FRÌO

"No son los muertos los que en dulce calma, de la paz disfrutan en su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía..." (Antonio Muñoz Feijoo)

Hay fríos que congelan los huesos. Fríos que matan a los que se atreven a desafiarlos... Pregùntele a los alpinistas que se han expuesto a las frías corrientes de los Alpes o a la montaña más alta del mundo, el Everest... Muchos han quedado sepultados bajo la nieve a cientos de metros de altura y que no han soportado el intenso frío que congela hasta los pensamientos...

Pero hay otro tipo de frío...

El frío que congela el corazón. El frío que congela el amor. Es ese el frío más peligroso porque no mata físicamente sino que, como dice el verso arriba mencionado, mata al que está caminando en las calles de nuestra ciudad, al que está sentado en las bancas de nuestras iglesias, al que canta coritos los domingos y ofrenda unas monedas al alfolí...

Ese es el peor frío que podemos sufrir. Sin embargo, hay gente que le gusta ese frío. Se apartan de los demás. Viven vidas anodinas, aislados para no sentir el calor de un dulce "te amo"... Prefieren vivir en sus cuevas sintiendo como el frío de la tumba en la que se entierran los va matando poco a poco y se van apartando de la gente, de los que los aman, de los que quieren darles un poco de calor, de los que quieren rozar sus manos y hacerles sentir que están vivos, que aún sienten un escalofrío recorrer sus cuerpos al contacto dulce y maravilloso de una piel tersa y llena de calor...

No hablo de sexo. No. hablo de calor humano. Del calor que nos hace sentir cómodos con nosotros mismos y con los demás... No hablo de lujuria ni de deseos insanos. Hablo de amor...

Hablo de ese aliento de vida que exhala el amor de Dios en muchos corazones que quieren compartirlo con los que viven en un eterno frío del alma. El frío que los mantiene congelados  e insensibles a la sonrisa de unos labios púrpuras por el carmín que los adorna...

El frío de la mañana se puede quitar en cuanto salga el sol. Pero el frío del alma no se quita con el sol, se quita con los guiños de unos ojos tiernos y hermosos. Con el brillo de una mirada tierna y amistosa. Ese frío se quita solo con un abrazo amoroso de algún hermano, de algún esposo que busca con anhelo hacer sentir a su esposa que la ama, con el saludo respetuoso de algún caballero. O con la radiante sonrisa de una empleada del almacén a donde fue a hacer su compra...

Tristemente muchos prefieren esconderse del calor y vivir en un frío que los separa de los demás. Les gusta vivir sufriendo el frío que congela los sentimientos y viven en una dureza de hielo que no permite permear sus emociones y hacer sentir que necesitan un abrazo, un "hola, ¿como estas?", ellos son los que caminan como vivos, pero están muertos... muertos de frío, muertos de emociones, muertos a la vida... Viven, sì, pero tienen muerta el alma...

A ellos vino Jesus. A darles vida y vida abundante. A quitar el frío de su mortaja que los envuelve y los hace solitarios, como aves sin rumbo que vuelan sin sentido ni horizonte... A ellos Jesus les ofrece darles el calor de su amor infinito y envolverlos bajo sus Alas calurosas y llenarles de vida...

¿Serà usted uno de los que necesitan ese calor...?  Jesus se lo ofrece hoy...

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