HIJOS
Présteme su atención por un momento y ayùdeme a hacerme entender en este escrito...
Necesito que me ayude imaginando la siguiente escena...
Si un niño que usted no conoce se asoma a la puerta de su casa y le pide pasar la noche con usted, ¿qué haría?
Lo más probable es que le preguntaría su nombre, donde vive, procuraría saber por qué anda vagando por las calles y le pondría en contacto con sus padres o con la policía...
Por otro lado, si un muchacho desconocido entra a su casa acompañando a su hijo, ese muchacho será recibido con muchas atenciones...
Lo mismo sucede con Dios. Al llegar a ser amigos del Hijo, ganamos el acceso al Padre.
Jesus lo prometió: "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesarè delante de mi Padre que está en los cielos" Mt. 10:32.
Debido a que somos amigos de su Hijo, tenemos entrada al salón del trono. Èl nos conduce a esa gracia en la cual podemos estar firmes y encontrar el socorro que necesitamos. Cuando entramos a la Casa de Dios con la ayuda de su Hijo tenemos la certeza que podemos entrar a su sala, sentarnos confiadamente, ver la TV, acariciar al perro y si nos ofrecen algo de tomar, podemos pedir lo que queramos porque vamos siguiendo al Hijo del Padre... ¿Acaso no haría usted lo mismo con algún amigo de uno de sus hijos?
Por eso me gusta la forma en que Juan, el apóstol, ama a Jesus. Y Jesus se deja amar por Juan de una forma tan sencilla. Para Juan, Jesus era un buen amigo con un buen corazón y una buena idea sobre la vida. Un buen narrador de historias con una promesa en algún lugar más allá del arco iris...
Juan nos enseña que los hilos mas fuertes de fidelidad no se tejen con cultos en una iglesia o coritos aprendidos de memoria. Se tejen con amistad. Con confianza infantil.
Así que si usted ya es amigo del Hijo, tenga la certeza que puede entrar confiadamente al Trono de la Gracia y le preguntarán qué quiere tomar... Es más, si se deja guiar por el Hijo, tendrá acceso a su cuarto, sus juguetes y hasta de abrir la refri sin que le pregunten por qué lo hace... El Hijo le da acceso a todo lo que el Padre tiene... "Todo lo mío es tuyo..." le dijo el padre cuando el hijo mayor le reclamó algo... Todo lo del Padre es del Hijo, y si es del Hijo, también es mío...
¡Hermoso!, ¿No le parece? Solo creamoslo y aceptémoslo...
Necesito que me ayude imaginando la siguiente escena...
Si un niño que usted no conoce se asoma a la puerta de su casa y le pide pasar la noche con usted, ¿qué haría?
Lo más probable es que le preguntaría su nombre, donde vive, procuraría saber por qué anda vagando por las calles y le pondría en contacto con sus padres o con la policía...
Por otro lado, si un muchacho desconocido entra a su casa acompañando a su hijo, ese muchacho será recibido con muchas atenciones...
Lo mismo sucede con Dios. Al llegar a ser amigos del Hijo, ganamos el acceso al Padre.
Jesus lo prometió: "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesarè delante de mi Padre que está en los cielos" Mt. 10:32.
Debido a que somos amigos de su Hijo, tenemos entrada al salón del trono. Èl nos conduce a esa gracia en la cual podemos estar firmes y encontrar el socorro que necesitamos. Cuando entramos a la Casa de Dios con la ayuda de su Hijo tenemos la certeza que podemos entrar a su sala, sentarnos confiadamente, ver la TV, acariciar al perro y si nos ofrecen algo de tomar, podemos pedir lo que queramos porque vamos siguiendo al Hijo del Padre... ¿Acaso no haría usted lo mismo con algún amigo de uno de sus hijos?
Por eso me gusta la forma en que Juan, el apóstol, ama a Jesus. Y Jesus se deja amar por Juan de una forma tan sencilla. Para Juan, Jesus era un buen amigo con un buen corazón y una buena idea sobre la vida. Un buen narrador de historias con una promesa en algún lugar más allá del arco iris...
Juan nos enseña que los hilos mas fuertes de fidelidad no se tejen con cultos en una iglesia o coritos aprendidos de memoria. Se tejen con amistad. Con confianza infantil.
Así que si usted ya es amigo del Hijo, tenga la certeza que puede entrar confiadamente al Trono de la Gracia y le preguntarán qué quiere tomar... Es más, si se deja guiar por el Hijo, tendrá acceso a su cuarto, sus juguetes y hasta de abrir la refri sin que le pregunten por qué lo hace... El Hijo le da acceso a todo lo que el Padre tiene... "Todo lo mío es tuyo..." le dijo el padre cuando el hijo mayor le reclamó algo... Todo lo del Padre es del Hijo, y si es del Hijo, también es mío...
¡Hermoso!, ¿No le parece? Solo creamoslo y aceptémoslo...
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