PERSPECTIVAS

"Cosas que ojo no vio ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman..." 1 Co. 2:9

Érase una vez dos mellizos concebidos en el seno de su madre.  Fueron pasado las semanas,  los mellizos se iban desarrollando.  A medida que crecía su toma de conciencia, se reían gozosos: "¿No es estupendo que fuéramos concebidos? ¿No es estupendo que estemos vivos?"

Juntos, los mellizos fueron explorando su mundo.  Cuando descubrieron que el cordón umbilical dejaba pasar la vida de su madre hacia ellos, cantaron de alegría: "Qué grande es el amor de nuestra madre, que comparte su vida con nosotros".

A media que las semanas se fueron convirtiendo en meses, los mellizos se dieron cuenta de lo mucho que cambiaba cada uno... ¿Qué significa esto? preguntó uno de ellos. -Quiere decir que nuestra permanencia en este mundo se acerca a su fin- dijo el otro. -Pero yo no me quiero ir. Quiero quedarme aquí para siempre. -No tenemos elección- dijo el otro-. ¡Y quizá hay vida después del parto!

-Pero, ¿cómo puede ser?  Ya no tendremos nuestro cordón vital, y ¿cómo es posible la vida sin él?  Además, nunca nadie ha regresado al seno materno para decirnos si hay vida después del parto.  No, esto es el fin...

Y con ello, ese mellizo cayó en la desesperanza: -Si la concepción acaba en el parto, ¿cuál es el propósito de la vida en el seno materno? ¡No tiene sentido! quizá ni siquiera hay una madre...

-Pero tiene que haberla- protestó el otro. ¿De qué otra forma llegamos aquí? ¿Cómo seguimos vivos? ¿Has visto alguna vez a nuestra madre? dijo el primero. Quizá existe solo en nuestra mente.  Quizá la imaginamos porque la idea nos hacía sentir bien...

Y así los últimos días en el seno materno estuvieron llenos de muchas preguntas y gran temor.  Por fin, llegó el momento del nacimiento.  Y cuando los mellizos hubieron salido de su mundo, abrieron los ojos.  Lloraron de alegría, porque lo que vieron superò sus sueños más queridos...

Vivimos en nuestro mundo de rutinas. Ir y venir. Comer y dormir. Trabajar y descansar... No hay nada que nos desafíe a buscar nuevas perspectivas. No hay nada que nos rete a buscar otras formas de amar. Otros propósitos que seguir para hacerle la vida agradable a alguien. Como la hormiga, salimos y entramos a nuestro hormiguero sin tener ningún tropiezo y eso atrofia nuestro corazón. No nos atrevemos a enamorarnos de un proyecto. Ya no sentimos cosquillas cuando vemos a alguien agradable. Ya no nos sonrojamos con una sonrisa del que pasa a nuestro lado... No tenemos perspectivas de futuro. Hemos permitido que la sociedad nos clone. Nos han hecho insensibles...

Y Dios, que es un Padre amoroso, ha preparado personas, situaciones, problemas y sorpresas para que nos hagan sentir que vivimos en un mundo lleno de color, de bondad y de misericordia... Sì, hay maldad y parece que todo está oscuro, pero si somos luz, tendremos como alumbrar los pasos del que viene detrás de nosotros... Solo cambiemos nuestras perspectivas y veremos milagros a nuestro alrededor...

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