VENCEDORES

El Hombre está atado a un poste recibiendo latigazos en su espalda la cual está siendo desollada por los huesos que tiene atado el látigo en sus puntas... Ni un grito... Solo un gesto de dolor. Los labios fruncidos, los ojos cerrados y la frente perlada de sudor...

Luego le ponen un manto púrpura, el color de los reyes y se empiezan a burlar de Èl... Le dan bofetadas, le pegan en sus labios que ya están deshechos por la hinchazón, sus ojos ya no se notan porque están ocultos por los moretones que han aparecido... Su pelo, mezclado con sudor y sangre está pegado a su cabeza la que circunda una corona de espinos que los romanos han puesto sobre su ella...

Se acerca un soldado... y en el colmo de la ingratitud, no bastando las burlas, los insultos y los ultrajes... escupe en su rostro... La saliva corre por sus sangrantes mejillas y seguramente sigue el curso de su piel estremecida por el dolor y la asquerosa baba se deposita en la comisura de sus labios...

El Hombre no dice nada. No se hace a un lado. Solo lo observa. Una sonrisa siniestra aparece en el insolente, mostrando unos dientes sucios y amarillentos por el tabaco que mastica y su apestoso aliento es derramado sobre el Rostro del martirizado...

Ese Hombre es Jesus... ¿Hubo un grito de derrota? ¿Una palabra de reproche? ¿Un insulto de defensa? Nada de eso. Luego la cruz. Si sus manos no hubieran estado atadas me atrevería a asegurar que un puño victorioso habría atravesado el oscuro cielo... No, el grito que estremeció el firmamento y más allá de las estrellas, fue un grito de victoria. Fue un grito triunfante. Un grito de cumplimiento. Sì, incluso, un grito de alivio... "Consumado es..." Se acabó de cancelar el precio. Ya todo está cumplido. El Sacrificio. El precio. La sangre. La entrega. La satisfacción al Padre. Gracias a Dios, Jesus resistió. No se dio por vencido. Aguantó hasta lo sumo. Soportó hasta lo infinito... Venció...

¿Está usted a punto de darse por vencido? Por favor no lo haga. ¿Está desanimado en su labor de padre o de madre? Persista. ¿Está cansado de hacer el bien? Haga solo un poco más. ¿Le decepciona su trabajo? Ponga manos a la obra y vuelva a su labor. ¿Falta comunicación en su matrimonio? Dè otra oportunidad. ¿No puede con la tentación? Resista y acepte el perdón de Dios y empiece otra vez.¿Su día está lleno de pena y desilusión? Decídase a ser un vencedor. ¿Se han vuelto imposibles sus mañanas? Vea el sol y reciba aliento a través de sus rayos suaves y deliciosos. ¿Ha olvidado la palabra "esperanza"? Empiece de nuevo y vuelva a creer...

Recuerde: el que termina no es el que está libre de heridas o cansancio. Es más bien lo contrario.  Es el que, como el boxeador, tiene cicatrices y está ensangrentado.  La Madre Teresa fue la que dijo: "Dios no nos llamó a ser exitosos, solo fieles".  El luchador, al igual que nuestro Señor Jesus, tiene su cuerpo adolorido y perforado. Èl, al igual que usted o yo, puede incluso haber sido atado y azotado... Sin embargo, persiste... La bendición de la leche y la miel no es solo para quienes corren las vueltas de la vida. No señor. La bendición es para quienes sencillamente permanecen hasta el final...

Venzamos. Perseveremos. Permanezcamos. Sigamos. No abandonemos. ¡Vamos hacia adelante...!

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