MATEO 5... (3)
"Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra..."
Todos, en algún momento, deseamos heredar algo. Algo que recibamos de parte de nuestros padres o abuelos... Una herencia que nos haga sentirnos importantes, que nos haga sentir ese cosquilleo de qué será lo que me dejaron...
Lamentablemente, en nuestra cultura, eso existe en muy pocos lugares. Si mucho, nos legaron una educación hasta donde nuestros progenitores pudieron. Otros, talvez, una casa dividida entre diez hermanos. Pleito seguro. Inconformidad. Yo no firmo si no me dan tanto... Así son las herencias en la tierra que nos dejaron nuestros padres...
Por eso es muy importante lo que ofrece Jesus. Una herencia en su Reino, en la tierra. Heredar la tierra no es un sofisma, es algo real. Es para aquellos que han sido abandonados a su suerte, para aquellos que no tuvieron una familia que les heredara ni tan siquiera un apellido...
La herencia que ofrece Jesus a los humildes es aquellos momentos que nadie les puede quitar. Es ese rayo de sol que les envía un mensaje de amor y protección. Es la sonrisa del niño que la ve en el supermercado y sin conocerla, le envía ese calor inocente del que cree en todo y en todos... Es el apretón de manos del amigo que la encuentra en la calle y le pregunta cómo le ha ido y si es posible, ríe o llora con usted. Esa herencia no es humana. Es celestial. Viene del mismo Trono de la Gracia. Es para los humildes, los sin techo, los sin paraguas que les protejan de la lluvia del rechazo y el rencor gratuitos... Bienaventurados los humildes, dichosos son los humildes, pero no los descalzos de zapatos sino los descalzos del corazón. Los humildes que menciona el Señor son aquellos que se han quedado sin un abrazo de cumpleaños. Sin un pastel que les recuerde que alguien les ama. Sin un sueldo a fin de mes para suplir sus necesidades. Esos son los humildes que heredarán la tierra de Jesus. La tierra que fluye leche y miel...
Humilde es la madre sentada en la banca del hospital en donde ha pasado toda la noche esperando el diagnóstico del hijo que no ha recobrado el sentido desde que se golpeó la cabeza... Humilde es el anciano que está a la orilla de la tumba viendo como la tierra cubre el catafalco en donde yace el cuerpo de su anciana compañera que lo ha dejado solo. Humilde es el hijo sin padre que espera en la ventana ver aparecer a mamá cada tarde después del trabajo. Humilde es la hija que quedó embarazada del joven que le prometió el cielo y ahora está sola y sin saber qué hacer... Ellos, dice Jesus, heredarán la tierra...
Deleite sagrado es una buena noticia que entra por la puerta trasera del corazòn. Es lo que siempre has soñado pero nunca esperaste que suceda. Es aquello que es demasiado bueno par ser cierto, que se hace realidad. Es tener a Dios de proveedor infalible, es tener a Dios como abogado, como papá, como mejor amigo...
Dichosos los humildes porque no tienen en la tierra lo que necesitan, pero Dios les ofrece lo que Èl sí puede darles. Jesus ofrece la tierra a los que no poseen tierra...
Todos, en algún momento, deseamos heredar algo. Algo que recibamos de parte de nuestros padres o abuelos... Una herencia que nos haga sentirnos importantes, que nos haga sentir ese cosquilleo de qué será lo que me dejaron...
Lamentablemente, en nuestra cultura, eso existe en muy pocos lugares. Si mucho, nos legaron una educación hasta donde nuestros progenitores pudieron. Otros, talvez, una casa dividida entre diez hermanos. Pleito seguro. Inconformidad. Yo no firmo si no me dan tanto... Así son las herencias en la tierra que nos dejaron nuestros padres...
Por eso es muy importante lo que ofrece Jesus. Una herencia en su Reino, en la tierra. Heredar la tierra no es un sofisma, es algo real. Es para aquellos que han sido abandonados a su suerte, para aquellos que no tuvieron una familia que les heredara ni tan siquiera un apellido...
La herencia que ofrece Jesus a los humildes es aquellos momentos que nadie les puede quitar. Es ese rayo de sol que les envía un mensaje de amor y protección. Es la sonrisa del niño que la ve en el supermercado y sin conocerla, le envía ese calor inocente del que cree en todo y en todos... Es el apretón de manos del amigo que la encuentra en la calle y le pregunta cómo le ha ido y si es posible, ríe o llora con usted. Esa herencia no es humana. Es celestial. Viene del mismo Trono de la Gracia. Es para los humildes, los sin techo, los sin paraguas que les protejan de la lluvia del rechazo y el rencor gratuitos... Bienaventurados los humildes, dichosos son los humildes, pero no los descalzos de zapatos sino los descalzos del corazón. Los humildes que menciona el Señor son aquellos que se han quedado sin un abrazo de cumpleaños. Sin un pastel que les recuerde que alguien les ama. Sin un sueldo a fin de mes para suplir sus necesidades. Esos son los humildes que heredarán la tierra de Jesus. La tierra que fluye leche y miel...
Humilde es la madre sentada en la banca del hospital en donde ha pasado toda la noche esperando el diagnóstico del hijo que no ha recobrado el sentido desde que se golpeó la cabeza... Humilde es el anciano que está a la orilla de la tumba viendo como la tierra cubre el catafalco en donde yace el cuerpo de su anciana compañera que lo ha dejado solo. Humilde es el hijo sin padre que espera en la ventana ver aparecer a mamá cada tarde después del trabajo. Humilde es la hija que quedó embarazada del joven que le prometió el cielo y ahora está sola y sin saber qué hacer... Ellos, dice Jesus, heredarán la tierra...
Deleite sagrado es una buena noticia que entra por la puerta trasera del corazòn. Es lo que siempre has soñado pero nunca esperaste que suceda. Es aquello que es demasiado bueno par ser cierto, que se hace realidad. Es tener a Dios de proveedor infalible, es tener a Dios como abogado, como papá, como mejor amigo...
Dichosos los humildes porque no tienen en la tierra lo que necesitan, pero Dios les ofrece lo que Èl sí puede darles. Jesus ofrece la tierra a los que no poseen tierra...
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