GENTES

Somos tentados a creer que para cambiar el mundo tiene que nacer cada millón de años una persona que personalice el Non Plus Ultra... Creemos que para producir cambios en nuestra sociedad, en nuestras familias y escuelas tiene que venir algún mesias para impactarnos, para inducirnos a provocar los cambios que se necesitan el día de hoy...

Incluso en nuestras iglesias, creemos que necesitamos de gente muy pero muy santa para que las cosas se vean mejor. Es decir, hay que luchar a brazo partido hasta alcanzar el nivel de excelencia y perfecciòn santa para poder tener el valor de demostrar que podemos y queremos hacer lo mejor para nosotros y los demás...

Estamos muy equivocados. Nunca lo lograremos si seguimos con esos paradigmas. Somos personas de carne y hueso. Somos humanos con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Y así nos ama Dios. Es màs, Èl espera que así como somos, hagamos nuestro mejor esfuerzo para lograr vivir en un nivel que a Èl le demuestre que queremos cambiar nosotros y nuestro mundo... Que al menos lo intentemos. Que no nos quedemos quietos ni callados como dice el poema "Los que vinieron", de Martin Niemoller ¿Se lo transmito? Aquí le va...

"Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, 
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los católicos,
guardé silencio,
porque yo no era catòlico.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, 
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar."

Es el ejemplo clásico de los que no hacemos nada. No defendemos. No accionamos. No nos incluimos. No participamos. No predicamos con nuestro ejemplo. No demostramos que podemos ser diferentes. Que no somos de los que tiran basura en las calles. Que no somos de los vecinos que ponemos la música a todo volumen. Que no adulteramos ni tomamos cerveza ni mucho menos licor. Que no somos de los que golpean a la esposa e insultan a los hijos... 

Eso es lo que nos enseña Jesus: Èl usó (ah, y usa todavía), personas para cambiar el mundo. ¡Personas! ¡Gentes! No santos, ni superhumanos, ni genios, sino gente común... Malhechores, malcriados, malhablados, aduladores, amantes, mentirosos, adúlteros... Dios usa a todos. Y lo que les falta en perfección, Dios lo compensa en amor...

Eso es lo que encuentro en la galería no de Hebreos once, sino en la galería de los Evangelios en donde me dicen qué clase de gente usó Dios para convencerme que Jesus es El Señor... Y si los usó a ellos... ¿por qué creo que no me puede usar a mí también? ¿O a usted...?

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