RESPUESTAS
Todos las necesitamos. Todos las buscamos. Todos investigamos para tenerlas. Queremos Respuestas... Necesitamos conocer las respuestas a las preguntas que hace nuestra alma, preguntas, como por ejemplo: ¿Quién soy? ¿De donde vengo? ¿A donde voy? Si las busco en la ciencia ella no me puede responder la verdad porque no la tiene. Si las busco en mis amigos estaré peor porque ellos también las andan buscando... ¿En el cine, entonces? Peor. Es pura fantasía...
¿En donde entonces están las respuestas que necesito? En el único lugar en donde existe la Verdad... En el cielo. Y para llegar al cielo solo necesito doblar mis rodillas, o sentarme en un banco de un parque, o en la orilla de mi cama, o en un sillón de la sala de mi casa, cerrar un momento mis ojos... y hablar con Dios... Yo hablo y Èl escucha y cuando El escucha, el cielo responde...
Usted puede invocar a Dios porque Dios escucha. Su voz importa en los cielos. Èl lo toma muy en serio. Cuando usted entra en su presencia, los ángeles se vuelven hacia usted para oír su voz. Usted no tiene que temer que le pasen por alto. Aun cuando tartamudee o ande a tropezones, aun cuando lo que diga no impresione a nadie, impresiona a Dios Èl escucha.... Escucha el dolorido ruego del anciano que está solo en el asilo. Escucha la ruda confesión de quien está preso en un pecado que lo atormenta (como a mí)... Escucha el llanto de la madre que no tiene leche para su niño. Escucha el grito angustioso del hombre que busca trabajo. Escucha el grito en silencio de quien va sentado en el bus y el ladrón de celulares se acerca a su lugar... Dios escucha, hermanos, escucha... Escucha cuando el alcohòlico angustiado pide ayuda para no beber este día, cuando la esposa pide misericordia para su esposo, cuando el vendedor está buscando la venta del día...
Dios oye atentamente. Con mucho cuidado. Acepta las oraciones como joyas preciosas. Purificadas como perlas legítimas. Sus palabras, téngalo por seguro, se elevan en grata fragancia hacia nuestro Señor. "Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos" (Ap. 8:4)... Asombroso. Sus palabras, mi querido lector no se detienen hasta que llegan al mismo trono de Dios...
¿No es esto maravilloso? Es allí de donde vienen las respuestas que estamos buscando en nuestro entorno. Estudiamos. Nos desvelamos. Nos angustiamos y no encontramos reposo, hasta que del cielo de Dios nos llegan los efluvios de su Presencia y el aroma grato de su amor para responder a nuestro clamor...
Ore. Pida. Clame. Llame. Toque. Insista. Por favor insista. Sus oraciones tocan el corazón de Dios para cambiar su situación. Quizá usted no entienda el misterio de la oración. No es necesario. Pero esto es mucho más claro: El cielo comienza a ponerse en movimiento cuando alguien ora sobre la tierra...Cuando usted ora, Jesus oye. Cuando Jesus oye, el cielo responde. Cuando el cielo responde, algo cambia... Todo porque alguien que pudo ser usted... oró...
¿En donde entonces están las respuestas que necesito? En el único lugar en donde existe la Verdad... En el cielo. Y para llegar al cielo solo necesito doblar mis rodillas, o sentarme en un banco de un parque, o en la orilla de mi cama, o en un sillón de la sala de mi casa, cerrar un momento mis ojos... y hablar con Dios... Yo hablo y Èl escucha y cuando El escucha, el cielo responde...
Usted puede invocar a Dios porque Dios escucha. Su voz importa en los cielos. Èl lo toma muy en serio. Cuando usted entra en su presencia, los ángeles se vuelven hacia usted para oír su voz. Usted no tiene que temer que le pasen por alto. Aun cuando tartamudee o ande a tropezones, aun cuando lo que diga no impresione a nadie, impresiona a Dios Èl escucha.... Escucha el dolorido ruego del anciano que está solo en el asilo. Escucha la ruda confesión de quien está preso en un pecado que lo atormenta (como a mí)... Escucha el llanto de la madre que no tiene leche para su niño. Escucha el grito angustioso del hombre que busca trabajo. Escucha el grito en silencio de quien va sentado en el bus y el ladrón de celulares se acerca a su lugar... Dios escucha, hermanos, escucha... Escucha cuando el alcohòlico angustiado pide ayuda para no beber este día, cuando la esposa pide misericordia para su esposo, cuando el vendedor está buscando la venta del día...
Dios oye atentamente. Con mucho cuidado. Acepta las oraciones como joyas preciosas. Purificadas como perlas legítimas. Sus palabras, téngalo por seguro, se elevan en grata fragancia hacia nuestro Señor. "Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos" (Ap. 8:4)... Asombroso. Sus palabras, mi querido lector no se detienen hasta que llegan al mismo trono de Dios...
¿No es esto maravilloso? Es allí de donde vienen las respuestas que estamos buscando en nuestro entorno. Estudiamos. Nos desvelamos. Nos angustiamos y no encontramos reposo, hasta que del cielo de Dios nos llegan los efluvios de su Presencia y el aroma grato de su amor para responder a nuestro clamor...
Ore. Pida. Clame. Llame. Toque. Insista. Por favor insista. Sus oraciones tocan el corazón de Dios para cambiar su situación. Quizá usted no entienda el misterio de la oración. No es necesario. Pero esto es mucho más claro: El cielo comienza a ponerse en movimiento cuando alguien ora sobre la tierra...Cuando usted ora, Jesus oye. Cuando Jesus oye, el cielo responde. Cuando el cielo responde, algo cambia... Todo porque alguien que pudo ser usted... oró...
Un concepto muy claro y definido de como saber cuando estoy buscando mis repuestas; es decir sobre cambiar mi entorno de vida...
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