LEGADO
¿Ha entrado alguna vez en un cuarto vacío y sentido un dulce aroma que ha quedado suspendido en el aire? No hay nadie allí pero el perfume que ha quedado es una innegable evidencia de que ha habido alguien. De hecho, esta persona sigue teniendo un claro efecto sobre el cuarto, a pesar de su ausencia...
De una manera muy parecida, he tenido en mi vida personas que ya no están en esta tierra, pero han dejado una impresión permanente en mí. De alguna forma, mis experiencias del presente son moldeadas, afectadas y alteradas por el impacto residual de los que se han marchado antes que yo. Casi los puedo ver sonreír, o escuchar el lejano sonido de una risa que se apaga... Desaparecidos, pero no olvidados, son sombras de amor que adornan mi alma, dándome una historia que ha dado forma a mi destino en numerosos sentidos...
Mis padres ya fallecieron ambos. Mi padre adoptivo murió antes que mi mamá, dejándole a ella la tarea de terminar sus días acompañándonos a cada uno de sus hijos que tuvimos la bendición de estar con ella los restantes años que el Señor le dio sobre esta tierra... Pero aunque ambos ya han desaparecido, formarán para siempre parte de mi persona y de las de mis hermanos. No se puede extraer una semilla del árbol que produce. Tampoco se puede separar la lluvia del océano que llena. De igual manera, nuestros padres siempre van a formar parte de nosotros. Todos tenemos algunos rasgos de ellos, algunos efectos residuales que ayudan a definir quienes somos hoy...
Mi papá, por ejemplo me hizo un hombre de trabajo. Me hizo un hombre disciplinado y en lo posible, respetuoso de los demás. Me hizo un hombre de retos y metas... Me enseño que a las damas hay que tratarlas con respeto y buscar siempre su bienestar. A su legado le debo el amor por la poesía y la costumbre de escribir prosa...
Mi mamá me legó el hábito por la lectura. No recuerdo ni un solo día que no la encontrara leyendo algún libro y compartir conmigo su última experiencia literaria. También hizo de mí un hombre de trabajo. A pesar que fue una mujer muy humilde y con pocos años de educación, a sus ochenta y pico años empezó a estudiar teología en el instituto teológico de su iglesia allá en Newark, N.J. A ella le debo la inclinación por la oración íntima y matutina y mi relación personal con Jesucristo...
Aunque hace ya varios años que se marcharon de este mundo, siguen viviendo a través de centenares de momentos que pasan por mi mente en cualquier día determinado. No estoy solo, porque su legado se extiende a sus demás hijos, nietos y también a incontables amigos, y seres amados. Ambos dejaron un legado de un tamaño tan grande que su propia vida... Es difícil medir su impacto... Como un mosaico de pedazos de manta llenos de colorido y cosido amorosamente por su presencia de toda una vida, estos momentos forman un monumento vivo que sigue consolando, inspirando y protegiendo la vida de todos aquellos a los que envuelve...
Jesus nos dejó su legado: Mi salvación eterna. Mis padres me dejaron su legado. Estoy tratando de dejar un legado en mis hijos y en mi congregación...
¿Está usted dejando un legado a sus seres queridos...?
De una manera muy parecida, he tenido en mi vida personas que ya no están en esta tierra, pero han dejado una impresión permanente en mí. De alguna forma, mis experiencias del presente son moldeadas, afectadas y alteradas por el impacto residual de los que se han marchado antes que yo. Casi los puedo ver sonreír, o escuchar el lejano sonido de una risa que se apaga... Desaparecidos, pero no olvidados, son sombras de amor que adornan mi alma, dándome una historia que ha dado forma a mi destino en numerosos sentidos...
Mis padres ya fallecieron ambos. Mi padre adoptivo murió antes que mi mamá, dejándole a ella la tarea de terminar sus días acompañándonos a cada uno de sus hijos que tuvimos la bendición de estar con ella los restantes años que el Señor le dio sobre esta tierra... Pero aunque ambos ya han desaparecido, formarán para siempre parte de mi persona y de las de mis hermanos. No se puede extraer una semilla del árbol que produce. Tampoco se puede separar la lluvia del océano que llena. De igual manera, nuestros padres siempre van a formar parte de nosotros. Todos tenemos algunos rasgos de ellos, algunos efectos residuales que ayudan a definir quienes somos hoy...
Mi papá, por ejemplo me hizo un hombre de trabajo. Me hizo un hombre disciplinado y en lo posible, respetuoso de los demás. Me hizo un hombre de retos y metas... Me enseño que a las damas hay que tratarlas con respeto y buscar siempre su bienestar. A su legado le debo el amor por la poesía y la costumbre de escribir prosa...
Mi mamá me legó el hábito por la lectura. No recuerdo ni un solo día que no la encontrara leyendo algún libro y compartir conmigo su última experiencia literaria. También hizo de mí un hombre de trabajo. A pesar que fue una mujer muy humilde y con pocos años de educación, a sus ochenta y pico años empezó a estudiar teología en el instituto teológico de su iglesia allá en Newark, N.J. A ella le debo la inclinación por la oración íntima y matutina y mi relación personal con Jesucristo...
Aunque hace ya varios años que se marcharon de este mundo, siguen viviendo a través de centenares de momentos que pasan por mi mente en cualquier día determinado. No estoy solo, porque su legado se extiende a sus demás hijos, nietos y también a incontables amigos, y seres amados. Ambos dejaron un legado de un tamaño tan grande que su propia vida... Es difícil medir su impacto... Como un mosaico de pedazos de manta llenos de colorido y cosido amorosamente por su presencia de toda una vida, estos momentos forman un monumento vivo que sigue consolando, inspirando y protegiendo la vida de todos aquellos a los que envuelve...
Jesus nos dejó su legado: Mi salvación eterna. Mis padres me dejaron su legado. Estoy tratando de dejar un legado en mis hijos y en mi congregación...
¿Está usted dejando un legado a sus seres queridos...?
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