MATEO 5... (5)

"...Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia"

Misericordia... Lo más difícil de definir. A veces lo tomamos como ser gente buena. Como apiadarnos de los demás. No. Eso es ser piadoso. Piadoso es ser santo...

Misericordia va más allá de donde hemos llegado. Es Jesus viendo a la samaritana sin hacerla sentir mal por su pasado amoroso que ha fracasado ya cinco veces... o a Zaqueo o a usted o a mi...

Misericordia es sencillamente y en pocas palabras, amor por la miseria. Y eso ya es otra cosa. Amar la miseria de mi prójimo. De mi pareja. De mí mismo. Eso es otro nivel. Aceptar las miserias de mis congéneres. Aceptar la miseria de mi vida y saber que no soy digno de ser amado. Por eso, porque soy un miserable...

Eso dijo Pablo. Para aquellos que no lo saben, Pablo se consideraba un miserable. ¿Por qué? Porque hacía lo que no debía. Porque dentro de él había un hombre que se negaba a obedecer los dictados de su conciencia. Ser miserable no es no tener ni un centavo. Miserable no es aquel que no tiene un pantalón nuevo que ponerse. Miserable no es aquella mujer que no tiene para su maquillaje. No. Miserable es aquel que siendo amado por su esposa la traiciona con otra. Le juega la vuelta y se burla de ella. Ese es un miserable. Hace lo que no debe. Como Pablo o como yo...

Miserable es aquel padre que en vez de llevar el dinero a la mesa de sus hijos lo lleva a la mesa de un bar y se da gusto con su vicio hasta vomitar lo que ha bebido y después se siente un miserable porque llega a su casa con los bolsillos y las manos vacías... Sabe que ha hecho mal...

Miserable es el hijo que ha sido criado por una madre que para mantenerlo con vida ha tenido que lavar ropa ajena, desvelándose hasta altas horas de la noche planchando ropa ajena para pagarle sus estudios y luego, ya graduado, da la vuelta y la abandona a su suerte... Sabe que ha hecho mal...

Miserable es la persona que ha estado sentada en las sillas de su Iglesia en donde sus pastores le han tendido la mano cuando estaba en necesidad y luego, ya prosperado, abandona su congregación sin dar ni siquiera las gracias por la ayuda recibida... Sabe que ha hecho mal...

Miserable es aquel que cuando enfermó de gravedad, la única persona que estuvo a la orilla de su cama fue su esposa y luego, ya recuperado se va con otra... Sabe que ha hecho mal...

Pero ¡Bendito sea Dios! que nos ha dado una conciencia que nos dice eso precisamente: que somos miserables. Que no hemos actuado correctamente. Que aún hay en nuestro interior un pequeño destello de verdad que nos dice que no merecemos ni la más mínima porción de amor de aquellos que hemos lastimado y aún así necesitamos seguir viviendo. Saber que a pesar de nuestras miserias necesitamos estar aquí, en la tierra, avergonzados por nuestra conducta pero sabiendo que en Algún lugar hay Alguien que nos acepta, que nos permite seguir respirando, que no nos consume sino al contrario, nos tiende su Mano misericordiosa para alentarnos a probar la próxima vez... Que nos da una segunda, tercera y más oportunidades para continuar nuestro camino.

Recibimos misericordia... Pero, ¿cuando? ¡Ah! Cuando perdonamos. Cuando amamos al miserable que nos traiciona. Cuando le seguimos dando otra oportunidad Cuando le seguimos ayudando. Cuando le seguimos dando ese vaso de agua que necesita... Así las cosas, la moneda se voltea... Ahora somos nosotros los que recibimos misericordia: Cuando, a pesar de lo miserables que pueden ser con nosotros los demás, les aceptamos porque sabemos que nosotros, como ellos, también hemos sido miserables con los que nos amaron... Nosotros también cabemos en el Sermón de Jesus que Mateo cinco nos cuenta...




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