PLÀTICAS

Hace un tiempo hice un viaje a otro paìs.  El viaje había sido largo y cansado. Había hecho escala en otra ciudad y esperado un buen poco de tiempo para abordar el vuelo que me llevaría a mi destino. En ese avión no dieron nada para comer más que las famosas bolsitas de maní y un vasito de hospital de soda... Así que se imaginarán como andaba de humor. Mi humor se pone un poco difícil cuando tengo hambre y en ese viaje estaba hambriento. En consecuencia mi humor también estaba alterado...A esto agréguele que quienes diseñaron el avión fueron ingenieros enanos ya que la distancia entre los asientos era para esa clase de personas (sin afán de ofender), así que cuando bajé en la terminal tenía las piernas tullidas después de tres horas de estar doblado en dos ya que mis rodillas me llegaban a la barbilla...

Ya en la terminal, aprovechando la fila para chequearme en migración, aproveché para estirar las piernas y hacer que la sangre circulara por todas mis extremidades inferiores... Hambre, enojo, ira, piernas dormidas, pies hinchados, humor de perros y agotamiento... ¿Se imaginan...?

Cuando lleguè al hotel que tenía reservado y haberme despedido del pastor que me había invitado a predicar en su Congregación, ya en mi habitación tomé el teléfono y pedí una conferencia de larga distancia y llamé a mi esposa para avisarle que ya había llegado. Ella contestó la llamada con una actitud muy emotiva. Estaba contenta de escucharme y de que hubiera llegado bien a mi destino. Me contó cómo había estado el culto en nuestra congregación donde ella había predicado, me informó de algunas cosas que sucedieron, me contó que Felipe, el perro que teníamos en ese momento la había hecho reír por alguna gracia que había hecho, que una hermana le había dado unas cosas para comer en casa, que en ese instante estaba haciendo una obra de arte como las que ella hace con la bisutería, me habló que esa noche esperaba dormir tranquila sin que nadie roncara a su lado y luego me bendijo y me deseó buena estadía en el paìs en donde me encontraba...

No tomamos decisiones. No solucionamos ningún  problema.  No resolvimos  conflictos de importancia matrimonial... Solo hablamos. Y me sentí mejor.. Después de algunas palabras de amor,
me dijo "gracias por haber llamado", ambos nos despedimos, colgamos y me sentí feliz...

Al día siguiente empezaría la campaña a la que había sido invitado a predicar y aún no tenía el mensaje preparado, pero eso quedaría para mañana... Por ese día, todo había terminado bien. Solo con haber platicado con mi esposa...

Jesus hizo lo mismo en alguna ocasión. Ese día había sido duro para Èl también. Gente por todos lados, enfermos, cojos, ciegos y los infaltables críticos fariseos. Los discípulos demandando enseñanza y la gente demandando pan... "Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo,  partió los panes..." (Mat. 14:19). Levantando los ojos al cielo... Jesus también necesitó una llamada al Padre para platicar por unos segundos y calmar su estado de ánimo para dar el pan que la gente pedía. Acababan de matar a Juan el Bautista y la gente lo abrumaba con sus necesidades, su corazón estaba cargado, así que Jesus necesitaba hablar unos minutos con alguien que pudiera entenderlo... Estoy seguro que Èl como yo, se sintió un poco cansado por las molestias de tener que hacer un trabajo en una tierra distante y necesitaba llamar a casa... Y lo hizo. Platicó con Aquel a quien amaba. Oyó la voz que le consolaba cuando estaba lejos. Y se sintió mejor y dio de comer al hambriento...

Quizá usted también necesite llamar a casa.  Dios se alegrará cuando lo haga. Y usted también quedarà tranquilo después de platicar con Èl...

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