ESCUCHAR
Escuchar a Dios es una experiencia de primera mano. Cuando Dios pide su atención, no quiere que usted envíe a un sustituto: lo quiere a usted. Le invita a usted a tomar de su mesa, a disfrutar de su esplendor. Le invita a que usted sienta el toque de su mano. Le invita a usted a que disfrute del banquete de su riqueza. Quiere pasar tiempo con usted. Y con un poco de práctica, su tiempo con Dios puede ser la mejor parte de su día...
Pero no. Enviamos a otros. Le pedimos al pastor que ore por nosotros. Que lea la Biblia por nosotros. Que estudie por nosotros... ¿Y qué dice Dios de eso?
Èl no amò al mundo de tal manera que envió a Jesus a morir por otros en mi lugar. No. Èl lo envió a morir por mí. Por mí y por usted. Individualmente. Por cada uno de los que leen este blog...
Esa es la tragedia de muchos cristianos hoy en día: Están muy ocupados en cuidar su trabajo que les durará unos cuarenta o cincuenta años y descuidan su relación con Dios que les durará la eternidad. Envían a la iglesia a su esposa con sus hijos y les pide que oren por él. Que ayunen por él. Envía su ofrenda para que la entreguen por él. Mientras él está ocupado atendiendo su empresa. Llenando sus libros de contabilidad con líneas azules y preparándose financieramente para su futuro... Error. En el cielo no le preguntarán a la esposa y a los hijos en donde está papá... En el cielo le preguntarán a papá en donde está su esposa y sus hijos. ¿Lo sabía?
Dios es el mismo y no ha cambiando en nada. Èl es fiel. Nadie más lo será. Los amantes le llaman hoy para darle un poco de su amor a cambio de algo y mañana lo despreciarán y lo insultarán. Las empresas hoy dan aumentos de salario y mañana cartas de despido. Los amigos le aplauden cuando hace todo bien y le desechan cuando usted falla. Dios no. Dios es siempre el mismo. No cambia. No es hijo de hombre ni hombre para mentir ni cambiar...
¿Cree usted que un día Dios está de mal humor? Eso no sucederá. ¿Cree usted que un día Dios estará tan agotado como para no escucharle? Nunca. ¿Cree usted que ya se dio por vencido con respecto a cambiarlo? Error. Dios nos ha hecho una promesa y la cumplirá: "Porque donde yo estoy, quiero que ellos también estén..." Eso dijo Jesus. No dijo que los que busquen una doctrina. O una iglesia de su agrado. O un pastor guapo. Ni siquiera los que busquen una iglesia hermosa en su construcción o que tenga un parqueo con sombra... No. Nos equivoquemos...
Dios recompensa a los que le buscan. No a los que buscan aplausos. O méritos. O diplomas. O medallas. No. A los que le buscan a Èl. ¿Y cual es la recompensa? Ver su Rostro en la eternidad. Sentir su compañía todos los días. Sentir su amor y el aliento de su santidad. La recompensa es verle actuar a nuestro favor. Avergonzar al Diablo cuando nos hace el milagro que le hemos pedido. Avergonzar a las huestes mentirosas que nos insinúan que no merecemos nada de Dios... Esa es la recompensa de los que le buscan: Recibir lo que piden en el Nombre de Jesus y las huestes se quedan con la boca abierta de asombro, al vernos sonreír de victoria porque sencillamente hemos encontrado nuestra recompensa: Ver obrar al mismo Dios que los desecho a ellos...
Solo hay una condición: Escucharle cuando nos llame. Èl nos quiere tener a su lado. Èl espera vernos cada mañana dispuestos a escuchar su Voz cuando nos susurre al oído: Te amo...
Pero no. Enviamos a otros. Le pedimos al pastor que ore por nosotros. Que lea la Biblia por nosotros. Que estudie por nosotros... ¿Y qué dice Dios de eso?
Èl no amò al mundo de tal manera que envió a Jesus a morir por otros en mi lugar. No. Èl lo envió a morir por mí. Por mí y por usted. Individualmente. Por cada uno de los que leen este blog...
Esa es la tragedia de muchos cristianos hoy en día: Están muy ocupados en cuidar su trabajo que les durará unos cuarenta o cincuenta años y descuidan su relación con Dios que les durará la eternidad. Envían a la iglesia a su esposa con sus hijos y les pide que oren por él. Que ayunen por él. Envía su ofrenda para que la entreguen por él. Mientras él está ocupado atendiendo su empresa. Llenando sus libros de contabilidad con líneas azules y preparándose financieramente para su futuro... Error. En el cielo no le preguntarán a la esposa y a los hijos en donde está papá... En el cielo le preguntarán a papá en donde está su esposa y sus hijos. ¿Lo sabía?
Dios es el mismo y no ha cambiando en nada. Èl es fiel. Nadie más lo será. Los amantes le llaman hoy para darle un poco de su amor a cambio de algo y mañana lo despreciarán y lo insultarán. Las empresas hoy dan aumentos de salario y mañana cartas de despido. Los amigos le aplauden cuando hace todo bien y le desechan cuando usted falla. Dios no. Dios es siempre el mismo. No cambia. No es hijo de hombre ni hombre para mentir ni cambiar...
¿Cree usted que un día Dios está de mal humor? Eso no sucederá. ¿Cree usted que un día Dios estará tan agotado como para no escucharle? Nunca. ¿Cree usted que ya se dio por vencido con respecto a cambiarlo? Error. Dios nos ha hecho una promesa y la cumplirá: "Porque donde yo estoy, quiero que ellos también estén..." Eso dijo Jesus. No dijo que los que busquen una doctrina. O una iglesia de su agrado. O un pastor guapo. Ni siquiera los que busquen una iglesia hermosa en su construcción o que tenga un parqueo con sombra... No. Nos equivoquemos...
Dios recompensa a los que le buscan. No a los que buscan aplausos. O méritos. O diplomas. O medallas. No. A los que le buscan a Èl. ¿Y cual es la recompensa? Ver su Rostro en la eternidad. Sentir su compañía todos los días. Sentir su amor y el aliento de su santidad. La recompensa es verle actuar a nuestro favor. Avergonzar al Diablo cuando nos hace el milagro que le hemos pedido. Avergonzar a las huestes mentirosas que nos insinúan que no merecemos nada de Dios... Esa es la recompensa de los que le buscan: Recibir lo que piden en el Nombre de Jesus y las huestes se quedan con la boca abierta de asombro, al vernos sonreír de victoria porque sencillamente hemos encontrado nuestra recompensa: Ver obrar al mismo Dios que los desecho a ellos...
Solo hay una condición: Escucharle cuando nos llame. Èl nos quiere tener a su lado. Èl espera vernos cada mañana dispuestos a escuchar su Voz cuando nos susurre al oído: Te amo...
Comentarios
Publicar un comentario