FUEGO

Seamos pragmáticos: Hay gente que no quiere hacer nada, pero también hay gente que quiere hacer algo para el Reino de Dios...

Gentes que anhelan un llamado de parte de Dios y están esperando que ese llamado llegue con una voz tronante desde el Cielo y que aparezca un rayo de luz que caiga sobre ellos, como las figuras de los santos de la Iglesia Católica... Nada más lejos de la verdad... Eso no existe. Son solo estampitas que alguien tuvo la ocurrencia de mandar a imprimir...

Los llamados de Dios son internos y personales. Hay como un fuego que quema por dentro y que urge a la persona que lo está sintiendo a hacer algo a favor del Señor... Es un "algo" que no se sabe explicar pero que está ahí, haciendo sentir intranquilo a quien lo vive. Hasta que hace lo que tiene que hacer.

Sentí el llamado a ir a las naciones después de haber predicado en muchos lugares de mi natal Guatemala... Por algunos años había predicado en varios departamentos y muchas iglesias a donde el Señor me ordenaba que fuera. De pronto, sin previo aviso, me quedé quieto. Ya nadie me invitaba. Dios no me llamaba y me quedé en mi casa sin "hacer nada", excepto ir a mi congregación, escuchar Palabra y leer la Biblia... De repente, sin darme cuenta, en mis oraciones privadas empecé a pedir al Señor que si necesitaba a alguien que fuera a las naciones a llevar su palabra de Restauración Matrimonial, que contara conmigo. Que yo estaba disponible para lo que Èl quisiera hacer en otros lugares... Fueron catorce años orando por lo mismo. Era algo que no podía evitar pedirle. "Si necesitas a alguien que vaya a donde no quieran ir los demás, aquí estoy yo. Envíame a mí" era mi oración... Hasta que llegó la orden de salir. Sin embargo, como no estaba muy seguro todavía, pedí consejo a un ministro con más experiencia: "Haga lo que tenga que hacer" me dijeron... Mientras pensaba en su respuesta, hallé en mi interior la confirmación: "Tengo que hacerlo. Si no lo hago, este fuego me consumirá" me dije internamente... Hablé con mi pastor, con mi esposa y tomé la decisión de venir a El Salvador terminando una guerra devastadora de 12 años...

¿Que fuego le consume? Anòtelo. Jesus viene a encenderlo. El va como una antorcha de corazón en corazón para calentar lo frío, descongelar el hielo y avivar las cenizas.  Èl es un abrasador fuego que consume  y una vela de bienvenida al mismo tiempo. Viene a purificar la infección, a iluminar su rumbo, a despabilar el pàbilo que humea, a encender un fuego en el interior de aquellos que están dispuestos a ir... El fuego de su corazón es la luz para su sendero.  Si lo desecha, será a sus expensas.  Avívelo para su deleite. Dele aire. Agítelo. Aliméntelo. Los cínicos dudarán.  Los que no le conocen se burlaran.  Pero los que le conocen, esos que lo conocen a Èl, lo comprenderán. Descubrir la llama es descubrir su voluntad. Y descubrir su voluntad es tener acceso a un mundo que nunca ha visto. Encontrarse con Jesus es ser inflamado de ese fuego que purifica y que llama... ¿A donde?

Adonde están los hambrientos, los sedientos, los pecadores, los que tienen hambre de justicia, a los desposeídos, a los vecinos de su cuadra, a los compañeros de su universidad, a los pastores que tienen la mirada triste y seca, a los hermanos que se sientan a su lado cada domingo y que hace rato no estrenan zapatos, a los que nadie les da un abrazo, una tierna mirada de amor, un piropo que adorne su día...Jesus quiere enviar gente a otras gentes para consolar, para amar, para cobijar...

Dios quiere encender fuegos todavía, pero quiere hacerlo en los corazones que tienen suficiente leña para mantenerlo encendido... ¿Es usted uno de ellos?

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