ORACION
Cuando mis hijos eran pequeños, para ir a la iglesia utilizábamos el bus. Para ese entonces no teníamos vehículo, así que teníamos que viajar por ese medio...
Para mí, era rutina hacerlo, pero para ellos era una aventura de cada día. Nuevas caras que pasaban por las aceras del trayecto, nuevas personas que subían al bus y otras que se sentaban en los asientos vecinos...
Yo compraba los pasajes, llevaba las Biblias y seleccionaba el bus que nos tocaba tomar para llegar a nuestro destino... Mi única petición de su parte era esta: "Quédense a mi lado". ¿Por qué? Porque yo sabía la clase de personas que podrían subirse al bus y quería asegurarme de que mis hijos y yo no termináramos separados. Quería que ellos permanecieran a mi lado para no perderlos de vista. Incluso cuando no hallábamos asientos libres, nos íbamos parados todo el trayecto, pero siempre juntos...
Nuestro Padre nos hace el mismo pedido: "Permanezcan a mi lado, no se alejen. Háblenme. Háganme sus peticiones en oración. Inhalen mi presencia y exhalen su preocupación". La preocupación disminuye a medida que levantamos nuestra mirada al cielo. Dios sabe todo lo que puede pasar durante nuestro recorrido en la vida y Èl quiere llevarnos con seguridad a casa...
Para eso es la oración. Para comunicarnos con Èl. Aunque Èl ya sabe lo que le vamos a pedir, se siente feliz cuando lo hacemos porque no vamos a otro padre, a otro proveedor sino a Èl quien está siempre esperando que le pidamos para darnos más abundantemente de lo que esperamos...
En lugar de preocuparse por todo, ore por todo. ¿Por todo? Claro. ¿El pago del recibo de la luz? ¿Una cita romántica? ¿Una reunión de negocios o una posible venta que sacará una buena comisión a fin de mes? ¿El diagnóstico médico? ¿La cita con el dentista? Sì, ore por todo esto y por mucho más...
Ore en lugar de afanarse. No tenga pena, sus "peticiones serán conocidas en el Trono de la Gracia con toda oración y ruego..."
Lamentablemente tenemos tiempo para muchas cosas menos para la oración. Y no nos damos cuenta que en esos minutos que invertimos en platicar con el Señor encontraremos las respuestas que estamos buscando en los mostradores de los bancos, en las tiendas de empeño, en las manos ajenas que no tienen nada que darnos... Es en la oración en donde nos podemos refugiar y clamar a nuestro Padre por nuestras necesidades sin temor a que nunca nos diga que no hay para nosotros. ¿Por qué? Porque lo dijo el Hijo. Jesus nos dejó dicho: "Pidan y se les dará. Toquen y se les abrirá. Clamen y se les responderá. Lloren y serán consolados. ¿Tienen hambre? Serán saciados. ¿Tienen sed? Recibirán corrientes de aguas de vida...
¡Vamos! camine unos minutos por los talleres del Cielo y verá todo lo que está preparado para aquellos que claman... Cosas que ojo no vio ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para quienes le amamos... Ore. Platique con Dios. Aparte unos minutos en su lugar secreto y el Padre le recompensarà en público... Esa es su promesa y le testifico que se cumple... Ore...
Para mí, era rutina hacerlo, pero para ellos era una aventura de cada día. Nuevas caras que pasaban por las aceras del trayecto, nuevas personas que subían al bus y otras que se sentaban en los asientos vecinos...
Yo compraba los pasajes, llevaba las Biblias y seleccionaba el bus que nos tocaba tomar para llegar a nuestro destino... Mi única petición de su parte era esta: "Quédense a mi lado". ¿Por qué? Porque yo sabía la clase de personas que podrían subirse al bus y quería asegurarme de que mis hijos y yo no termináramos separados. Quería que ellos permanecieran a mi lado para no perderlos de vista. Incluso cuando no hallábamos asientos libres, nos íbamos parados todo el trayecto, pero siempre juntos...
Nuestro Padre nos hace el mismo pedido: "Permanezcan a mi lado, no se alejen. Háblenme. Háganme sus peticiones en oración. Inhalen mi presencia y exhalen su preocupación". La preocupación disminuye a medida que levantamos nuestra mirada al cielo. Dios sabe todo lo que puede pasar durante nuestro recorrido en la vida y Èl quiere llevarnos con seguridad a casa...
Para eso es la oración. Para comunicarnos con Èl. Aunque Èl ya sabe lo que le vamos a pedir, se siente feliz cuando lo hacemos porque no vamos a otro padre, a otro proveedor sino a Èl quien está siempre esperando que le pidamos para darnos más abundantemente de lo que esperamos...
En lugar de preocuparse por todo, ore por todo. ¿Por todo? Claro. ¿El pago del recibo de la luz? ¿Una cita romántica? ¿Una reunión de negocios o una posible venta que sacará una buena comisión a fin de mes? ¿El diagnóstico médico? ¿La cita con el dentista? Sì, ore por todo esto y por mucho más...
Ore en lugar de afanarse. No tenga pena, sus "peticiones serán conocidas en el Trono de la Gracia con toda oración y ruego..."
Lamentablemente tenemos tiempo para muchas cosas menos para la oración. Y no nos damos cuenta que en esos minutos que invertimos en platicar con el Señor encontraremos las respuestas que estamos buscando en los mostradores de los bancos, en las tiendas de empeño, en las manos ajenas que no tienen nada que darnos... Es en la oración en donde nos podemos refugiar y clamar a nuestro Padre por nuestras necesidades sin temor a que nunca nos diga que no hay para nosotros. ¿Por qué? Porque lo dijo el Hijo. Jesus nos dejó dicho: "Pidan y se les dará. Toquen y se les abrirá. Clamen y se les responderá. Lloren y serán consolados. ¿Tienen hambre? Serán saciados. ¿Tienen sed? Recibirán corrientes de aguas de vida...
¡Vamos! camine unos minutos por los talleres del Cielo y verá todo lo que está preparado para aquellos que claman... Cosas que ojo no vio ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para quienes le amamos... Ore. Platique con Dios. Aparte unos minutos en su lugar secreto y el Padre le recompensarà en público... Esa es su promesa y le testifico que se cumple... Ore...
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