EXPLOSIVOS
Conozco a una persona del ejército que hace estallar explosivos... A él le pagan, y muy bien, por cierto, por buscar explosivos en varias partes del continente en donde los paramilitares los han dejado abandonados. Su trabajo consiste en caminar por senderos en donde puedan haber ese tipo de bombas y hacerlas estallar antes que alguien salga dañado... Ahora mismo se encuentra en algún lugar del mundo buscando como encontrar esas bomba y desactivarlas...
Ese conocido, usted y yo, y los que trabajan en ese tipo de labores tenemos mucho en común: senderos peligrosos que atraviesan terrenos explosivos, problemas escondidos en la arena, la amenaza constante de perder la vida o alguna extremidad...
Más que eso, nosotros, al igual que este mi conocido de desactivaciòn, estamos llamados a recorrer un campo minado que no creamos. Así ocurre con gran parte de las luchas de la vida. No las creamos, pero tenemos que lidiar con ellas.
No hicimos el alcohol, pero nuestras carreteras tienen conductores ebrios. No vendemos drogas, pero en nuestra colonia hay quienes sí lo hacen. No entrenamos a los ladrones, pero todos somos víctimas potenciales de su codicia (¡renuncio!)...
En una sola frase: Tenemos que andar de puntillas por un campo minado que no creamos...
No creamos el divorcio pero allí está, presente en los matrimonios...
No creamos el cancer, pero amenaza con asomar su fea cabeza en nuestro entorno...
No creamos la violencia, pero en algún punto del camino nos puede asustar...
No colocamos explosivos de abuso verbal pero lo sufrimos...
Y, lo más duro de vivir... No creamos el pecado pero somos sus víctimas... Porque si algo es cierto, vivimos en un mundo de pecado y en cualquier momento podemos caer víctimas de él...
Jesus es sincero acerca de la vida que estamos llamados a llevar. Nada garantiza que por el hecho de pertenecer a Èl vamos a salir ilesos. No hay ninguna promesa en las Escrituras que asegure que si seguimos al Rey estamos exentos de la batalla. No. Con frecuencia es precisamente lo contrario...
Por eso me gusta su oración en Juan diez y siete: "Padre, no te pido que los quites del mundo, solo que los guardes del mal".
Porque es necesario que aprendamos a caminar en esta selva plagada de bombas que a cada paso nos puede mutilar. Nos mutilan el alma, los sueños, los proyectos, los matrimonios, la salud y hasta el futuro...
Pero ya lo dijo Pablo: ¡Gracias doy por Jesucristo! Èl venció y nos enseño el camino para vencer nosotros también... Así que la próxima vez que ponga su pie en una bomba que no supo identificar y estuvo a punto de destrozarle sus sueños, recuerde que Jesus ya recogió todos los explosivos de nuestro camino, aunque quedaron las esquirlas... Eso es todo. Con Èl somos más que vencedores...
Ese conocido, usted y yo, y los que trabajan en ese tipo de labores tenemos mucho en común: senderos peligrosos que atraviesan terrenos explosivos, problemas escondidos en la arena, la amenaza constante de perder la vida o alguna extremidad...
Más que eso, nosotros, al igual que este mi conocido de desactivaciòn, estamos llamados a recorrer un campo minado que no creamos. Así ocurre con gran parte de las luchas de la vida. No las creamos, pero tenemos que lidiar con ellas.
No hicimos el alcohol, pero nuestras carreteras tienen conductores ebrios. No vendemos drogas, pero en nuestra colonia hay quienes sí lo hacen. No entrenamos a los ladrones, pero todos somos víctimas potenciales de su codicia (¡renuncio!)...
En una sola frase: Tenemos que andar de puntillas por un campo minado que no creamos...
No creamos el divorcio pero allí está, presente en los matrimonios...
No creamos el cancer, pero amenaza con asomar su fea cabeza en nuestro entorno...
No creamos la violencia, pero en algún punto del camino nos puede asustar...
No colocamos explosivos de abuso verbal pero lo sufrimos...
Y, lo más duro de vivir... No creamos el pecado pero somos sus víctimas... Porque si algo es cierto, vivimos en un mundo de pecado y en cualquier momento podemos caer víctimas de él...
Jesus es sincero acerca de la vida que estamos llamados a llevar. Nada garantiza que por el hecho de pertenecer a Èl vamos a salir ilesos. No hay ninguna promesa en las Escrituras que asegure que si seguimos al Rey estamos exentos de la batalla. No. Con frecuencia es precisamente lo contrario...
Por eso me gusta su oración en Juan diez y siete: "Padre, no te pido que los quites del mundo, solo que los guardes del mal".
Porque es necesario que aprendamos a caminar en esta selva plagada de bombas que a cada paso nos puede mutilar. Nos mutilan el alma, los sueños, los proyectos, los matrimonios, la salud y hasta el futuro...
Pero ya lo dijo Pablo: ¡Gracias doy por Jesucristo! Èl venció y nos enseño el camino para vencer nosotros también... Así que la próxima vez que ponga su pie en una bomba que no supo identificar y estuvo a punto de destrozarle sus sueños, recuerde que Jesus ya recogió todos los explosivos de nuestro camino, aunque quedaron las esquirlas... Eso es todo. Con Èl somos más que vencedores...
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