CONTENTAMIENTO

¡Qué delicioso...! Una hora de contentamiento. Un precioso momento de paz. Unos pocos minutos de solaz. Todos tenemos un escenario en el que nos visita la satisfacción...

Pero por desdicha, en nuestras jaulas de oro hechas de horarios, compromisos, comparaciones con el prójimo, tiempos como estos son tan comunes como monos con una pata..

En nuestro mundo, el contentamiento es un extraño ambulante, que deambula buscando una casa donde ubicarse, pero rara vez encuentra una puerta abierta... Ese anciano visitante se mueve lentamente de casa en casa, toca las ventanas, tocas las puertas, ofrece su mercancía:

Una hora de paz. Una sonrisa de aceptación. Un suspiro de alivio... Pero rara vez alguien se interesa en sus productos.

Estamos tan ocupados para estar contentos... Ahora no, gracias. Hay demasiadas cosas por hacer, decimos. Hay demasiados puntos que acumular, demasiados logros por alcanzar, demasiados dólares por ahorrar, demasiados ascensos por obtener... Y además, si estoy satisfecho, alguien podría pensar que he perdido mi ambición...

De manera que el vendedor ambulante de nombre "Contentamiento" sigue su camino. Cuando le pregunté por qué tan pocos lo invitaban a sus casas, su respuesta me hizo sentir culpable: "Verás, cobro muy caro. Mi precio es excesivo. Le pido a la gene que cambie sus agendas, frustraciones y ansiedades. Les pido que se olviden un día de sus rencores, de sus odios y que se permitan una sonrisa en sus duros labios.  Les exijo que terminen sus jornadas de catorce horas y noches sin dormir. Tal vez creas que podría tener más clientes... pero la gente está extrañamente orgullosa de sus úlceras, dolores de cabeza y sus presiones altas... A la gente que visito no les interesa el contentamente. No quieren ser felices con lo que tienen, siempre quieren más y más. Guardan su dinero no para disfrutarlo con sus familias sino para dárselo a los médicos cuando estos se los arrebatan con sus visitas y medicinas... La gente no quiere estar contenta... Prefiere endurecer su corazón y sus nervios con tanto afán..."

Me gustaría dar un pequeño testimonio personal: Hoy me visitó el contentamiento... Dormí más de la cuenta. Como siempre, después de hacer mi devocional diario me volví a dormir en la madrugada y ya no pude levantarme para salir a caminar como todos los días... Por un momento me sentí culpable e inútil por no hacer mis ejercicios acostumbrados, pero este anciano que busca dar descanso me habló y me dijo: "Vas a ganar más quedándote en la cama que saliendo a caminar... Descansa" Y recibí descanso... Recordé las palabras de Jesus: "Vengan a un lugar solo y descansen..." ¿La grasa que consumì ayer? Ya se quemará otro día. ¿Escribir el blog diario antes de las seis de la mañana? Lo haré en otro momento (es más, lo estoy escribiendo a las 8:59)...¿Estirar los músculos antes de salir a la calle? Lo haré cuando salga en otro momento... La prisa no nos deja vivir...

Las cosas siempre se harán. Pero el contentamiento es para hoy. Para este momento. La sonrisa que adorna los rostros endurecidos por el tráfago diario necesita brotar de los labios para destilar la miel de la paz...


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