SORPRESAS

A todos nos gustan las sorpresas...

Especialmente cuando estamos celebrando nuestro cumpleaños o aniversario...

¿Qué habrá en esa cajita tan bien adornada? ¿Qué sorpresa se esconde en ese estuche quizá no tan lujoso pero estuche al fin y al cabo? Son momentos emocionantes. Casi inolvidables... Hay como un suspenso en nuestro interior que nos provoca cierta emoción, temblor de manos, el estómago se estruja y la boca se seca...

Emociones inexplicables. Prisa por abrir el paquete. Se rompe la moña y se abre el empaque... Hay que ser mujer, por supuesto, para mantener la calma a veces y evitar romper el papel que cubre el regalo...

Aunque sabemos que lo importante es lo que está adentro. Porque quizá nos dieron lo que esperábamos o soñábamos tener... Las sorpresas siempre son hermosas, especialmente sin son buenas, claro...

Así es nuestro Dios. Èl es el Dios de las sorpresas que se manifiesta vez tras vez. Es como si dijese: "Ya no puedo seguir esperando. Vinieron hasta aquí para verme, les voy a caer de sorpresa..." Por eso me gusta decirle al Señor en mis oraciones: "Sorpréndeme, Señor, sorpréndeme..." Porque sé que a Èl le agrada tomarme por  sorpresa solo para escuchar de mi corazón: "Lo volviste a hacer, Señor, gracias".

Dios es así con los que le son fieles... Justo en el momento que la matriz se vuelve demasiado vieja para concebir, Sara queda embarazada. Justo en el momento que el fracaso excede a la gracia, David es perdonado. Y justo en el momento que el camino es demasiado oscuro para Maria, y Maria magdalena,  el ángel brilla, el Salvador se hace ver y las mujeres nunca volverán a ser las mismas de antes... Pregùntele a Pedro si no se sorprendió cuando se vio caminando sobre el agua. Pregùntele a Job si no se sorprendió cuando le dijeron que orara por sus amigos. Pregùntele a Zaqueo si no fue sorprendido por Jesus cuando se paró debajo de su sicomoro y le dijo que iba para su casa...

¿Qué lección tenemos aquí? Se la resumo en tres palabras: No se rinda.

¿Está oscuro el horizonte? No se siente a esperar que amanezca. Camine. ¿Está largo el camino? No se detenga. ¿Está negra la noche? No abandone. ¿El esposo no llama para avisar donde está? No desespere. ¿El cheque parece que no va alcanzar? No dude. ¿La placa dice que hay una mancha negra bien fea? No lo crea. Es error de la máquina. ¿El bebe no logra dormir por el llanto? No se aflija. ¿La hija se ha enamorado del muchacho desagradable? No amenace...

Dios está mirando.  Sin saberlo usted, es posible que en ese preciso instante le esté diciendo al ángel que quite la piedra. Tal vez el aumento está ya en la lista al lado de su nombre. Tal vez la petición del perdón ya está en proceso. A lo mejor el contrato de trabajo está sobre el escritorio. Seguramente la llamada del doctor para avisar que se equivocaron de diagnóstico está a punto de entrar a su línea...

No abandone. Por favor no dude. Porque si lo hace, es posible que se pierda la respuesta a sus oraciones y pierda la oportunidad de ser sorprendida... Porque a Dios todavía le gusta sorprendernos...

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