fuerza para matar a su presa asfixiándola y luego alimentarse... Las serpientes venenosas tienen eso, precisamente, veneno y lo saben utilizar... Cuando encuentran una presa lo que hacen es estar preparadas para saltar sobre ellas en cuanto se descuidan, le dan un mordisco y en un par de segundos le inoculan su veneno el cual empieza a hacer su efecto dentro del cuerpo del animal que mordió... este sigue su camino como si nada, pero no sabe que por dentro se está empezando a morir por las toxinas que le fueron inoculadas...

La serpiente solo hace una cosa: A través de su olfato sigue el rastro de su víctima que no tardará en caer paralizada por efecto del veneno... A unos cuantos metros el animal empieza a experimentar rigidez muscular, su cuerpo se paraliza y es engullido tranquilamente por su captora...

Así es el pecado... A Satanàs le basta una pequeña porción de su baba venenosa en nuestros pensamientos para empezar su obra paralizadora y pecaminosa dentro de nosotros... No necesita hacer nada más que inocularnos un poquito de su maldad y luego, como león rugiente, nos persigue hasta vernos caer víctimas de su ponzoña y luego va al Padre y nos acusa de pecadores... el muy ingrato...

Aferrarnos al pecado nos endurece. Endurece nuestro corazón, nuestro carácter y nuestra alma... Aferrarnos a la amargura nos hace duros e insensibles al acoso del pecado.  Solo hay una cosa que neutraliza el veneno y es la confesión... La confesión nos ablanda. Cuando hablamos con el Señor privadamente de nuestras faltas, de nuestros pecados y nos humillamos ante Su Majestad, todo lo que pueda hacer el Diablo con nosotros queda neutralizado... Jesus tiene el antídoto contra el pecado: Su amor. Su ternura. Su comprensión...Su sacrificio perfecto...

¿Recuerda la sentencia? Tu simiente será mordida en el calcañar, pero él aplastará su cabeza... Jesus fue mordido por la serpiente. Le mordió el calcañar y trato de inocularle su veneno pero se encontró con algo más pesado que él... Se encontró siendo aplastado en la Cruz del Calvario...

Pero el muy necio sigue buscando presas... Por eso nos dice el Apóstol Pablo: Huye. Huye de las pasiones juveniles. Esas pasiones que tuvimos a los quince años, a los diez y siete años aún siguen vivas dentro de nosotros.  No importa qué edad tengamos hoy. Aún, para el cazador, somos presas que él busca envenenar para acusarnos al Padre... No den lugar al Diablo, dice también el Apóstol. No le permitan que los muerda... Pero si lo logra, vayan al Altar del Señor y quemen allí toda su culpa, su condenación y salgan victoriosos, sonriendo, liberados y libres de toda condenación...

¿Está endurecido su corazón? Lléveselo a su Padre. Está usted solo a una oración de la ternura. Usted como yo, vivimos en un mundo duro, pero no tenemos que vivir con un corazón endurecido...

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