¿FELICES?

Bueno, la verdad es que ¿quien no quiere ser feliz? Todos buscamos esa utopía. Es como querer tener la alas de Ìcaro o vivir en el Olimpo, libres de preocupaciones, libres de deudas y de problemas familiares...

Queremos huir de las malcriadezas de los hijos. De la impertinencia de la pareja. De los gastos diarios que la casa ocasiona y de las fechas de vencimiento de cada fin de mes...

En una palabra: queremos encontrar la felicidad... Y nos fijamos metas personales sobre qué es la felicidad... Si tengo una mejor casa, entonces seré feliz. Si mi esposo cambia seré feliz. Cuando mis hijos crezcan seré feliz. Cuando la economía mejore seré feliz...

Mentira.  Algo que nunca lograremos en esta vida...

Entonces nos volvemos a Dios. Èl sí nos puede hacer felices. Porque con una pequeña oración Èl hará que nos aumenten el sueldo y entonces seremos felices. Èl hará que el vecino molesto se vaya a otro barrio para que estemos contentos. Èl hará que el gobierno arregle la violencia y entonces, solo entonces seremos felices...

Otra mentira. No lo que Dios no pueda hacer, para Èl no hay nada imposible. Claro que Èl puede hacer eso y mucho mas... Entonces, ¿En donde está la mentira?

Muy sencillo: Entendamos una sola cosa: Por favor entendámosla. La meta de Dios no es hacernos felices. Su meta es hacernos de Èl... Esa es su meta y ese es su único fin... Que seamos para Èl, de Èl y por Èl...

Dios nos hablará. Nos susurrará. Tocará la puerta de nuestro corazón. Nos despojará de todo aquello que le estorbe para llevar a cabo sus planes en nuestras vidas. Si es posible, quitará bendiciones que nos pertenecen con tal que sepamos algo mucho más importante: Lo que realmente importa es que le conozcamos y que nos recostemos en Èl... Quiere que sepamos que es nuestro Padre...

No importa cuantos pasos tenga que dar el Señor con tal de alcanzarnos y encontrarnos... Lo mismo puede dar mil que un millón de pasos hasta dar con nosotros. Y nosotros solo tenemos que dar uno. Solo uno. A nosotros nos corresponder dar el paso final. La decisión es nuestra. Èl ya se acercó. Ahora nos toca a nosotros dar el paso definitivo...

¿Ya lo dio usted? ¡Ah! y entonces, cuando usted lo haya dado, se dará cuenta que la felicidad que tanto estaba buscando en otros lados y en otras personas ha perdido todo valor por el hecho de haber encontrado al Padre Eterno y con Èl usted lo tiene todo... Todo...


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