ETIQUETAS

Josué 2:1 "Fueron, pues, y entraron en la casa de una ramera que se llamaba Rahab, y allí se hospedaron..."

Es interesante como la Biblia no oculta las etiquetas que la gente le ponía en tiempos antiguos a sus conocidos. Tanto antes como hoy, muchos somos conocidos por lo que hacemos. Lo que hacemos nos identifica. Carlos, el Pastor. Juan, el panadero. La hermana Alicia, la de la tienda. Simón el curtidor...

Por eso también es interesante como esta mujer de la historia de la invasión a Jericó por parte de Josué y sus ejércitos nos desvela el carácter y la decisión de una ramera. Sì, de una ramera. Solo que esta ramera era una mujer muy especial. No solo era ramera que vendía su cuerpo por dinero sino también era una mujer de negocios. Sabía negociar. Sabía sacar partido de las circunstancias que le salían al paso...

Pero de eso quizá hablaremos en otra ocasión. Hoy me quiero enfocar en las etiquetas...

¿Como la conocerían a usted si hubiera vivido en tiempos de Rahab? ¿Sería Dèbora la abogada que anda en busca de delincuentes a quien defender? ¿Podría ser Julia, la enfermera a quien se le pasó la mano con un medicamento y estuvo en prisiòn un tiempo? Tal vez Brenda, la bailarina del club nocturno de la colonia. O ¿que tal Marlene, la que hace concesiones con su conciencia? O ¿el hermano Alberto, el que adulteró hace ya un buen tiempo? ¿La divorciada, quizá? ¿La que no terminó ni noveno año y se cree la gran cosa?

Para decir la verdad, todos habríamos podido salir con nuestra propia etiqueta que iría directo al centro de lo que hacemos, y de lo que somos cuando lo hacemos...

Tal vez su etiqueta es a base de murmuraciones y de rumores regados a través del correo electrónico. Aunque nosotros batallemos contra el afán de esto, hay quienes no nos dejaràn olvidar nuestro pasado, nuestros errores o nuestro lugar en la sociedad. Piense por un momento  si su etiqueta es o no lo suficientemente grande para abarcar todo lo que usted es. La mayoría de la gente que yo conozco, incluyéndome, tenemos un pasado que nos ha dejado con etiquetas imborrables...

Ya la Sangre de Cristo nos limpio de todo pecado pero las etiquetas continúan colgando de nuestros cuellos como la Letra Escarlata de la protagonista de la novela del mismo nombre.

Sin embargo, una cosa es lo que dice la sociedad y otra lo que dice Dios de nosotros...

Veamos lo que dice la genealogía de Jesus, el Hijo de Dios: "Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, y Obed engendró a Isaí; Isaí engendró al rey David" Mat. 1:5.

¿Qué le parece? Aquella mujer etiquetada como "la ramera de Jericó" fue cortejada, enamorada y casada con un príncipe, descendiente de Judà y de su vientre viene la línea real del Rey David. Y de este vino el Rey del Universo...

¡Ah! las etiquetas. No siempre expresan lo que somos. Circunstancialmente Rahab era ramera. Pero en el fondo de su corazón era una princesa. Y al final se evidenció la verdad... Olvide sus etiquetas. Usted no es lo que dicen que es. Usted es lo que dice Dios que es y siga adelante.

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