MATEO 5... (8)
"Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos"
Hay muchas clases de persecución...
A algunos los persiguen por criminales. A otros por no cancelar sus deudas financieras. A otros por situaciones políticas...
La persecución no es nada agradable en cualquiera de sus formas. Es doloroso ser perseguido. Es humillante. Y es degradante...
Es como la vida en la selva. El depredador persigue a su próxima víctima. Espera la oportunidad de sorprenderla y basta un pequeño descuido para caerle encima y acabar con ella. Por eso la historia de la gacela nos ilustra ese punto de vista: Ella se levanta cada mañana pensando en que tiene que correr porque en algún lugar se ha despertado un león que correrá también para alimentarse con ella. Y el león también se ha despertado pensando en que tiene que correr para que las hienas no le ganen su presa... Todos tienen que correr. Correr para no ser acabado. Correr para no ser sorprendido. Correr para no terminar en las fauces de algún depredador hambriento. Eso es lo que sucede en la selva...
Pero hay otra clase de selva en donde también cada día se despierta un depredador... Es la selva de cemento. Es la gran ciudad en donde se esconden leones y hienas humanos, disfrazados de buenas personas pero pendientes de quien se distrae para destruirle su dignidad. Para destruirle su futuro. Son los leones que buscan las gacelas que se levantan cada mañana a buscar el pan de sus hijos. Que corren tras el bus para no llegar tarde a su trabajo... En la ciudad también hay persecución...
Es la secretaria perseguida por el jefe abusivo que pretende tener un momento de placer gratis con ella y la acorrala incluso amenazándola con despedirla si no cede a sus caprichos cobardes...
Es la madre que es perseguida por el hambre de sus hijos y tiene que luchar para saciarla a costa muchas veces de su propia dignidad...
Es el padre, perseguido por la pobreza y que lleva años luchando para salir de ella pero el embudo social cada vez más lo engulle y le roba sus sueños. Lo persigue para castrarlo y hacerlo sentir inútil y bueno para nada...
Es el estudiante que saca buenas notas y cada día va a la clase con optimismo y deseos de superación pero hay un maestro que lo persigue por envidia para hacerle perder el grado robándole puntos y provocando situaciones extremas...
Es el pastor perseguido por las tentaciones de cada día para tenderle una trampa y después reírse de su humillación...
Es la niña que sale a la calle en busca de un puesto de trabajo para ayudar en el sostenimiento de sus hermanitos y es perseguida por su inocencia y su necesidad...
Es la divorciada que la persiguen los cobardes que tratan de aprovecharse de su infortunio. Es la viuda joven que tiene que sostener lo que quedó casa ahora desprovista de un hombre que la proteja. Es el incauto que no pensò que sus acciones iban a causarle disgustos y persecución y que iba a dañar el honor de su familia...
Perseguidos. Perseguidos por todas las formas imaginables. Unos por gordos. Otros por feos. Otros por inteligentes. Otros por ignorantes. Otros por el carro que manejan. Otros por la bella esposa que tienen... De ellos, dice Jesus, es el Reino de los Cielos... Hay esperanza en Cristo...
Hay muchas clases de persecución...
A algunos los persiguen por criminales. A otros por no cancelar sus deudas financieras. A otros por situaciones políticas...
La persecución no es nada agradable en cualquiera de sus formas. Es doloroso ser perseguido. Es humillante. Y es degradante...
Es como la vida en la selva. El depredador persigue a su próxima víctima. Espera la oportunidad de sorprenderla y basta un pequeño descuido para caerle encima y acabar con ella. Por eso la historia de la gacela nos ilustra ese punto de vista: Ella se levanta cada mañana pensando en que tiene que correr porque en algún lugar se ha despertado un león que correrá también para alimentarse con ella. Y el león también se ha despertado pensando en que tiene que correr para que las hienas no le ganen su presa... Todos tienen que correr. Correr para no ser acabado. Correr para no ser sorprendido. Correr para no terminar en las fauces de algún depredador hambriento. Eso es lo que sucede en la selva...
Pero hay otra clase de selva en donde también cada día se despierta un depredador... Es la selva de cemento. Es la gran ciudad en donde se esconden leones y hienas humanos, disfrazados de buenas personas pero pendientes de quien se distrae para destruirle su dignidad. Para destruirle su futuro. Son los leones que buscan las gacelas que se levantan cada mañana a buscar el pan de sus hijos. Que corren tras el bus para no llegar tarde a su trabajo... En la ciudad también hay persecución...
Es la secretaria perseguida por el jefe abusivo que pretende tener un momento de placer gratis con ella y la acorrala incluso amenazándola con despedirla si no cede a sus caprichos cobardes...
Es la madre que es perseguida por el hambre de sus hijos y tiene que luchar para saciarla a costa muchas veces de su propia dignidad...
Es el padre, perseguido por la pobreza y que lleva años luchando para salir de ella pero el embudo social cada vez más lo engulle y le roba sus sueños. Lo persigue para castrarlo y hacerlo sentir inútil y bueno para nada...
Es el estudiante que saca buenas notas y cada día va a la clase con optimismo y deseos de superación pero hay un maestro que lo persigue por envidia para hacerle perder el grado robándole puntos y provocando situaciones extremas...
Es el pastor perseguido por las tentaciones de cada día para tenderle una trampa y después reírse de su humillación...
Es la niña que sale a la calle en busca de un puesto de trabajo para ayudar en el sostenimiento de sus hermanitos y es perseguida por su inocencia y su necesidad...
Es la divorciada que la persiguen los cobardes que tratan de aprovecharse de su infortunio. Es la viuda joven que tiene que sostener lo que quedó casa ahora desprovista de un hombre que la proteja. Es el incauto que no pensò que sus acciones iban a causarle disgustos y persecución y que iba a dañar el honor de su familia...
Perseguidos. Perseguidos por todas las formas imaginables. Unos por gordos. Otros por feos. Otros por inteligentes. Otros por ignorantes. Otros por el carro que manejan. Otros por la bella esposa que tienen... De ellos, dice Jesus, es el Reino de los Cielos... Hay esperanza en Cristo...
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